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Mientras el segundo Donald Trump al frente de la Casa Blanca protagoniza una sacudida histórica al orden geopolítico mundial, por la vía del abrazo al ... belicismo y el regreso al proteccionismo arancelario, el Gobierno y el PP se reacomodan al ya de por sí imprevisible tablero de la legislatura con una parecida pretensión desde intereses frontalmente dispares: proyectar que tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo están a la altura del trance que representa para el conjunto del país el electrochoque global inducido por el presidente estadounidense, pero sin renunciar a sus objetivos políticos.
Esas metas pasan en un caso por volver a aferrarse en esta crisis al asidero del miedo a la ultraderecha para resistir en La Moncloa a la manera del 23-J. Y, en el otro, por exhibir «la lealtad» hacia el Ejecutivo que éste no tendrá «de sus socios» porque «España es lo primero», pero sin darle «un cheque en blanco» -lo enfatizaba este sábado el portavoz en el Congreso de los populares, Miguel Tellado-, mientras el primer partido de la oposición trata de apuntalarse como la única alternativa fiable, y a su juicio más necesaria ahora que nunca, a un Sánchez cautivo de su debilidad parlamentaria.
El mismo miércoles por la noche, hora española, cuando el mundo asistía atónito a la tabla con su ley arancelaria mostrada por Trump, Feijóo envió un mensaje a través de las redes sociales para fijar posición: estamos ante «una guerra comercial» que no hará «más grande a nadie, sino más pequeños a todos»; y ante la que Europa «debe responder con firmeza, proporcionalidad e inteligencia» y España, «ayudar y acompañar» a los sectores más repercutidos «con una estrategia de país única y coordinada».
Era un tuit escrito implícitamente para marcar terreno propio frente a un Sánchez al que viene acusando de moverse solo por sus intereses y carecer de sentido de Estado (lo mismo que dice de él su rival) y frente a Vox, contra cuyo «patriotismo» golpean desde hace semanas los populares con la percepción, que empieza a reflejarse en las encuestas, de que Santiago Abascal se ha entrampado al matrimoniar con el líder de EE UU sin calibrar el impacto de sus decisiones. Feijóo se mantuvo en este discurso antes de que Sánchez oficializara su plan para hacer frente a las tasas trumpistas y, una vez presentado, envió a su vicesecretario de Economía, Juan Bravo, a la cita convocada por el ministro Cuerpo. Dos perfiles templados para una tregua sobre la mesa.
Bajo ella, el PP persevera en su estrategia de evitar ser devorado por su propia ansiedad y trabajar para que el presidente se consuma por sí mismo. Más allá de la contención en el discurso público, el equipo de Feijóo no solo resta credibilidad y viabilidad al plan para activar 14.100 millones de euros a modo de sostén de los sectores afectados formalizado por Sánchez, cuando -dicen las fuentes consultadas- no ha sido capaz de ejecutar a fondo las partidas Next Generation pospandemia.
Génova también incide ahora en un factor sobrevenido: que la suma del dinero que habrá que movilizar para paliar el destrozo de la política arancelaria de Trump y para el repunte acelerado del gasto en defensa hasta el 2% del PIB nacional exigido por la OTAN y la UE -con cifras conjuntas que el PP hace rondar en torno a los 40.000 millones- coge al jefe del Ejecutivo sin el colchón de unos Presupuestos actualizados.
«Sánchez ha podido jugar el partido de pretemporada con el filial», describen en el entorno de Feijóo, en alusión a que el líder socialista «ha ido tirando» hasta ahora a base de decretos o trabajosas proposiciones legislativas. «Pero cuando tiene que disputar los títulos, no hay equipo», rematan estas fuentes, que se afanan en desmontar la tesis de los socialistas de que el pacto presupuestario en la Comunidad Valenciana con Vox y otros que puedan cerrarse ata al PP a la extrema derecha en un contexto en el que rozarse con el trumpismo es tóxico.
«Desgaste, ninguno», replican en Génova, persuadidos de que está calando que quienes «complican la vida a los españoles» son Sánchez y Abascal. Y remachan con que será Vox el que incurrirá en «contradicción» si pacta Presupuestos autonómicos con un PP al que culpa de los aranceles.
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