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Aunque inédito en España desde la restauración de la democracia, el acuerdo de legislatura firmado este jueves en Castilla y León entre PP y Vox no es un fenómeno aislado en la política europea de los últimos años. En algunos países como Polonia, Hungría ... o Eslovenia la extrema derecha forma parte de distintos gobiernos, mientras que en otros como Austria, Finlandia o Países Bajos estuvo presente en los ejecutivos anteriores.
El ascenso del partido de Santiago Abascal coincide con otras formaciones europeas con las que comparte gran parte de su programa. Con algunos de ellos, como el presidente húngaro, Viktor Orbán, mantiene sinergias y un buen entendimiento que les llevó a reunirse en Madrid a finales de enero. Ambos coincidieron en pedir una «mayor soberanía nacional» frente a la Unión Europea.
Ley y Justicia (PiS) y Polonia Solidaria (SP) son los dos partidos forman el gobierno de coalición de Polonia desde las elecciones de 2019, aunque el primero llevaba gobernando desde 2015. Ambos presentan una ideología conservadora, nacionalista, de corte autoritario y arraigada en torno a los valores cristianos tradicionales. Varias de las leyes aprobadas en este sentido han provocado que el primer ministro, Mateusz Morawiecki, y su Gobierno se enfrenten en numerosas ocasiones con la Comisión Europea, como, por ejemplo, con los cambios que aplicaron en 2017 a su ley del aborto, que ahora considera inconstitucional interrumpir el embarazo cuando el feto presenta malformaciones físicas.
El último rifirrafe ha ido más lejos y ha llevado a Bruselas a congelar la asignación de los fondos europeos Next Generation tanto a Polonia como a Hungría, donde también gobierna la extrema derecha. El Tribunal de Justicia de la UE cree que los cambios en el sistema judicial polaco afectan directamente a la independencia de la justicia y ponen peligro la aplicación del derecho comunitario.
Viktor Orbán lleva doce años presidiendo Hungría, todos ellos al frente de una coalición de partidos ultranacionalistas y euroescépticos formada por la Federación de Jóvenes Demócratas-Alianza Cívica Húngara (Fidesz) y el Partido Popular Demócrata Cristiano (KDNP). Al igual que sus vecinos polacos, han mantenido una serie de enfrentamientos con Bruselas por la preeminencia del derecho comunitario sobre el de los socios de la UE.
Aunque ha acabado por condenar la invasión rusa de Ucrania, en los primeros compases de la guerra, Orbán fue el dirigente europeo que más cercano se mostró a Vladimir Putin, evitando incluso el paso por Hungría de las armas donadas por los socios de la OTAN.
La Liga Norte de Matteo Salvini forma parte del actual Gobierno de Italia en una inédita coalición de cinco partidos junto a M5S, Partido Democrático, Forza Italia, Italia Viva y Liberi e Uguali. Una excepción en comparación con otros países del sur de Europa como España o Portugal.
Tras las generales de 2018, la Liga, de ideología euroescéptica y antiimigración, fue la fuerza mayoritaria con el 17,35% de los votos, lo que hizo que Salvini consiguiera una vicepresidencia en el primer mandado de Giuseppe Conte. Desde entonces, el Gobierno ha sufrido varios cambios tras la dimisión de este o la salida de Salvini. La coalición sigue en pie, pero ahora con Mario Draghi como presidente.
Janez Janša y su Partido Democrático llegaron al poder en 2020. Dos años antes había ganado las elecciones con el 24,9% de los votos, pero un cordón sanitario por parte del resto de partidos les relegó a la oposición. Ahora desde Bruselas se acusa a este dirigente, cercano a Orbán y al brasileño Jair Bolsonaro, de emprender una política autoritaria destinada a controlar los medios de comunicación.
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