
Los responsables de la Cofradía de la Santa Cruz se pasaron este martes buena parte de la tarde mirando al cielo, que empezó a escupir ... agua a raudales poco antes de las 18 horas, dos antes de la cita para su procesión del Santo Rosario del Dolor. Cruzaron los dedos y rogaron para que parara, pero la lluvia no dio tregua y finalmente se vieron obligados a suspender el desfile.
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Congregados en la iglesia de San Bartolomé, desde donde debía salir la procesión, cofrades y fieles miraban desconsolados las imágenes de sus pasos, a la intemperie en la calle y cubiertos por unos plásticos.
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No lloraba, pero casi el Stabat Mater, expresiva talla del extremeño Francisco Chaparro que se compone de dos imágenes a tamaño natural, el Santo Cristo de la Agonía y la Virgen bajo la advocación de la Buena Madre. A unos metros, el paso de la Virgen del Rosario, que no pudo lucir su bello manto.
Las dos piezas son la esencia de la procesión del Santo Rosario del Dolor, que este martes debía haber recorrido el Casco Antiguo, pero no pudo ser. Pese a todo, los cofrades y fieles se recogieron hasta hacer rebosar la coqueta San Bartolomé y participaron en un rosario para honrar a la Virgen y hacer hermandad en un acto que sirvió también como lenitivo en un día que resultó aciago.
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Unas manzanas más arriba, en la iglesia de Santa Teresita, la Cofradía de la Flagelación de Jesús no suspendió su lucido vía crucis, pero se lo estuvo pensando un buen rato. Finalmente, lo modificó sustancialmente para hacer un desfile más corto en torno al parque Gallarza que tampoco pudo ser y que acabó finalmente en un pequeño paseo junto a la entrada del templo.
Llovía menos, lo que animó a los hermanos a salir y hacer sonar su sobrecogedora percusión de tambores por este Logroño denso y rectilíneo, pero al final acabaron plegando velas y retornaron a la iglesia. Los vecinos que aguardaban estoicamente en las aceras con sus paraguas pudieron al menos disfrutar unos minutos de la procesión.
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A los hombros de los costaleros, el paso de la Flagelación, conjunto escultórico en el que Vicente Ochoa recreó el castigo a latigazos que sufrió Jesús antes de ser crucificado. Ayer, el flagelo vino del cielo, con su azote de agua y frío al Martes Santo.
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