Los riojanos confían su suerte, un año más, a que el Gordo les cambie la vida

El Gordo despierta, también en La Rioja, expectativas e ilusiones incomparables a lo que ocurre con cualquier otro sorteo, incluso a pesar de que no está entre las regiones más agraciadas desde que en 1811 se celebrase por primera vez. En Logroño ha caído el premio máximo en tres siglos diferentes: en 1851, en el año 1961 y, la más reciente, en el 2014, cuando se vendió una serie del 13437 con la que la Administración de Muro del Carmen repartió cuatro millones de euros.

La última ocasión en la que el primer premio visitó La Rioja fue el año pasado. Cayeron 400.000 euros a través de un único décimo del 03347 consignado en la máquina expendedora de la administración número 1 de Arnedo.

Si cabe destacar una edición en la que el sorteo del 22 de diciembre tocó de forma significativa en la región, esa es la del 2002. En el año de la llegada del euro, la diosa Fortuna tocó de lleno con su varita a Calahorra que, gracias al 08103, recibió una lluvia de 138 millones, gracias a que la Cofradía de la Santa Vera Cruz vendió miles de participaciones de cuatro euros apostados a ese número para dicho sorteo.

Valeriano Antoñanzas era entonces el tesorero de la entidad. Reconoce que, desde aquel año, cada 22 de diciembre recuerda con la misma ilusión lo que significó para la ciudad y, especialmente para la Cofradía de la Vera Cruz, que el Gordo les escogiera. «Yo estaba cuidando de mis padres y mi hermano me llamó para contarme que nos había tocado. A los cinco minutos, mi casa estaba llena de gente que venía a darnos las gracias», relata aún tremendamente emocionado.

El primer sorteo en euros, se reflejó aún, aquel año de adaptación a la nueva moneda, en pesetas. Así, al contabilizar lo que había significado el premio, incluso los titulares de la prensa traducían la cuantía total a las 'rubias', casi 23.000 millones de pesetas.

Valeriano no ha tenido nunca problema en reconocer que él fue uno de los agraciados. Explica que «le cambió la vida porque el dinero me ha servido para evitar inquietudes», pero destaca que, por encima de todo, se queda con «la alegría y generosidad de la gente que entonces y diecisiete años después sigue agradeciéndonos que estuviesen entre los afortunados». Según relata, aquel año les costó mucho vender toda la lotería y que desde entonces ocurre lo contrario. «Nos la quitan de las manos como un gesto de gratitud; es como si, desde entonces, la lotería nos tocara cada año porque hay que tener en cuenta que esto implica que la Cofradía pueda recaudar, a través de las participaciones con donativo, un ingreso anual que revierte en la conservación y mejora de SanFrancisco».

El extesorero de la asociación y quien fuera también HermanoMayor insiste en que aquel premio extraordinario cambió el rumbo de la Cofradía:«Aquel 2002 debíamos 40.000 de las antiguas pesetas por las obras de mejora del Templo y con lo que tocó, afrontamos la deuda, hicimos reformas, adquirimos un nuevo paso para procesionar en Semana Santa... y todo repercute desde entonces en Calahorra y sus vecinos. Es como si la Lotería nos hubiera caído a todos porque repercutió en toda Calahorra: muchas personas gastaron aquel dinero en comercios y empresas locales y creció, especialmente, el orgullo que muchos sienten por la Cofradía».