La gran desconocida 

Rioja se asocia a la uva tempranillo, el estandarte irrenunciable en la Denominación de Origen Calificada. «Pero hay excesiva dependencia y Rioja es mucho más», sostiene, sin miedo a equivocarse, Fernando Martínez de Toda. Bien lo sabe el catedrático de Viticultura de la Universidad de La Rioja, que está detrás de todas las investigaciones sobre las nuevas variedades que el líderó hace tres décadas. Y que dieron como resultado 'hallazgos' más que interesantes para un sector que ahora vive momentos de incertidumbre y de una preocupante caída del consumo.

Por ello «tenemos que apostar más por uvas que son minoritarias pero que tienen un futuro tremendo por delante», sostiene. Y también un mercado «por conquistar». Entre ellas está la maturana, tinta y blanca, sobre las que Martínez de Toda es muy claro en sus respectivas definiciones: «original», la tinta, y «lo mejor que tiene Rioja», la blanca.

Son, en ambos casos, dos grandes desconocidas en los viñedos de la DOCa ya que suman apenas 380 hectáreas, de un total de 66.000 –ni un 0,6% del total de la masa vegetal–, pero la superficie de maturana ha ido creciendo de manera considerable. Y eso que aún es una uva relativamente joven porque hasta 2007 el Consejo Regulador no autorizó su cultivo –lo que se plantó antes fue a modo experimental– y fue dos años más tarde cuando el Ministerio de Agricultura la reconoció oficialmente para elaborar vinos de Rioja.

Martínez de Toda encontró en el departamento de I+D de las ya desaparecidas Bodegas Berberana y en Juan Carlos Sancha el lugar y el compañero perfectos para desarrollar su trabajo de recuperación de germoplasma para no perder variedades. Dos de ellas fueron las maturanas, pero también se encontraron tempranillo blanco, monastel o turruntés. Nada hubiera sido igual, reconoce a posteriori, «sin la colaboración de los viticultores de las siete cooperativas» que estaban ligadas a Berberana. «Ellos estaban a diario en la viña y eran nuestra principal fuente de información», recuerda.

Fue el primer paso para frenar una pérdida de variedades «preocupante», avisa Sancha, porque «nuestros padres ya heredaron menos que nuestros abuelos y nuestros hijos también heredarán menos variedades que nosotros». Y pone datos a esa 'erosión genética' en Rioja: en 1912 había 44 variedades, en 1942 solo once y al principio de siglo siete.

Ahora el Consejo permite catorce variedades –cinco tintas y nueva blancas–, pero Sancha tiene claro que una uva «se recupera cuando el consumidor la conoce». Y en este sentido el bodeguero de Baños cree que «es momento de dar una oportunidad comercial a nuestras variedades autóctonas minoritarias». Porque «ni la chardonnay, ni la cabernet ni la verdejo aportan tanto a Rioja», remata Martínez de Toda. Palabra de experto.

• Temas
• Denominación de Origen Vino de Rioja
• Universidad de La Rioja
• La Rioja
• Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja.
• Vino de Rioja