Logroño se despide del puente de Vara de Rey

Una labor muy minuciosa y precisa, a la par que ininterrumpida, ya que la previsión que se manejaba al cierre de esta edición es que se prolongase unas diez o doce horas, todo en función de cómo transcurriesen los trabajos. Por ello, una vez se situó la maquinaria móvil sobre el terreno, se procedió a enhebrar las vigas en las perforaciones laterales que se efectuaron en la primera fase para levantarlas. Y todo, con 4 horas de antelación, porque la estimación inicial era que la gran grúa empezase a izarlas sobre las 2 o 3 de la madrugada. Los trabajos transcurrieron mejor de lo previsto y, por ello, se pudo proceder a la retirada de las vigas.

Pasadas las once de la mañana de este sábado, después de que los técnicos cortasen el tráfico ferroviario y protegiesen la vía, fueron varios los vecinos y curiosos los que, repartidos por varias zonas, se arremolinaban cerca de la sede de Diario LA RIOJA para observar de cerca la grúa y ver cómo avanzaba el desmontaje del puente. De hecho, desde la terraza de la cafetería Ciudad Jardín, dos logroñeses disfrutaban de sus consumiciones mientras contemplaban el elevado vaivén de logroñeses que acudían a ver la obra. «He visto la grúa en el periódico y he venido solo para verla; es monstruosa», decía uno de los viandantes. Cerca de él, Carlos corroboraba: «Es muy grande, estaba haciendo una foto de recuerdo. Había leído que era este fin de semana el desmontaje y me he pasado a ver cómo iba».

Al poco, Yolanda resaltaba que la maquinaria estacionada junto a la sede de este diario «sorprende muchísimo, no tiene nada que ver observarla en el periódico que verla de cerca». A pesar de que los trabajos fueron ininterrumpidos, esta vecina de Vara de Rey aseguraba que en la noche del viernes al sábado no se había escuchado «nada». Cerca de ella, Ana apuntaba que, a pesar de que al principio sí que percibió algún ruido, pronto comenzó a pasar desapercibido. «En Duques de Nájera estamos acostumbrados a oír pasar el tren», sostenía.

Ya desde el otro lado del puente, fueron varios los curiosos los que se acercaron al entorno residencial del edificio Patricia para observar más de cerca el devenir de las obras. Ricardo, por ejemplo, no pudo resistirse a alargar un poco el paseo para comprobar cómo procedían los técnicos a poner punto final al puente. «Iba andando y me he pasado a verla; es una grúa impresionante», decía este vecino mientras reconocía que enfrente de la sede del periódico «no se escuchaba nada». En el edificio Patricia sí que se percibía el ruido de los equipos «pero no es excesivo, no creo que moleste, igual solo por la noche».