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Ander Azpiroz
Madrid
Jueves, 24 de octubre 2024, 16:11
Con tan solo 40 años, Íñigo Errejón ha vivido casi todo en política, en la que tan solo le ha faltado la experiencia de ocupar un puesto de gobierno. Lo suyo venía de vocación y hereditario ya que su padre fue torturado durante la dictadura ... por el comisario Juan Antonio González Pacheco, conocido como 'Billy el Niño'. Estos antecedentes le llevaron hasta la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, el hervidero de la izquierda juvenil en el que se gestó Podemos y donde Errejón y Pablo Iglesias entablaron una estrecha amistad que se resquebrajaría años después en la guerra fratricida de Vistalegre II.
«Le veo allí, sentado en la puerta de la cafetería, con un trocito de pan y al trocito de pan le estaba echando un sobrecito de azúcar. Y no pude evitar acercarme y decirle: 'Pero, ¿por qué comes pan con azúcar?'. Y me dice el pobrecito: 'Es que es como un suizo'», reveló Iglesias sobre su primer encuentro.
Desde su etapa de estudiante universitario dejó claro su perfil ideológico. Como el resto de cofundadores de Podemos prestó especial atención a los movimientos de la izquierda latinoamericana surgidos con el comienzo de siglo. En el caso de Errejón, su objeto de estudio fue Bolivia. Su tesis doctoral se tituló 'La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (2006-2009): un análisis discursivo sobre la presidencia de Evo Morales.
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Junto a Iglesias, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero y Luis Alegre pergeñó después Podemos desde su presentación en un pequeño teatro del madrileño barrio de Lavapiés en 2014. Fue el pistoletazo de salida para un irrupción fulgurante en la política nacional de la que Errejón fue un factor esencial. Primero logró armar una campaña para las europeas de 2014 sin tiempo ni fondos en las que como recuerda en ocasiones había que improvisar mitines de Iglesias sobre una mesa. Incluso insistió sin éxistio a su jefe de filas que se quitara la coleta. A pesar de las dificultades el resultado no pudo ser mejor: cinco eurodiputados para Podemos que ninguna encuesta aventuró.
Fue entonces cuando el dirigente con cara de niño comenzó a ser tomado en serio en las tertulias. Su verbo ágil y conocimiento de los temas le ayudaron a serlo. También su capacidad para sorprender; aunque madrileño de cepa, fue capaz de dar discursos en catalán. También creció dentro del partido, donde se consolidó como número dos tras la abrupta salida de Juan Carlos Monedero, quien se marchó por la puerta de atrás entre críticas a «los generales mediocres». Errejón nunca se dio por aludido, pero el mensaje del profesor de Ciencia Política no pudo ser más claro.
Los tiempos buenos para Podemos, en los que incluso llegó a liderar los sondeos, llegaron a su fin con las generales de 2015 y 2016. Se consolidaron como tercera fuerza nacional, una irrupción nunca vista en democracia, pero según repetían Iglesias y Errejón, Podemos nació para gobernar. Y no hacerlo supuso un fracaso para ambos.
A las decepciones electorales le sucedieron las guerras internas. Y la del secretario general y su número dos abrió unas heridas que nunca se han terminado de cerrar. Ganó Iglesias en Vistalegre II y mandó a Errejón como candidato a la Comunidad de Madrid más por librarse de él que por amistad, y la poca que quedaba de ésta entre los dos antiguos compañeros de Ciencias Políticas se terminó por esfumar cuando el ex número dos de Podemos decidió dar un portazo y formar junto a Manuela Carmena Más Madrid.
Libre del mando de Iglesias, Errejón tuvo la oportunidad de poner en práctica las tesis que los inscritos de Podemos rechazaron en Vistalegre II. La principal fue la de la transversalidad, terminó con el cual se refería a la capacidad de pescar votantes de un lado y otro, no solo de la izquierda radical. Tras un paso fugaz por la Asamblea de la Comunidad de Madrid regresó al Congreso. Sus primeros resultados fueron decepcionantes, al lograr solo dos diputados en las generales de 2019. No obstante, tras su integración en Sumar, Errejón ganó peso en el Congreso hasta convertirse en portavoz de la plataforma de Yolanda Díaz. En una de sus mayores batallas desde su escaño fue la de ampliar los fondos públicos para garantizar la salud mental, la misma que él mismo arguyó este jueves como motivo de su abandono de la política. Entre medias debió hacer frente a una denuncia de un hombre que le acusó de patearle en la calle, aunque fue absuelto.
En Sumar se aceptó este jueves su renuncia sin rechistar, mientras que Pablo Iglesias y Podemos, el partido que cofundó, le siguen considerando un traidor.
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