El Partido Popular ha encontrado en la salida por la puerta de atrás de la política de Íñigo Errejón un hueco por el que cuestionar también al Gobierno de Pedro Sánchez, en este caso por el feminismo, uno de sus flancos más sensibles, ... e intentar que su mensaje permee en el electorado de las mujeres. El partido de Alberto Núñez Feijóo ha focalizado en las últimas horas la presión contra el Ejecutivo en las dos ministras de Sumar, Yolanda Díaz y Mónica García, a las que exige responsabilidades políticas.
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La tesis que defienden en Génova es que las acusaciones que se han revelado desde la dimisión de Errejón «eran conocidas desde hace un año y el partido, lejos de denunciarlas, las ha tapado. «A él le hicieron portavoz de Sumar en el Congreso», denuncian desde el PP.
El vicesecretario de Coordinación Autonómica y Local y Análisis electoral del PP, Elías Bendodo, fue un paso más allá, al extender las críticas a Podemos -equiparando a ambas formaciones por haber querido dar «muchas lecciones en muchos temas»- y sostener que, además de Díaz, «tiene toda la pinta» de que el exsecretario general de los morados, Pablo Iglesias, también «sabía» los verdaderos motivos de la renuncia. «Eso se llama complicidad», subrayó.
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Javier Varela
El señalamiento por violencia machista contra el exdirigente madrileño abre una oportunidad sobrevenida y del todo inesperada en el principal partido de la oposición para cuestionar al Gobierno por el cumplimiento real de su compromiso con la defensa de las mujeres y criticar el «feminismo hipócrita» que, a su juicio, practica. «Hablamos de un político con una relevancia muy grande en el marco de un Gobierno de coalición que dijo llegar para ser el más feminista de la historia y para luchar contra la corrupción», recalcó este viernes la secretaria general del PP, Cuca Gamarra.
Nunca hasta las últimas eleciones generales, las celebradas en julio del año pasado, socialistas y populares habían pugnado con tanto ahínco por una bolsa de sufragios tradicionalmente afín a la izquierda y, singularmente, al PSOE. Si bien Pedro Sánchez explotó en la campaña del 23-J el filón de los pactos de gobierno autonómicos entre PP y Vox para desmontar el compromiso de los primeros contra la violencia de género por «el negacionismo» de la extrema derecha, los de Feijóo trataron de aprovechar la división en el movimiento feminista y en el propio Ejecutivo tras la ruptura por las controvertidas leyes de Igualdad -la del 'solo sí es sí' y la trans- llegando a autodefinirse como el referente del «feminismo sensato».
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Finalmente, el voto de las mujeres fue una de las claves de la resistencia de Sánchez el 23-J, y uno de los retos del Gobierno de coalición en esta legislatura pasaba por reconstruir el discurso común en feminismo, asunto nuclear de la izquierda. «Tienen que volver a enrollar otra pancarta más que se les cae», ironizó este viernes la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, aludiendo a lo que considera una contradicción entre de los postulados feministas de Sumar y sus aliados y sus acciones.
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