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cristian reino
Miércoles, 4 de marzo 2020, 12:23
Quim Torra presiona a Pedro Sánchez y a Esquerra Republicana y amenaza con hacer descarrilar la mesa de diálogo antes de tiempo. El presidente de la Generalitat instó este miércoles al jefe del Ejecutivo central a que en la próxima reunión entre los dos ejecutivos, ... la segunda desde la constitución formal del pasado 26 de febrero, a que «concrete» cuál es su respuesta a la petición de la parte catalana de celebrar un referéndum sobre la independencia y reclamar una ley de amnistía para los presos del 'procés'. «Quiero un sí o un no», reclamó el dirigente nacionalista para la cita prevista para la tercera semana de este mes, tal y como propuso el martes Gabriel Rufián.
Torra pone en peligro la continuidad de la mesa, toda vez que la posición del Gobierno en relación a la autodeterminación y a la amnistía ya es conocida: rechazo frontal. Y si el Ejecutivo central da un portazo a la reivindicación soberanista de la delegación del Govern, el diálogo podría no tener mucho más recorrido. Y JxCat podría cargarse de razones en el «escepticismo» y la «prudencia» con los que afrontan el proceso de deshielo con la Moncloa.
Los dirigentes de JxCat, en cualquier caso, mantienen una posición ambigua respecto a la mesa, porque también en el espacio posconvergente hay diferentes sensibilidades, como los sectores moderados del PDeCAT que defienden la vía dialogada. En JxCat insisten en que no se levantarán nunca de la mesa pero al mismo tiempo descargan todas sus críticas contra las conversaciones entre las dos administraciones, como ocurrió el sábado pasado en el acto presidido por Carles Puigdemont en Perpiñán.
Torra, en la sesión de control al Govern en la Cámara catalana, dejó dos recados de fuerte carga a ERC. «Reunirse no es el objetivo», recordó a los republicanos, y «nosotros no vamos con el lirio en la mano». El objetivo de la mesa, remató, es «salir de la negociación con una fecha para el referéndum». El líder soberanista se enroca en la exigencia de máximos, que reduce el margen de maniobra a ERC, que defiende una postura más pragmática y está abierto a negociar la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez.
La cercanía de las elecciones catalanas (el president dijo que anunciará la fecha cuando se aprueben los Presupuestos de la Generalitat -entre este mes y el próximo-) y el acto de Perpiñán, en el que Clara Ponsatí cargó contra la mesa calificándola de «engañifa», han creado un clima irrespirable entre JxCat y Esquerra. Esa tensión la trasladaron ayer al Parlamento autonómico. ERC dejó en el tintero que no tiene claro si Torra apoya o no el diálogo con el Gobierno. Los republicanos reprocharon a sus todavía socios de gobierno que «menosprecien» la mesa, cuando están sentados en ella. «No entendemos que se cargue con esa dureza y amargura», criticó el portavoz de ERC, Sergi Sabrià.
Esquerra cree que menospreciar la mesa «debilita» la posición de la delegación catalana en la negociación. «Usted dijo que no se levantaría nunca de la mesa, queremos saber su posición», aseguró Sabrià, poniendo en duda la voluntad del presidente de la Generalitat con el diálogo. «La prueba es que estoy ahí» (en la mesa), replicó el jefe del Ejecutivo catalán. JxCat acusa a ERC de practicar un pragmatismo mágico que no tendrá frutos. Casi hasta desea que no los tenga para encontrar el momento idóneo para culpabilizar a los republicanos y convocar elecciones. El jefe del Ejecutivo catalán salió además en defensa de Ponsatí, criticada por su discurso radical en Perpiñán, donde se mostró «orgullosa de los jóvenes que ganaron la batalla de Urquinaona».
Torra tuvo un encendido mano a mano con Sergi Sabrià, pero también con el presidente de la Cámara, el republicano Roger Torrent. Después de que Ciudadanos le llamara «okupa» por resistirse a cesar del cargo, Torra reprochó a Torrent por no defenderle de los «insultos». Para rizar el rizo, exigió que se le restituya como diputado autonómico, después de que le inhabilitara la Junta Electoral Central.
El dirigente nacionalista ya estaba con la mosca detrás de la oreja, ya que, horas antes, el presidente del Parlament le había pedido que convoque elecciones «cuantos antes mejor» mientras que la consejera de Justicia abrió la puerta a gobernar, tras los comicios, «con quien más convenga», no solo teniendo en cuenta la alianza independentista.
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