Hace apenas dos décadas costaba encontrar alguna bodega dispuesta a abrir sus puertas al público, sobre todo en fines de semana y días festivos, para mostrar al cliente lo que sucedía dentro. La actividad del enoturismo se desarrollaba a cuenta gotas y ni siquiera estaba ... profesionalizada. Todo lo contrario a lo que sucede ahora en la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, donde se trata ya de un negocio cada vez más relevante para la cuenta de resultados tanto de las empresas vitivinícolas como de todo lo que rodea al mundo del vino.
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Este impacto económico que genera el enoturismo roza ya los 186 millones de euros, un tercio –61,98 millones– directamente en las bodegas y los otros dos –123,96 millones– en el resto de sectores de actividad dentro del territorio de la DOCa Rioja (alojamientos, establecimientos hosteleros, comercio, servicios de transporte...), según el último monitor elaborado para el Consejo Regulador con datos de 2023.
«Hay un retorno directo e inmediato en bodega. Es la mejor forma de fidelizar al cliente, de hacer embajadores de nuestro vino de Rioja», destaca José Luis Lapuente, director general del Consejo. «Cualquier activo y cualquier recurso vinculado al enoturismo es atractivo», añade. Porque a diferencia de las ventas, que cayeron el año pasado un 5,2%, la inercia de esta actividad es radicalmente opuesta. El volumen de visitas ascendió a 879.423, creció un 17,5% en comparación con el ejercicio anterior y, lo que es más importante, un 2,5% con respecto a la prepandemia, a un 2019 que hasta entonces era año récord (858.107). Y la facturación también ha evolucionado al alza, con una subida del 19,5% sobre 2022 y de un 7,3% si se compara con el periodo previo al covid.
«Pero todavía hay mucho margen de crecimiento», apunta Inma Bezunartea, gerente del operador turístico Rioja Wine Trips. Para ello, considera «determinante» mejorar la promoción en los países emisores de visitantes. «Es necesario vender allí nuestro producto y todos sus encantos», como están haciendo denominaciones vinícolas de Francia o Italia. Y de manera paralela «hay que asociar el vino y las bodegas de Rioja con su gastronomía, porque ahí sí que tenemos las de ganar». En cambio, existe un aspecto que «preocupa en el sector» –y por extensión en toda la comunidad autónoma– como es el déficit crónico de infraestructuras. «No depende de nosotros», lamenta Bezunartea, pero sí lastra su actividad «porque para traer turistas, sobre todo extranjeros, hacen falta a veces dos y tres conexiones para llegar aquí. Y eso a veces es desesperante».
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Horarios de visitas a bodega ampliados y adaptados a las necesidades del turista, experiencias personalizadas, una mejor comunicación de la oferta para el cliente a través de un buscador o una mayor oferta de espacios para la cata de vinos y la degustación de gastronomía son otros aspectos susceptibles de mejora, según el Monitor de Enoturismo del Consejo Regulador, para consolidar a Rioja como destino de referencia. «Llegar al objetivo marcado para el año 2025 y alcanzar entonces 1,2 millones de visitas es perfectamente factible», asevera Lapuente.
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José Luis Lapuente
Director general del Consejo Regulador
Virginia Borges
Directora de Turismo del Gobierno de La Rioja
Inma Bezunartea
Gerente de Rioja Wine Trips
Para ello será necesario implicar a un mayor número de bodegas –ahora abren sus puertas al público un total de 204 y la aspiración es llegar a los 250 en un año–, lograr que también en invierno la actividad se desarrolle a pleno rendimiento y recuperar una mayor presencia de visitantes extranjeros –su poder adquisitivo suele ser más elevado– porque antes de la epidemia sanitaria mundial representaban casi un 37% y ahora esa proporción no llega al 33%.
El modelo de enoturismo en Rioja «no está agotado, todavía hay un margen de crecimiento importante», sostiene Virginia Borges, directora general de Turismo del Gobierno regional, «y debe ir alineado irremediablemente a los cambios sociales y de consumos». En definitiva, hay que saber escuchar al cliente y conocer sus gustos «pero la capacidad que tienen nuestras bodegas de crear cosas nuevas y de adaptarse a las tendencias de mercado está fuera de toda duda». Además, las inversiones van al alza y el año pasado destinaron más de dos millones a mejoras en enoturismo, el doble que en 2022.
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El Ejecutivo riojano tiene claro que «la apuesta ha de ser por la enogastronomía», incide Borges, y, en este sentido, la cata del Barrio de la Estación de este fin de semana «es un buen ejemplo de un evento que capta la atención» fuera de nuestras fronteras. Este tipo de citas son las que contribuyen a «elevar la percepción de Rioja y es hacia donde tenemos que ir en la Denominación de Origen», plantea Bezunartea.
Ahora mismo «tenemos una opción ganadora» y, lo que es más importante, «con un amplio margen de mejora y con la convicción de los diferentes operadores de que hay que incidir en la colaboración entre todos ellos y en proponer unos contenidos y unos productos de calidad», destaca José Luis Lapuente.
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Ya pasó la época de hacer una visita a la bodega casi para cubrir el expediente y acompañarla con algún vino. Ahora la oferta ha evolucionado de tal forma que a ese recorrido por las entrañas de edificios históricos que se remata con una cata selecta se suman paseos entre viñedos, experiencias como el pisado de la uva o la propia vendimia, almuerzos a pie de viña, escape room... «Los clientes marcan sus preferencias. Hay que escucharles», remata la gerente de Rioja Wine Trips, que trabaja sobre todo con turistas norteamericanos, los clientes extranjeros más fieles a Rioja.
Con el auge del enoturismo, la creación de puestos de trabajo también ha experimentado un notable crecimiento. Genera ya 520 puestos de trabajo directos y otros 180 indirectos. Las bodegas tienen, de media, dos empleados a tiempo completo y otros dos a tiempo parcial, para cubrir picos de máxima actividad. También el perfil de los profesionales está cambiando, a mejor, porque casi tres cuartas partes acreditan estudios universitarios e incluso tres de cada diez tienen un máster. El 91% de quienes trabajan en enoturismo ya habla inglés, pero existe otra disciplina como es la gestión de redes sociales en la que las bodegas de la DOCa Rioja reclaman una mayor formación para sus profesionales.
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