Guillermo del Valle
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Guillermo del Valle
Guillermo del Valle (Madrid, 1989) está viviendo unos días «frenéticos» tras el registro en el Ministerio del Interior de Izquierda Española, el nuevo partido con el que el 'think thank' El Jacobino da el salto a la política para concurrir a las elecciones europeas de ... junio. No le gustan las etiquetas ni los sambenitos, por eso niega que la formación sea una continuación de UPyD o Ciudadanos y la define como un proyecto «de izquierda amplia, laico, que defiende la igualdad y Estado de derecho democrático».
-¿Por qué el nombre de Izquierda Española?
-Porque somos una izquierda sin existencialismos ni identitarismos. La nación política no está basada en identidades excluyentes, todos los sentimientos de pertenencia son respetables. Y España es un país plural desde el punto de vista cultural. No, como nos dicen los nacionalistas, plurinacional; que en cada región de hegemonía nacionalista se tenga que pensar como un solo hombre.
-No es habitual en España que un partido político surja de un 'think thank'.
-Había que hacer una labor previa de divulgación de ideas y, posteriormente, crear una organización. El Jacobino nunca ocultó eso, queríamos influir.
-¿Hay un hito que haya acelerado esa conversión en una formación política?
-Lo teníamos en la cabeza desde hace tiempo. Pero ver a Santos Cerdán (el número tres del PSOE) hablar con Carles Puigdemont, miembro de la burguesía catalana, es un hito tremendo. Comparar a un burgués prófugo de la justicia con un exiliado del franquismo es una indignidad. En el PSOE y Sumar hay muchos votantes que no lo comparten. Tampoco queremos un Gobierno PP-Vox, indudablemente, pero no se puede pasar por el aro de estas alianzas.
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-Les acusan en redes sociales de ser la mera continuación de UPyD y Ciudadanos.
-Me llama la atención que algunas personas salten a la primera de cambio, incluso un ministro (Óscar Puente, titular de Transportes). Me han llegado a decir que el votante de la izquierda antinacionalista es el mismo que el de (Alberto Núñez) Feijóo; cosas muy raras. Tenemos una izquierda oficial que defiende el pacto fiscal para Cataluña o el concierto económico vasco, así que todas estas críticas vienen porque hemos tocado una fibra sensible, que duele. En ocasiones nosotros hemos ido más lejos que el PSOE y Sumar en materia laboral, defendiendo que hay que meter mano al despido para que no esté tan flexibilizado. Esas no parecen las ideas de UPyD y Ciudadanos.
-¿Y está de acuerdo con la etiqueta de que ustedes vienen a pescar en el descontento de los socialistas?
-Es una etiqueta incompleta. Izquierda Española viene a recomponer una alternativa dentro de la izquierda que defienda la solidaridad, la igualdad, valores de carácter universal... Y eso incluye a los electores que se sienten huérfanos con el PSOE, pero también a gente de Izquierda Unida o de Comisiones Obreras.
-¿A quién votó en las últimas elecciones generales?
-Voté en blanco. He votado al PSOE en alguna ocasión y a otras opciones de la izquierda. No quiero un Gobierno PP-Vox, pero hay que votar opciones en las que realmente uno crea. Y no quería un Gobierno Frankestein 2.0.
-¿Aspiran a dar la campanada en las europeas como logró Podemos en 2014?
-Somos muy optimistas. Podemos pudo ser y no fue, concatenó con el espíritu de su época, el del 15-M. Con un sentimiento de falta de expectativas, desigualdad, miedo por un futuro sombrío... Esas demandas tenían sentido; otra cosa fueron sus soluciones, que no comparto. Nosotros estamos preparados, creemos en lo que hacemos y en que hay una orfandad en el electorado. Creo que vamos a entrar con cierta fuerza en el Parlamento Europeo.
-En varios países europeos se está produciendo un auge de los extremismos. ¿Qué se juega la Unión Europea el 9 de junio?
-Europa tiene un problema importante de desequilibrio Norte-Sur, que se ha visto en las últimas crisis con aquellas políticas de austeridad expansiva indiscriminada. Ese desequilibrio entre un Norte industrializado y ese Sur dedicado al turismo y la hostelería, ese modelo no funciona. La libre circulación de capitales y mercancías no funciona sin una unión fiscal y presupuestaria. No puede haber modelos fiscales como Luxemburgo.
-El episodio de la piñata con la figura de Pedro Sánchez golpeada en Nochevieja, ¿le parece síntoma de que la convivencia se está depauperando en España?
-Refleja la descomposición del sistema político por parte de populismos identitarios, como es el caso de Vox. Hablan de España con un tufillo nacional-católico que a mí me espanta. La extrema derecha ya había llegado a España, pero era periférica y nacionalista. Recuerdo cuando Junts o Esquerra se manifestaron con antorchas en Cataluña en la Diada acompañados de La Liga de Salvini o los neonazis flamencos. O la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, que es abiertamente racista y de extrema derecha dura. Es un gran ejemplo de que la extrema derecha no está solo en Vox, también en Junts o ERC.
-Al mismo tiempo, es muy crítico con PSOE y Sumar.
-No me gusta todo lo que propone la izquierda oficial, pero sí compartimos muchas cosas. Si se sube el salario mínimo, estaremos de acuerdo. Somos muy críticos con PSOE y Sumar porque creemos que son cómplices de identitarismos que fragmentan la convivencia.
-¿Va a ser usted el cabeza de lista a las europeas?
-Yo apunto a ser, lógicamente, el secretario general del partido. Pero antes habrá un Consejo Nacional de carácter provisional hasta que se celebre el Congreso fundacional, que seguramente se convoque después de las europeas. Sobre el candidato a las elecciones europeas, vamos a verlo más adelante. Somos escépticos con las primarias, creemos en partidos con unas estructuras que tengan pesos y contrapesos. Como diría Alfonso Guerra, a veces las primarias han servido para endiosar a líderes que se sienten ungidos por las bases.
-¿Pero cuéntan con militancia, con estructura?
-Esto no sale de la nada, aunque haya gente que pueda haberle sorprendido, llevamos más de tres años trabajando de forma intensa. Tenemos una cierta organización territorial que ya existía con El Jacobino. Esto sale en un momento en el que el trabajo previo permite que saliera. Lo que ha podido conseguir El Jacobino hasta ahora se debe a un trabajo abnegado de sus militantes.
-Usted confesó que trabajar en «un despacho de abogados de barrio» le hizo adquirir «una conciencia socialista».
-Llevo trabajando doce años en un despacho de Atocha, un despacho muy social. Me he dedicado mucho al derecho laboral, al procesal-civil y a la defensa de los consumidores frente a cláusulas hipotecarias. Allí conocí a mucha gente que estaba perdiendo con la crisis económica y me llevó a adquirir un compromiso social muy importante, me formó mucho. El relato neoliberal de pactos libres entre las personas es en gran medida una mentira, entre desiguales no hay libertad, hay imposición.
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