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Óscar Puente, el pasado 28 de noviembre en su primera intervención ante la comisión de investigación del 'caso Koldo', garantizó que no se había ... encontrado ninguna irregularidad ni en la contratación pública de Jésica Rodríguez ni en el desarrollo del trabajo de la exnovia de José Luis Ábalos mientras ésta formó parte de la plantilla de la empresa pública Ingeniería y Economía del Transporte (Ineco) desde el 1 de marzo de 2019 hasta el 28 de febrero de 2021.
Cinco meses después de aquella intervención y dos meses después de que la propia Rodríguez reconociera en febrero en el Supremo que no trabajó ni un solo día ni en Ineco ni en la otra empresa pública en la que estuvo contratada (Tragsatec) y que en ambas entró sin ningún tipo de proceso de selección, el actual titular de Transportes reculó en sede parlamentaria y puso toda la tierra de por medio que pudo con este asunto: «¡Cómo no me va a escandalizar! ¡Cómo a cualquier ciudadano de este país!», clamó Puente.
El ministro, que se embroncó con el PP casi desde el inicio de la comparecencia, insistió en que su departamento actualmente no tiene capacidad de saber lo que realmente pasó hace seis años con Jésica y que por ello tuvo que fiarse de la documentación que figura en el ministerio y que certifica que no hubo irregularidades. El titular de Transporte reconoció, no obstante, que hay un «contraste evidente» entre el expediente de Rodríguez y lo que se ha conocido por la propia declaración de exnovia y por los informes de la Guardia Civil.
«Yo hace seis años estaba en Valladolid», se parapetó Óscar Puente, al tiempo que recordó que él llegó al ministerio 28 meses después de se marchara Ábalos. «Cuando yo comparezco en esta comisión (en noviembre), había un conocimiento bastante superficial» sobre el fichaje de Jésica. Entonces, reiteró el compareciente, «no se aprecian irregularidades en el proceso de contratación». «En ese momento se que lo que me traslada Ineco», abundó.
Luego –relató el ministro- vino la declaración de la examante de Ábalos ante el instructor del Supremo, Leopoldo Puente, que desmontó toda la limpieza que defendía Ineco y dejó en papel mojado el informe de esta empresa que leyó en noviembre Puente en el Senado y en el que el ente, incluso, se atrevió a descartar cualquier sombra de enchufismo en su fichaje. Puente explicó que Jésica en el Supremo «aportó un dato desconocido» hasta entonces, el de que «no iba a trabajar», una afirmación –insistió- en que «contrasta de manera evidente con el expediente» de la examiga de Ábalos y la «panoplia de documentos» que, afirmó, «certifican» que la exnovia del exministro cumplía con su «jornada laboral».
El compareciente hizo hincapié en que actualmente tiene unas facultades «muy limitadas» para saber qué pasó con el caso de Jésica, más allá de recabar los «expedientes administrativos». «Ni tengo acceso a los correos ni a sus llamadas ni a los audios», recordó el actual titular de Transportes, que se empeñó una y otra vez en separar su imagen de la de Ábalos, hasta el punto de enfadarse con un portavoz que en un lapsus le llamó por el apellido de su antecesor imputado.
Sea como fuere, señaló que la ex de Ábalos accedió a un puesto administrativo temporal por 900 euros mensuales, el salario mínimo de entonces. «Esos puestos no eran precisamente puestos muy demandados. No es precisamente algo por lo que la gente se pegue», afirmó, matizando antes que no quiere «restar gravedad a los hechos», pero sí dejar claro que «controlar la contratación de una auxiliar administrativa en una empresa de más de 60.000» era una labor no prioritaria para el ministerio.
La sesión en el Senado fue particularmente bronca por el enfrentamiento entre el ministro y el PP. «Lo peor que pueden hacer conmigo es excitarse», advirtió Puente a la bancada popular. «Esto va a acabar como el rosario de la aurora», a pesar de que el ministro dijo que «yo venía en son de paz». El enfrentamiento subió al más alto voltaje cuando desde el PP acusó directamente al ministro de conocer a Jésica y de lo que ocurría con ella. Puente amagó incluso con dejar de responder en el Senado y el presidente de la comisión de investigación acabó por suspender durante unos minutos la sesión porque veía al compareciente «muy fuera de tono».
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