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El año que le queda a la legislatura catalana se va a hacer muy largo. La batalla entre ERC y Junts es enconada y van a aprovechar cada polémica para atacarse. La decisión de Junts de participar en la gobernabilidad española, tras años de ausencia, ... podía hacer pensar que se calmarían los ánimos en el independentismo, al existir una coincidencia estratégica, pero está siendo todo lo contrario.
La pelea es cada vez más cruda. Ambos compiten por ser el socio de referencia de Sánchez y, al mismo tiempo, por ser la fuerza hegemónica del secesionismo. El objetivo, el Palau de la Generalitat. El pacto alcanzado entre el PSOE y Junts para delegar a la Generalitat competencias en materia de inmigración ha abierto la caja de los truenos entre ambas posiciones. Unos venden que han logrado la gran cesión de Sánchez -la más importante desde el pacto del Majestic, dice Junts- y los otros echan agua al vino y aseguran que esto solo es humo y que no hay nada acordado:ni traspaso ni integral ni letra pequeña. Ni tanto ni tan calvo.
El Govern y ERC insistieron ayer en minimizar el pacto y de paso aprovecharon para arremeter contra los de Puigdemont, a los que les señalan por abrazar las tesis de la extrema derecha en el discurso contra la inmigración. Según afirmó la consejera de la Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrà, «vincular la inmigración a la inseguridad», como cree que hace la formación de Carles Puigdemont, «es peligroso», justo un día después de que Oriol Junqueras afirmara que «abrazar los discursos de la extrema derecha que criminalizan a las personas migrantes, lejos de resolver las situaciones de pobreza y exclusión, pone en riesgo la cohesión social». Lo dijo después de que el secretario general de Junts, Jordi Turull, asegurara que su partido quiere las competencias de un estado en materia migratoria para poder, entre otras cosas, decidir sobre los flujos migratorios y poder decidir si expulsan a migrantes multirreincidentes.
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Los postconvergentes replicaron, acusando al Govern de «renunciar a las competencias en inmigración» y de no querer gobernar. Los republicanos están molestos con Junts por puentearlos y negociar competencias del Govern, del que no forman parte, con el Gobierno, como ya hizo Artur Mas con el Estatuto, saltándose al entonces president Maragall. Los de Puigdemont han conseguido todo el protagonismo de la legislatura española, lo que ha despertado los celos en ERC. Junts acusa a Esquerra de no saber negociar con Sánchez y de estar cómodo gestionando una autonomía sin más ambición nacional.
Sobre el acuerdo suscrito entre PSOE y Junts, el Govern dijo que «no hay nada pactado». El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y Laura Vilagrà hablaron el jueves por la noche por teléfono. Tras su conversación con el ministro, la número dos de la Generalitat tiene claro que PSOE y Junts ni pactaron un «traspaso» de competencias» ni la delegación es «integral». Lo que pactaron, según el Govern, fue un «vodevil», que «ni los ministros sabían» el contenido. El compromiso solo es «impulsar una ley», no hay nada inminente», avisó en Rac-1.
La competencia entre ERC y Junts va a ser constante y obliga al Gobierno a hacer equilibrios y a repartir entre unos y otros las concesiones. Ya ha ocurrido con las reuniones de las respectivas mesas de diálogo. Así hasta las elecciones catalanas, que están previstas para febrero de 2025. Pero quién sabe, viendo el vértigo en el que ha entrado la actual política española.
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