Cristian Reino
Barcelona
Jueves, 4 de julio 2024, 00:33
ERC tiene que tomar una decisión trascendental –investir a Salvador Illa, apoyar a Carles Puigdemont o ir a unos nuevos comicios en Cataluña– en su momento más delicado en muchos años. La formación republicana ha encadenado cuatro derrotas electorales, tiene a la ejecutiva interina (tras ... el cese de Oriol Junqueras y la convocatoria de un congreso) y en su seno se está librando una guerra por el control del partido.
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Con los malos resultados en las urnas, vuelven las viejas rencillas. Como la pugna de antaño entre Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós, ahora el duelo es entre Junqueras y Marta Rovira. La batalla se ha agudizado este semana después de que la formación reconociera que unos carteles difamatorios, que se metían con el alzhéimer que padece Pasqual Maragall en la campaña de las últimas municipales, partieron de la propia formación.
Mientras el partido ha convocado a su militancia en las territoriales, bajo la supervisión de Rovira, para poner el termómetro de cara a la investidura y activar los procesos internos que acabarán con una consulta a las bases, se ha abierto una caza de brujas para saber quién fue el responsable de la campaña contra el expresident socialista de la Generalitat y su familia.
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Ernest Maragall ha apuntado ya directamente contra el entonces director de comunicación de ERC, Tolo Moya. Éste se ha defendido elevando el tiro y diciendo que por encima de él está el ideólogo de todo e incluso habló de una «trama» encargada de los temas turbios. Así, todos los focos señalan a Sergi Sabrià, viceconsejero del Govern. El «intoxicador», como le conocen en el partido, es 'rovirista'. Los afines a Junqueras, como Joan Tardà, están cargando con todo por este asunto.
Junqueras ha abandonado la presidencia con la pretensión de ser reelegido. La plana mayor del partido le ha pedido que se aparte y también buena parte de los consejeros del Govern. El sector de Rovira, que no repetirá en el cargo como secretaria general, tiene el control de la ejecutiva. Los coroneles están con la secretaria general. Pero Junqueras se muestra convencido de que los soldados (la militancia) están con él.
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Tanto Rovira como Junqueras miden la temperatura del partido. El exvicepresidente del Govern para saber si tiene opciones de ser reelegido. La número dos y negociadora de la investidura para ver cómo respiran las territoriales respecto a la gebernabilidad. La crisis interna, agravada por el 'caso Maragall', no ayuda a decidirse. Rovira anunció ayer la apertura de un expediente interno.
La ahora líder de ERC ha dado al PSC y a Junts un mes para cerrar un preacuerdo que la dirección pueda someter al veredicto de las bases. La negativa del Supremo a amnistiar a Junqueras y Puigdemont da alas a los más radicalizados, que quieren tumbar lo que proponga la ejecutiva y que claman por volver a echarse al monte como en 2017.
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Las opciones de Illa son muy inciertas, aunque los socialistas se esfuerzan en transmitir optimismo. Sobre el papel, cuanto más debilitados estén los republicanos, menos incentivos tendrán para una repetición electoral, a la que acudirían divididos, sin candidato y sin haber tocado fondo. Pero al mismo tiempo serían más vulnerables ante la opa de Puigdemont para concurrir juntos.
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