No figuran en ningún registro ni existe constancia oficial de ellas. Por eso se desconoce cuántas se encuentran ahora mismo en circulación. Se las conoce como 'ghost guns', que traducido del inglés significa pistolas fantasma. El motivo: carecen de número de serie, que viene a ... ser el DNI de las armas, un código numérico que permite estudiar su trazabilidad y averiguar, por las marcas que deja en un cartucho, los delitos en los que se ha visto involucrada, lo que en el argot se denomina 'huella balística'.
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En los últimos años, las pistolas fantasma se han convertido en una de las principales preocupaciones de los cuerpos policiales de todo el mundo, que tratan de poner freno a este mercado emergente donde la picaresca juega un papel esencial. Los investigadores han detectado desde armas fabricadas con impresoras 3D, auténticas réplicas de las reales hechas en plástico, hasta 'kits' por piezas que incluyen herramientas y manual de instrucciones. Como si fuera un mueble de Ikea.
La jefa del Grupo de Tráfico de Armas de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional lanza una premisa antes de profundizar en el tema: «En España no es fácil conseguir un arma». Aunque la percepción del ciudadano pueda ser otra, es uno de los países con tasas más bajas de armas. Naciones Unidas, que mantiene activo un programa para seguir la evolución de este mercado en el mundo, calcula que hay 7,5 por cada 100 habitantes, muy lejos de las 120 por cada 100 de Estados Unidos, o las 19 de estados del entorno como Francia o Alemania.
De hecho, añade la inspectora, los delincuentes comunes tienen serias dificultades para abastecerse, de ahí que recurran a la fabricación casera y busquen en los recovecos de Internet las grietas del sistema. Una de estas fórmulas es comprarlas por piezas en distintos países y ensamblarlas una vez recibidas en España. La Policía está intentando taponar una vía de entrada internacional desde distintos países como Austria, donde adquieren el armazón de Glock, una de las pistolas más populares del mercado legal, y Estados Unidos, donde se hacen con lo que allí se conoce como 'upper' (en castellano, literalmente, la parte de arriba), que estaría formada por el cañón, la corredera y el muelle.
3.000 armas
se intervienen al año en España. A nivel mundial, más del 40% de los homicidios se llevan acabo por armas de fuego. En España ese índice no llega al 16%.
Mediante esta técnica, se han estado fabricando réplicas de las pistolas Glock que, además, carecen de número de serie, por lo que son «imposibles de rastrear». La especialista en armas de la CGI advierte de que, aunque la compra en el país de origen (Austria o EE. UU.) sea legal, «la importación no lo es». De hecho, se han realizado numerosas detenciones al detectar envíos de piezas -la policía trabaja en colaboración con la HomeLand Security Investigations' (Seguridad Nacional) estadounidense- para su montaje en España. La fábrica de Glock en Austria también ha reaccionado y ha empezado a incorporar números de serie a cada una de las partes que comercializa, y no solo al arma completa.
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La segunda vía de entrada son los denominados 'kits de polímero 80', que se han colado por un vacío legal que ahora se trata de llenar. En EE UU, aclaran fuentes policiales, es legal vender sin restricciones ni papeleo armas que no están terminadas en un porcentaje superior al 80%, es decir, cuando queda muy poco para acabar de montarlas. La cajita roja en la que se envía contiene las instrucciones y las herramientas necesarias para ensamblar la parte que falta, generalmente el cañón o la corredera. Tampoco llevan número de serie. Y cuestan menos de 150 euros.
La jefa del Grupo de Tráfico de Armas recuerda que, como ocurre con las piezas, la venta en origen de estos kits puede ser legal, pero su importación a países como España no lo es. «Estamos controlando las empresas de paquetería para que no entren en Europa en general», explica la inspectora, que reconoce que hubo un repunte de este mercado y que se han practicado «un montón» de detenciones gracias a la colaboración de las autoridades estadounidenses.
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Los cuerpos policiales también han detectado un mercado ilegal mediante la conversión de armas simuladas o detonadoras. Hace unos días, un joven de 30 años fue detenido en Málaga por traficar desde la casa de sus padres con pistolas y hasta subfusiles modificados para disparar munición real. «Hasta hace cinco años, estos artículos eran de venta libre en Europa, y hay réplicas realmente buenas, sobre todo las fabricadas en Turquía», matiza la especialista de la CGI. Ahora, la legislación es mucho más restrictiva y sólo se pueden adquirir bajo determinadas circunstancias, como para el adiestramiento canino, actividades deportivas o el cine.
Pero la modalidad que más preocupa a las Fuerzas de Seguridad es la fabricación de armas mediante impresoras en tres dimensiones (3D), que son perfectamente legales y que en lugar de papel utilizan bobinas de filamento que se pueden adquirir por 15 euros en Amazon. «Es mucho más complicado de lo que parece, porque hay que imprimir una a una todas las piezas, unas 32, y luego conseguir que encajen entre sí», detalla la inspectora.
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Los delincuentes necesitan guiarse por un plano para ensamblar todos los fragmentos y reforzar determinadas partes con metal, como el cañón, de manera que resistan un disparo. Esas instrucciones las encuentran en internet, de ahí que la labor de ciberpatrullaje de las Fuerzas de Seguridad sea esencial para descubrirlos. Algunos de esos planos tienen las siglas FGG-9, que corresponden a Fuck Guns Control ('a la mierda el control de armas') acompañadas de un número, que identifica la munición (9 milímetros).
Las autoridades españolas y europeas advirtieron que se trataba de una «amenaza emergente», que se confirmó con el atentado de Halle (Alemania) contra una sinagoga judía en octubre de 2019, cuando un ultraderechista germano mató a dos personas y disparó a otras nueve utilizando un fusil fabricado con una impresora en 3D. «Es un peligro completamente real. Parece alarmante, porque lo es», asegura el criminalista forense José Jiménez Planelles, especialista en armas ligeras, que ha actuado como perito en decenas de juicios, entre ellos una quincena de homicidios. Él alerta del «silencio» en el que se fabrican: «No requieren contactos externos ni ir a los bajos fondos, que es donde la policía tiene a sus confidentes. Las hacen ellos solos desde su casa».
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7,5 armas
por cada 100 habitantes. En Estado Unidos son 120 y 19 en Francia o Alemania
En 2020, ese peligro potencial se confirmó en España con la primera operación policial en la que se detectó la fabricación doméstica de un arma de estas características. Los investigadores de la CGI descubrieron que había un individuo que se había radicalizado y hacía acopio de piezas de una pistola. Los agentes estaban relativamente tranquilos porque veían que con esas partes no podía construir un arma completa, pero aun así solicitaron al juzgado una orden de registro en su casa. Al entrar en la vivienda, los agentes sorprendieron in fraganti a un hombre que en ese momento estaba terminando de fabricar con una impresora 3D las partes que le faltaban, en concreto el armazón, de una pistola Glock. «Era una amenaza muy real», advierten los policías.
Desde entonces, la Comisaría General de Información desarrolla una media de tres operaciones al año relacionadas con la fabricación de armas en 3D. Las primeras que se intervinieron eran cortas, semiautomáticas, pero en las últimas intervenciones se han encontrado hasta subfusiles. Los expertos sitúan esta producción en el ámbito de la delincuencia común, aunque también en el terrorismo, lo que lo convierte en una de las principales preocupaciones de las autoridades. ETA tenía su propio aparato logístico, pero en el caso de la Yihad, el 'lobo solitario' no tiene medios ni recursos económicos, de ahí que su lema sea 'golpea cuando puedas con lo que puedas'. «De un tiempo a esta parte, hemos detectado que el terrorismo tiene la misma manera de aprovisionarse que la delincuencia común. Estamos yendo con todo el aparato represor del Estado porque no queremos que acaben en manos de la Yihad», añaden.
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El fin de la guerra de los Balcanes en 2001 liberó al mercado negro millones de armas usadas en el conflicto, que duró una década. No fue un goteo, sino una entrada masiva en Europa. Muchas de ellas aún están en las calles. Los expertos aseguran que los conflictos bélicos suponen la puesta en circulación de armamento que, cuando termina la guerra, acaban en manos de los delincuentes.
Para evitar que se repita lo ocurrido en los Balcanes cuando finalicen las guerras de Ucrania o Palestina, Europa está trabajando en una estrategia común, de la que forma parte España, que empieza por seguir la trazabilidad -es decir, los números de serie- de las armas que se envían a estos conflictos. «Estamos liderando actividades a nivel mundial para evitar que entren en Europa», explica la jefa del Grupo de Tráfico de Armas de la Comisaría General de Información (CGI).
El armamento fabricado con impresoras en tres dimensiones entraña un segundo peligro: además de carecer de número de serie, pueden llegar a ser indetectables para los escáneres tradicionales de rayos X. Estas armas necesitan muy poco refuerzo de metal, salvo para el cañón o la aguja percutora (en su lugar se puede usar un tornillo o una chincheta). Los únicos escáneres que pueden descubrirlas son los de onda milimétrica activa, que detectan volúmenes que no deben estar ahí. De ahí que las autoridades españolas hayan empezado a sustituir los antiguos equipos en aeropuertos -ya se ha licitado el de Madrid-Barajas- y edificios de organismos oficiales.
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