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Aún quedan cinco meses para el congreso extraordinario de Esquerra del 30 de noviembre que debe decidir quién coge las riendas de la formación los próximos cuatro años y la situación interna es cada vez más irrespirable. Con el agravante de que tiene que decantarse, ... en un clima de guerra civil, por ir a nuevas elecciones, con riesgo de seguir perdiendo diputados, o investir a Salvador Illa ganándose la incómoda etiqueta de 'botiflers' ('traidores').
La secretaria general de ERC, Marta Rovira, sostiene que en Esquerra no hay dos almas, que todos van a la una. Bien sabe que no es cierto, porque ella es una de las firmantes de un documento que lleva la rúbrica ya de más de 800 cargos y dirigentes del partido pidiendo una renovación «general» de la cúpula y que lo que ha desnudado es la batalla por el control. Rovira lo niega. Pero hay dos familias claramente definidas: los 'junqueristas' y los renovadores.
Oriol Junqueras ha sido el líder del partido desde 2011. Cesó tras las elecciones europeas, pero su intención es volver a optar a la presidencia del partido. No ha cedido a la presión del manifiesto y ha retado a sus cientos de firmantes a verse en noviembre en el congreso de los republicanos. Los dirigentes más destacados del partido han dejado solo a Junqueras, que si sigue adelante es porque cree que a sus oponentes les costará encontrar un candidato de cuajo contra él y porque confía en tener el apoyo de la militancia. El ex número dos de la Generalitat, que aún tiene una espina clavada por no haber podido ser presidente de la Generalitat, cuenta con un núcleo de fieles: Gabriel Rufián, portavoz en el Congreso; Joan Tardà, su antecesor como jefe de filas en Madrid; el consejero de Interior en funciones, Joan Ignasi Elena; y el presidente del Puerto de Barcelona, Lluís Salvadó. En principio, los 'junqueristas' son más partidarios de investir a Illa que los renovadores, que no temen ir a elecciones y abogan por empezar la reconstrucción del partido desde cero, sin la mochila de haber investido a un socialista. Junqueras ha llamado a los autores del 'manifiesto de los 800' a lavar los trapos sucios en casa.
El texto de la discordia pide una «renovación general de la cúpula dirigente»; es decir, reclama a Junqueras que no repita como presidente. Lo han suscrito ya buena parte de los pesos pesados empezando por Rovira y el presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès. Ambos anunciaron su dimisión tras la debacle de las catalanas y ella cesará como secretaria general tras el congreso de noviembre. Antes, eso sí, habrá pilotado todas las decisiones de calado: la búsqueda de un candidato que se oponga a Junqueras y la investidura de Illa. Además de Aragonès y Rovira, han firmado el documento que pide la cabeza de Junqueras buena parte de los miembros del Govern y referentes como Ernest Maragall, Joan Puigcercós, Ernest Benach o Joan Ridao. El sector renovador es más numeroso, pero adolece de algo muy importante: no tiene aún un candidato alternativo Junqueras. Candidato que podría ser un desconocido.
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