«Él ya lo ha demostrado: no tenía miedo a venir». Las palabras del abogado de Carles Puigdemont Gonzalo Boye, dicen en Junts y en el entorno del propio huido, no pretendían ser un elogio a la supuesta valentía del prófugo, sino un aviso de ... que el expresident, aun desde el extranjero, está dispuesto a liderar una oposición a cara de perro al Govern de Salvador Illa. Y, sobre todo, una advertencia de que el nuevo president del PSC, en lo que dependa de los posconvergentes, va a tener una legislatura de todo menos plácida.
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Cuatro días después del número de escapismo bajo el Arco del Triunfo de Barcelona, Junts y Puigdemont empiezan a revelar -a veces sin pretenderlo y otras vez adrede- el propósito real del 'show' del pasado jueves más allá de robar protagonismo a Illa en su día más importe. Y no era el de intervenir en el pleno de investidura; se busca poder mantener en vilo al nuevo Govern con la amenaza de nuevos y audaces golpes de efecto.
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En el entorno del prófugo se olvidan de que el propio Puigdemont ha asegurado en las últimas horas que nada fue un montaje y que su objetivo último verdadero era entrar en el Parlamento para tomar la palabra en la histórica sesión. En Junts se felicitan sin tapujos del «éxito» de la «acción» del 8 de agosto. Sobre todo, porque el fugaz viaje de regreso y la audaz fuga en las mismas narices de un despliegue formidable de 602 Mossos d'Esquadra ha demostrado que esa 'espada de Damoclés' de una nueva reaparición o cualquier otro ardid similar es una posibilidad «totalmente factible».
Hasta al propio líder de Junts le ha traicionado el subconsciente. Después de haberse desgañitado en X, antes Twitter, para tratar de desmentir las acusaciones de los Mossos de que todo fue un paripé para «reventar» la investidura de Illa y que el huido nunca tuvo intención real de intentar llegar siquiera a la entrada del Parlament, el sábado por la tarde, en una entrevista a TV3 y a la Agencia Catalana de Noticias (ACN), se mostró orgulloso de su hazaña. «Nosotros tenemos capacidad para entrar y para salir (de España), para desafiar a un Estado represor... y no nos rendimos», se jactó en esas declaraciones, no tan medidas como los mensajes en los que negaba que todo hubiera sido un 'show' efectista.
Y no solo él. El propio Boye, todavía embriagado por el feliz de desenlace de la operación escapista, lejos de mostrarse contrariado por la imposibilidad de que su cliente hubiera llegado al Parlamento, afirmó ufano que Puigdemont había vuelto a Waterloo el jueves «una vez que hizo su trabajo político». «Se ha ido a casa, como hacemos todo cuando acabamos de trabajar», dijo con cierto punto de fanfarronería. «Dijo que vendría a la investidura y creo que ha participado de manera clara», apostilló el letrado sin sombra de pesadumbre en sus palabras por el hecho de que su patrocinado no hubiera podido acceder a la cámara. «A Gonzalo Boye solo le faltó decir lo de misión cumplida», apunta uno de los responsables de Mossos del fallido dispositivo de captura del fugado.
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Reconocido el propósito de la reaparición y desaparición del 8 de agosto, Junts (fagocitada por el personalismo de Puigdemont) espera a partir de ahora y durante un tiempo poder explotar el golpe de efecto del 'regreso fantasma' para presentar a su protagonista como único representante genuino del independentismo, después de que ERC se haya entregado en manos del socialismo de Illa, o sea del PSOE de Madrid. Las habituales andanadas de Puigdemont a los republicanos, de hecho, se han multiplicado en las últimas horas por parte del expresident y su entorno.
Más allá de las invectivas a Esquerra, los mensajes de los poscovergentes desde el 'show' del jueves han ido en otra línea muy marcada: solo Puigdemont es capaz de llevar a Cataluña a la independencia y resucitar el 'procés' aunque siga siendo desde Bélgica, casi siete años después de su huida y después del duro revés en la urnas de mayo que le situó lejos de ser la primera fuerza de Cataluña. « El nuevo paisaje político surgido de las elecciones (autonómicas) y la nueva alianza tripartita (PSC-ERC-Comuns) no son las circunstancias más favorables, pero son fruto de decisiones legítimas», reconoció este fin de semana el prófugo desde Waterloo. «Se ha acabado una determinada fase y se abre una etapa nueva, con unas condiciones diferentes (…) pero el proceso independentista terminará con la independencia», dijo el sábado, empeñado en ligar de forma indisoluble su figura con la del 'procés'.
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En las últimas horas el mantra de Puigdemont desde la seguridad de Bélgica es que «sólo hay un objetivo final, la libertad de nuestro país» y que el independentismo «no se puede olvidar del capital político acumulado durante todos estos años». O sea, de él mismo. «Y si la amnesia se apodera del secesionismo siempre se podrá haber otra sesión teatral», bromea un alto cargo del PSC.
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