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La causa judicial que afecta a la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, se ha convertido ya en el asunto principal de la campaña en la recta final para las europeas de este 9 de junio. El PP y Vox aspiran a transformarla en ... un elemento movilizador de su electorado, pero el PSOE, con el presidente a la cabeza, también. Los socialistas están convencidos de que el asunto, que presentan como un ataque de la derecha y la ultraderecha para ganar con «malas artes» lo que, dicen, no ganaron en las urnas, puede provocar una reacción visceral de los suyos en unos comicios que se caracterizan por la baja participación. Sánchez está tan decidido a explotar esa veta que este miércoles se presentó con su esposa en su mitin de Benalmádena (Málaga).
Gómez no asistía a un acto de campaña desde el cierre de las generales del 23 de julio del pasado año, en Getafe (Madrid). El hecho de que lo hiciera precisamente un día después de que se conociera que el juez la ha citado para declarar como investigada el próximo 5 de julio -en el marco de las diligencias previas abiertas hace mes y medio para determinar si pudo incurrir en sendos delitos de corrupción y tráfico de influencias al, entre otras cosas, escribir cartas de recomendación para la empresa de un colega profesional, el empresario Carlos Barrabés, que se presentaba a un concurso público- tiene un enorme valor simbólico.
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El mitin de este miércoles, a solo cuatro días para la cita con las urnas, era uno de los más relevantes de los realizados hasta ahora por los socialistas. En él, además de la candidata, la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, y el líder del partido en Andalucía, Juan Espadas -que agradeció la presencia de la mujer del presidente para «dar una lección a todos esos de la palada del fango»-, participó el candidato oficial del PES a la Comisión Europea, el luxemburgués Nicholas Schmidt. Y también él denunció el «acoso» al que, dijo, se está sometiendo al jefe del Ejecutivo «y su familia».
La aparición de Gómez, recibida a gritos de «Begoña, Begoña», junto a Sánchez fue la guinda de un día en el se multiplicaron los mensajes de miembros del Gobierno que, como la víspera el propio presidente, pidieron una respuesta masiva en las urnas a su imputación y cargaron contra el juez instructor, Juan Carlos Peinado. Entre ellos, el del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien tiró de su condición de magistrado de la Audiencia Nacional en excedencia para insinuar que su colega actúa con interés político al servicio de la oposición.
Ninguno de los ministros, tampoco Sánchez, ha llegado hasta ahora a acusar directamente a Peinado de prevaricación, pero casi. El titular de Justicia, Félix Bolaños, el más cauto, evitó pronunciarse. «Lo que no quiere decir -matizó, sin embargo- que no tenga una opinión, que la tengo». Marlaska, en cambio, defendió que respetar la independencia judicial no está reñido en un Estado de derecho con «evaluar» las decisiones que toman los jueces e insistió en que la de llamar a declarar como investigada a Begoña Gómez el 5 de julio y darlo a conocer a escasos días de los comicios europeos causa «absoluta extrañeza».
«Yo he ejercido la jurisdicción durante más de 30 años, con lo cual creo que puedo hablar con un poco de criterio y, desde luego, hay una regla no escrita, pero aceptada comúnmente, de no dictar ninguna resolución que pueda afectar directa o indirectamente al proceso electoral -remarcó el jefe de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado-. Este caso es paradigmático de que puede afectar a un proceso electoral como el que tenemos este domingo».
También el ministro de Transportes, Óscar Puente, que a menudo suele hacer mención a su labor profesional como abogado, insistió en que no cabe más interpretación que la de que el juez ha tomado su decisión «en clave electoral». «Carece de lógica procesal», afirmó incluso. Tanto él como Marlaska incidieron en que la citación de Peinado llega después de que un informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil determinara que no hay «irregularidad» alguna en la actuación de la mujer de Sánchez, cuando él mismo había descartado llamarla a declarar en un primer momento y a pesar de que ni se han practicado nuevas diligencias ni se ha llamado a declarar a todos los testigos.
Los socialistas insisten en que no hay «nada» contra Begoña Gómez y que todo se reduce a un «ataque burdo» de la derecha y la ultraderecha contra el presidente del Gobierno y sus «políticas progresistas». Un ataque que el jefe del Ejecutivo atribuyó a Alberto Núñez Feijóo, Santiago Abascal, el seudosindicato Manos Limpias, la organización Hazte Oír y, por primera vez, también, al agitador Alvise Pérez, quien, según el CIS, puede obtener representación este 9-J con la agrupación Se acabó la fiesta.
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