María Jesús Montero, destreza negociadora para una legislatura de alto voltaje

Desde que en 2018 fuese nombrada Ministra de Hacienda, Montero ha gozado de la máxima confianza de Pedro Sánchez, ejerciendo incluso la portavocía durante la pandemia y convirtiéndose en número dos del PSOE en julio de 2022, en sustitución de Adriana Lastra.

Ahora, la andaluza ve reforzada su figura al asumir la cuarta vicepresidencia, gracias precisamente a esa habilidad negociadora que bien le valió para ayudar a sacar adelante en 2019 el acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, sobre todo la parte económica y aquellos Presupuestos Generales del Estado que tanto costó resolver, tras la prórroga de los de 2018, elaborados por el Gobierno de Mariano Rajoy.

Esa capacidad para dialogar a varias bandas y el profundo conocimiento de las líneas rojas del resto de partidos también ha quedado patente estas semanas, como parte del núcleo duro en las negociaciones para la investidura, en las que Montero fue protagonista en el 'sí' del BNG y también para que Coalición Canaria 'tragase' con la amnistía que el partido rechaza y votase finalmente a favor del candidato socialista.

Su cartera será sin duda una de las que más suene en los próximos meses ante los desafíos que se avecinan. El primero, aprobar unos nuevos Presupuestos para 2024. Una ardua tarea para una ministra que al menos cuenta con el aval de haber sacado adelante tres Presupuestos en tiempo y forma. Pero la hoja de ruta de este año se antoja más compleja, en un entorno en el que el menor crecimiento esperado anticipa también menores ingresos para las arcas públicas.

Así que la contención fiscal –es decir, la reducción del gasto o al menos un uso eficiente del mismo– resultará vital para continuar con la caída del déficit público exigida por Bruselas. Por otro lado, se exigirá más a los que más tienen y, entre otros puntos, el equipo de Montero tendrá que decidir si hace o no permanentes los polémicos impuestos a los ricos, a bancos y energéticas.

La número dos del PSOE tiene otros retos pendientes de gran calado, como la reforma fiscal prometida en la anterior legislatura y que la pandemia obligó a guardar en el cajón. También la reforma de financiación autonómica, en un ambiente de máxima crispación en las regiones tras el acuerdo entre PSOE y ERC para condonar parte de la deuda autonómica catalana. «El criterio que se aplique con Cataluña se aplicará al resto de comunidades de régimen común», aseguraba hace unos días Montero.

Las turbulencias están garantizadas. Por eso Sánchez ha apostado por un perfil que combina política y gestión económica, ante la urgencia de pactos que irán más allá del objetivo de cuadrar las cuentas públicas.

Montero es licenciada en Medicina y Cirugía y máster en Gestión Hospitalaria por la Escuela de Negocios EADA. Cuenta con una amplia especialización en gestión sanitaria y gerencia hospitalaria, ámbitos en los que ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional. Antes de asumir en 2013 la cartera de Hacienda en Andalucía, fue consejera de Salud (2004-12) y de Salud y Bienestar Social de la Junta (2012-15). En 2008 comenzó su andadura como parlamentaria autonómica por Sevilla.