José Luis Escrivá, en su despacho del ministerio. Óscar Chamorro
José Luis Escrivá | Transformación digital

Escrivá, el fontanero de las pensiones, aguarda su momento

Perfil ·

El 'Pepito Grillo' del Gobierno durante su etapa al frente de la Airef se ha convertido en uno de los más firmes defensores de Pedro Sánchez y en uno de los mejor posicionados para sustituir a Calviño

Lunes, 20 de noviembre 2023, 09:52

Fue una de las grandes sorpresas del anterior Gobierno de Pedro Sánchez, esa baza que se guardaba en su chistera y con la que quiso dar un golpe de efecto para tratar de demostrar que era capaz de rodearse de personas con independencia política y ... reputado prestigio profesional. Nadie pudo ponerle un pero a la elección de José Luis Escrivá (Albacete, 1960) como ministro de Seguridad Social. Su intachable currículum y su reputada trayectoria profesional le hacían idóneo para uno de los sillones más codiciados del Gobierno -puesto que de él iba a depender la gestión de la mayor partida de gasto del Estado: los cerca de 150.000 millones que cada año se destinan al pago de las diez millones de pensiones- y para lograr poner en marcha esa reforma de las pensiones que llevaba años de retraso. Y la consiguió de aprobar, aunque no ha logrado acallar las críticas de que no ha conseguido el fin último: cuadrar las cuentas de un sistema en números rojos.

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Durante estos cuatro años al frente del mastodonte de la Seguridad Social se convirtió también en uno de los mayores quebraderos de cabeza del presidente. Le han llovido las polémicas. Y sin buscarlas. De las loas y alabanzas prácticamente unánimes a su elección como ministro pasó, en apenas un año, a generar un rechazo y controversia desde demasiados frentes. Hizo enemigos dentro de su propio Ejecutivo: sonadas fueron sus desavenencias con Pablo Iglesias y la soterrada batalla que mantuvo con Yolanda Díaz durante la negociación de la reforma laboral, a la que llegó a acusar de no tener capacidad técnica para realizar una propuesta nueva de ERTE.

También le llovieron las críticas desde el resto del arco parlamentario, que le tildaron de «trilero», «ministro a la sombra del PP» o incluso de «perfecto converso». Y desde los interlocutores sociales, que denunciaron su «falta de tablas en la negociación», su «cerrazón», «empecinamiento» e «inflexibilidad» en sus ideas.

Porque su gran virtud se convirtió en su gran pecado: no conseguía desprenderse de su papel de experto independiente, profesional de los números, acostumbrado a hacer y deshacer a su antojo, a decir lo que piensa y defender con ahínco sus ideas, sin dar demasiadas explicaciones a nadie. No era capaz de entender que ahora era un ministro del Gobierno y debía controlar el fuerte carácter que tiene y ser capaz de trabajar con sigilo y negociar con los agentes sociales y con otros grupos parlamentarios.

Le costó, pero terminó aprendiendo: esa fama que tenía de no casarse con nadie, de atreverse a echar rapapolvos a unos y otros sin ningún pudor y sin importarle los colores, llegó a su fin. Escrivá, el 'Pepito Grillo del Gobierno durante su etapa al frente de la Airef, se ha convertido en uno de los más firmes defensores de Pedro Sánchez, en uno de sus fieles escuderos, apoyándole en cada decisión y medida sin importarle tanto las consecuencias económicas que de ella deriven.

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Consciente de su perfil técnico, Sánchez le ha colocado en la mejor posición para sustituir a Calviño si se va al BEI. Solo así se entiende que el presidente haya señalado a Escrivá asignándole un pequeño Ministerio desgajado –casi temporalmente– de Economía. Aunque el superministro económico tiene aún muchos pretendientes.

Reputado economista independiente

Escrivá aterrizó en La Moncloa después de haber estado casi seis años al frente de la AIReF, una institución pública creada en 2014 por exigencias de la Comisión Europea, que tras el rescate financiero de 2012 vio necesario un organismo independiente que velara por las cuentas del Estado y advirtiera de los desequilibrios presupuestarios antes de que se produjeran. Y a Escrivá hay que darle el mérito de haberla creado de la nada y auparla a gozar de un prestigio del que pocas instituciones pueden alardear.

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No fue una etapa fácil y, de hecho, llegó a presentar su dimisión hasta en cinco ocasiones con el fin último de asegurar su independencia. Antes este economista acumuló una amplia experiencia en diferentes puestos de responsabilidad: fue director para las Américas del Banco Internacional de Pagos de Basilea, desempeñó diferentes puestos en el Banco de España y en el Servicio de Estudios del Grupo BBVA, fue asesor del Instituto Monetario Europeo e incluso jefe de la División de Política Monetaria del Banco Central Europeo.

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