Bolaños, el ministro multiusos de Sánchez
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Es el vicepresidente sin galones del jefe del Ejecutivo, que a la cartera de Presidencia une ahora la de JusticiaPerfil ·
Es el vicepresidente sin galones del jefe del Ejecutivo, que a la cartera de Presidencia une ahora la de JusticiaA. Azpiroz
Lunes, 20 de noviembre 2023, 09:16
Los ciudadanos pusieron cara y gafas a Félix Bolaños (Madrid, 1975) el 24 de octubre de 2019. Ese día se materializó la exhumación de Francisco Franco y los focos se cebaron en el entonces secretario general de la Presidencia que había negociado a cara de ... perro con la familia del dictador el traslado de los restos del Valle de los Caídos. Hasta entonces, era uno de tantos desconocidos. Ahora es el perejil de todas las salsas. No hay negociación o problema que resolver en el que no esté presente.
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Se ha convertido en un especialista en crisis de todos los formatos. Hoy pecha con la del espionaje, pero antes fue el hombre del Gobierno en la exhumación de Franco, la negociación del Poder Judicial, el acuerdo de coalición con Podemos, el decreto del estado de alarma y sus prórrogas, los indultos a los presos del 'procés', la moción de censura, las negociaciones con la Casa del Rey, la comisión creada por la erupción del volcán en La Palma, y un sinfín de asuntos, todos delicados. Es el vicepresidente sin galones de Pedro Sánchez, su alter ego para los asuntos que nadie sabe cómo resolver, que a la cartera de Presidencia y Relaciones con las Cortes suma la de Justicia, de la que sale Pilar Llop.
«Un hombre preparado, tenaz y eficaz». Así lo dibujó el presidente del Gobierno el día que anunció su nombramiento como ministro de la Presidencia allá por julio de 2021. Antes había sido el fontanero en jefe de la Moncloa a la sombra del otrora poderoso Iván Redondo, con el que formó un tándem engrasado que el tiempo y los avatares políticos se encargaron de desengrasar.
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En esa disyuntiva, Pedro Sánchez optó por el abogado que conoció en 2014 en una caseta del PSOE durante unas fiestas del barrio madrileño de Aluche. Sánchez rumiaba si se presentaba a las primarias para liderar el partido, y allí, entre chorizos y bocadillos, un joven abogado que trabajaba en el Banco de España con un cargo de relumbrón y una trayectoria profesional envidiable, ofreció su colaboración. Su primera tarea fue la de representante jurídico de la candidatura que ganó aquellas primarias a Eduardo Madina. Desde entonces no se han separado. Sánchez en el escaparate, él entre bambalinas.
Cuando el presidente remodeló el Gobierno el pasado 10 de julio entró en el Consejo de Ministros con la cartera de Presidencia y la vicepresidencia política en el bolsillo. Sus interlocutores de otros grupos hablan de él como un tipo «serio, conciso, educado y poco dado al compadreo». De puertas para afuera es igual con el añadido de la discreción absoluta, lleva a gala, y hasta sonríe al decirlo, no dar titulares a los medios de comunicación. También despierta filias y fobias. Merry Martínez Bordiú, nieta de Franco, le maldijo por desenterrar a un muerto; el abogado de la familia le agradeció su labor.
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Es un producto Moncloa con los pies en el PSOE. Una dualidad que no es fácil de compaginar. Militante socialista desde 2003, ha escalado toda la jerarquía orgánica, desde la agrupación de Latina, en la que está afiliado, a la ejecutiva federal. Todo, dicen sus más cercanos, sin conspirar ni pisar cabezas.
Sánchez le encargó para el 40 congreso del partido una de las ponencias centrales, 'PSOE 2030, un partido de futuro'. Antes había redactado la reforma estatutaria que reforzó los poderes del secretario general. Lo suyo, sin duda, es la fontanería, sea en el Gobierno, sea en el partido.
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Al frente de Presidencia, cartera en la que sucedió a Carmen Calvo en julio de 2021, ha debido actuar de ministro apagafuegos, asumiendo en muchas ocasiones la tarea de ofrecer explicaciones de lo más ingratas. Sus choques con el PP dentro y fuera del Parlamento han sido también sonoros. Para el recuerdo queda el desplante que sufrió a manos de los servicios de protocolo de la Comunidad de Madrid cuando no se le permitió subir a la tribuna de autoridades durante la parada militar por el 2 de mayo.
Entre sus debes figura el no haber podido sacar adelante la renovación del Consejo General del Poder Judicial un pacto con el PP que llegó a tener fecha para rubricarse pero que se fue al traste cuando el Gobierno anunció su intención de eliminar el delito de sedición y rebajar el de malversación. En el lado contrario de la balanza, su mayor orgullo personal es haber sacado adelante la Ley de Memoria Democrática, la misma que Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal se conjuraron para derogar al minuto siguiente de desalojar a Sánchez de la Moncloa.
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De cara a la investidura de Sánchez, Bolaños ha sido una de las figuras clave en las negociaciones junto a María Jesús Montero y Santos Cerdán. Fue él a quien el presidente del Gobierno encargó atraer a Esquerra a la causa de la coalición progresista y en quien delegó la incómoda foto de la firma del acuerdo con Oriol Junqueras. Aprobada esa tarea, Bolaños se convierte en el ministro con mayor poder del gabinete y el que tiene por delante el que se presenta como primer gran reto de legislatura: aprobar la ley de amnistía.
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