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En aquel 2011 en el que ETA anunció el cese definitivo de la violencia terrorista, en el que una crisis campaba a sus anchas por nuestro país y en el que Mariano Rajoy acababa de llegar a la Moncloa con mayoría absoluta, el Rey -léase ... don Juan Carlos- pronunció en su discurso de Navidad una frase que, antes y sobre todo después, se ha repetido hasta la saciedad: «La Justicia es igual para todos». Entonces, quien estaba en la diana era Iñaki Urdangarin. Acababa de destaparse el 'caso Nóos', que culminó con su hija y yerno en el banquillo de los acusados, y más tarde con ella absuelta y con él condenado a cinco años y diez meses de cárcel.
En aquel discurso no mencionó a nadie. Casa Real nunca personaliza. De ahí que la lectura de apenas tres párrafos en una alocución de casi diez minutos adquiera hoy tintes de actualidad cuando quien está ahora señalado por la Justicia es don Juan Carlos. «Me preocupa enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones», dijo sin mencionar a la Monarquía, que entonces tan solo tenía la 'tacha' del 'caso Nóos'. Botsuana y su fortuna de dudosa procedencia, hoy bajo el foco de la Fiscalía Anticorrupción, vinieron mucho después. «Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar».
«Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione», justificó el hoy rey emérito. «Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos», recalcó don Juan Carlos. Idénticas palabras que, por ejemplo, este lunes pronunció la vicepresidenta Carmen Calvo tras conocerse que la Fiscalía del Tribunal Supremo investigará las finanzas del rey emérito.
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«No debemos, sin embargo, generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de servidores públicos, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta», dijo entonces, tratando de poner así un cortafuegos entre el 'caso Nóos' y la Casa Real. Parecida actitud, aunque más drástica, a la de don Felipe, que no hace ni tres meses repudió a su padre, renunciando a su herencia, retirándole la asignación real y apartándole de cualquier actividad que tuviera que ver con la Casa Real.
En diciembre de 2014, tres años y varios escándalos de don Juan Carlos después, el flamante Rey, en su estreno navideño, también saldó cuentas con la infanta Cristina y su marido. «Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas», dijo. Y volvió a ponerse la tirita, para salvaguardar a la institución: «La gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales pero es necesario, también y sobre todo, evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro».
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