El PNV exige a Sánchez que reconozca a Euskadi como «nación» si quiere seguir en la Moncloa

Ortuzar la citó sólo de pasada, como una aportación «interesante», pero dejó claro que Sánchez tendrá que dejarse pelos en la gatera e impulsar el «reconocimiento nacional» de Euskadi y Cataluña si quiere «mantenerse» en La Moncloa. Sin paños calientes, el dirigente jeltzale explicó de manera gráfica cómo ha cambiado el escenario desde la pasada legislatura. Si entonces, dijo, el cumplimiento de los compromisos del presidente con el PNV en materia soberanista (el punto cuarto del acuerdo de investidura contemplaba «adecuar» la estructura del Estado «al reconocimiento de las identidades territoriales») eran una cuestión de «voluntad política» que «desafortunadamente no se dio», ahora, advirtió Ortuzar, el candidato del PSOE tiene «necesidad política» expresa del apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes si quiere ser investido una vez fracase, como es previsible, la tentativa de Alberto Núñez Feijóo. «No debe olvidar que no ha ganado las elecciones», lanzó.

En un discurso muy medido, escrito para fijar «alto y claro» la posición del PNV en mitad «del ruido que todo lo desfigura» y de las «presiones» y «manipulaciones» para orientar su posicionamiento en Madrid, Ortuzar puso negro sobre blanco las condiciones para respaldar a Sánchez, un pliego en el que incluyó no sólo a Euskadi sino también a Cataluña. El precio, «avanzar en nuestro autogobierno singular» y que «se nos reconozca como naciones». Aunque sonó a exigencia, el líder del PNV intentó vestirlo como una «oportunidad histórica» del PSOE para «construir una alternativa distinta» que «profundice en democracia, derechos y libertades, empezando por un modelo territorial respetuoso con los deseos de autogobierno de las naciones que hay en el Estado». Un proceso que, según Ortuzar, podría «ayudar a mejorar y democratizar aún más el modelo de Estado español».

Ortuzar no aclaró cómo podría materializarse ese nuevo estatus, si a través de la relectura de la Constitución que plantea el lehendakari o impulsando la reforma estatutaria que duerme en un cajón del Parlamento vasco, pero sí insistió en que por fin hay una «ventana de oportunidad» que permite abrir «de verdad» el melón de la arquitectura del Estado. Una rendija por la que colarse que ya vaticinó que se abriría entre las elecciones generales y las autonómicas vascas y que el PNV va a aprovechar para «dar la pelea» que traiga «más y mejor autogobierno» a «una nación vasca reconocida» y ponga en manos de los vascos la «capacidad» de construir su «futuro».

En lo que pareció la primera piedra de la precampaña vasca, en la que un PNV abandonado por parte de sus votantes tradicionales necesita recobrar la iniciativa y el protagonismo frente a EHBildu, Ortuzar prometió embarcarse en la tarea pese a saber que tiene «enfrente» a un PSOE que «incumplió la palabra dada» y a la izquierda soberanista que representan los de Arnaldo Otegi y ERC, ejemplos, dijo, de «filibusterismo» político.

El otro gran mensaje, tan importante o más para el PNV, fue en clave interna, para aplacar los recelos que en sectores del partido ha provocado la tajante negativa de Sabin Etxea a repensar su rechazo tajante a la investidura de Feijóo y su alineamiento, a expensas de las negociaciones, en el bloque de izquierdas. Pues bien, Ortuzar, en presencia de los primeros espadas del partido, negó la mayor y sacó al PNV de ese «falso eje» ideológico. «Ni izquierda ni derecha: Euskadi y democracia. Autogobierno y progreso. Ese es el sitio del PNV y de ahí no nos vamos a mover. No nos van a mover».

Ortuzar reafirmó así la línea que viene siguiendo la cúpula jeltzale y su negativa a apoyar un Gobierno «involucionista» y dejó claro que ni se dejará «etiquetar» ni influir por «los intereses de otros» ni hará el papel «del villano o del correveidile». Un mensaje dirigido a quienes «en Madrid» le advierten sobre «sus peligrosas amistades izquierdosas» y le quieren llevar a su «redil de derechas» pero también a quien, como el exdiputado general de Bizkaia José Alberto Pradera y otros veteranos exdirigentes, están «sinceramente preocupados». A todos ellos les recordó que Vox «sí está en la ecuación» de un hipotético Ejecutivo del PP. «Es un elefante que está en medio del pasillo y por mucho que quieran no lo pueden esconder», insistió Ortuzar, que situó a los de Abascal entre los herederos del franquismo «y orgullosos de ello».