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Durante las más de cuatro horas de interrogatorio, Jordi Cuixart se ha expresado de manera muy coloquial. Incluso demasiado para hacerlo en un sala de justicia. Es más, ante el Tribunal Supremo. En más de una decena de ocasiones, el líder de Òmnium Cultural, ... cuando le sorprendía una pregunta del fiscal Jaime Moreno ha intercalado, de manera casi inconsciente y a modo de muletilla, un sonoro «¡hostias!».
El presidente de la sala, Manuel Marchena, ha aguantado impasible los primeros exabruptos, con lo que el acusado, más relajado, todavía se ha ido soltando más y repitiendo el «hostias» con más frecuencia hasta que, preguntado por las convocatorias desde su asociación cultural para participar en el referéndum declarado ilegal, ha colado un «¡collons!» (cojones) que ha resonado con fuerza en la sala de plenos, provocando las risas dentro y fuera del salón.
Esa referencia a la anatomía masculina ha sido demasiado para Marchena. «Las interjecciones vamos a reprimirlas. Se trata de explicarse como usted sabe pero evitando esas interjecciones que no son propias», le ha espetado el presidente al procesado, que, casi avergonzado, se ha mostrado dispuesto a evitarlas.
Pero ni así. A pesar de que ha habido otra reprimenda por parte del presidente, a Cuixart se le han escapado un para más de «¡hostias!», después de haberse moderado durante un breve tiempo usando como muletilla un «ostras» menos agresivo. Al final, Marchena ha dejado por imposible su empeño por hacer que el imputado se expresase de una manera menos coloquial.
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