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La historia se repite. Horas después de trascender que la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, será llamada a declarar el 5 de julio como investigada por el juez Juan Carlos Peinado, Pedro Sánchez volvió a echar mano ayer del género epistolar para hablar ... a la ciudadanía, de tú a tú, de un ataque de la derecha y la ultraderecha a su familia. Pero en esta ocasión no habrá cinco días de «reflexión» e incertidumbre sobre su continuidad en el cargo. Al revés. El jefe del Ejecutivo asegura que su decisión de seguir en la Moncloa es «más firme que nunca». Lo que persigue con su nueva carta no admite matices ni interpretaciones. Busca, y así lo dice abiertamente, una movilización del electorado progresista contra el PP y Vox en las europeas de este domingo 9 de junio.
Nada en la segunda misiva de Sánchez en torno a la misma temática resulta tan sorprendente o impactante como aquella primera escrita el 24 de abril, al trascender que el titular de instrucción número 41 de Madrid había abierto diligencias previas para investigar si Gómez podía haber incurrido en sendos delitos de corrupción y tráfico de influencias por, entre otras cosas, escribir cartas de recomendación a favor de la adjudicación de contratos públicos al empresario Juan Carlos Barrabés, profesor del máster de la cátedra que ella codirige en la Universidad Complutense.
En las semanas transcurridas desde entonces y frente a la demanda de explicaciones de la oposición, el discurso del presidente ha sido siempre el mismo, que todo es un inmenso bulo creado por los extremistas reaccionarios para quebrarlo personalmente y tumbar su Gobierno «de progreso». «Todo les vale. Lo que no lograron en las urnas pretenden alcanzarlo de manera espuria», insiste en su mensaje.
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La nueva carta de Sánchez solo vino a redundar en los argumentos que ayer mismo volvieron a poner en circulación distintos miembros del Ejecutivo, empezando por la portavoz, Pilar Alegría. En su habitual comparecencia de los martes tras el Consejo de Ministros, la también titular de Educación fue, sin embargo, un paso más allá al sembrar dudas, como luego haría el propio presidente, sobre la intencionalidad política del juez Peinado. Ambos se cuidaron mucho, no obstante, de utilizar términos como 'prevaricación' o 'lawfare' y Alegría incluso se molestó en apostillar que el Gobierno «respeta» la separación de poderes.
«Esta decisión se anuncia sólo cinco días antes de que se celebren elecciones al Parlamento Europeo, lo cual resulta extraño. Habitualmente, se ha seguido la regla no escrita de no dictar resoluciones susceptibles de condicionar el desarrollo normal de una campaña electoral y, por tanto, el voto de los ciudadanos. En este caso, resulta evidente que esta práctica no se ha respetado. Dejo al lector extraer sus propias conclusiones», apunta Sánchez.
En privado, algunos miembros del Ejecutivo se muestran tajantes. «El asunto se archivará más tarde o más temprano, pero se usa en el marco de una campaña para ayudar a una determinada opción electoral», apuntaba ayer un ministro. Argumentan que no hay ninguna razón para llamar a la mujer del presidente ahora y no tras admitir a trámite la denuncia de Manos Limpias o bien tras las declaraciones testificales acordadas. «Desde el punto de vista procesal, no se sostiene», arguyen.
Nueva carta a la ciudadanía. pic.twitter.com/kyubn3DAII
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) June 4, 2024
Los socialistas, que se dicen «indignados», recuerdan una y otra vez que el informe que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil remitió en su momento al juez ya dejó claro que no había caso contra Begoña Gómez. «Quisiera trasladarle que ambos estamos absolutamente tranquilos -incide Sánchez sobre él y su mujer-. No hay nada detrás de esta acusación, sólo un zafio montaje impulsado por las asociaciones ultraderechistas demandantes».
Ahora lo que busca el PSOE es un efecto buméran. Antes de la citación del juez, en la dirección del partido ya afirmaban que, lejos de hacerles daño, este asunto podía acabar favoreciéndoles. No niegan que también tenga capacidad de movilizar a la derecha, pero sostienen que puede servir de acicate para el electorado progresista. «Cuando las cosas son tan obvias, se vuelven contra el que las impulsa», arguyen.
El relato de que Sánchez representa todo lo que la ultraderecha pretende destruir fue clave para levantar, en las generales del año pasado, los malos resultados cosechados por el bloque de izquierdas en las autonómicas y municipales del 28 de mayo, en las que el PSOE perdió prácticamente todo su poder regional, al pasar de once gobiernos a solo tres. Ahora, el presidente vuelve a abrazarse a él con fuerza.
«Dado que tratan de interferir en el resultado electoral del próximo día 9 de junio, ojalá encuentren la respuesta que merecen en las urnas, condena y rechazo a sus malas artes», concluye en su carta. «Quedan unos días de ruido antes de las elecciones y unos pocos más antes del verano. Pero también quedan más de tres años de Gobierno -declara frente al plebiscito que plantea Feijóo este 9-J-, de progreso y de avances».
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