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El peculiar grupo de monjas de Sapo Producciones.

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El peculiar grupo de monjas de Sapo Producciones. MIGUEL HERREROS

Logroño guarda los disfraces entre lágrimas

Entierro de la sardina ·

Humor fúnebre, asombrosa ópera y un tragicómico concurso de lloros cierran un celebrado Carnaval

Sergio Martínez

Logroño

Domingo, 19 de febrero 2023

Entre lágrimas, aunque más fingidas y chistosas que reales y afligidas, se despidió Logroño del Carnaval 2023. Llegó el Entierro de la sardina después del jolgorio de un fin de semana en el que la ciudad mudó a socarrona y colorida. Con la pandemia olvidada, ahora sí, Logroño se desmelenaba con miles de disfraces tiñendo sus calles, aunque este domingo se acababa la juerga, como se encargó de recordar el funesto presentador del Entierro de la sardina. El pez volvió a ser indultado, en un evento con el humor como hilo conductor incluso en el concurso de lloros.

Una vez más, los cómicos de Sapo Producciones se encargaron inundar de sonrisas el funeral, que arrancó con dos tétricos presentadores congratulándose de que la fiesta terminase y recordándonos que tocaba volver a nuestras vidas. Tampoco era necesario meter el dedo en la llaga. Un variopinto grupo de monjas llenaron después el escenario para acompañar a esos valientes que quisieron compartir su pesar con todos los presentes.

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La plaza de San Bartolomé observaba atenta, con un nutrido público de todas las edades entre el que sí se echaron de menos más disfraces. Unas cuantas máscaras, una pirata, un pikachu, un dragón, un hada, un policía... dieron algo de color a pie de calle. La atención estaba sobre el escenario, por el que pasaron una quincena de plañideras para presumir del arte de llorar. Javier se lamentó de que su padre no se había currado su disfraz, Elena elevó los decibelios, Natasha llegaba desde el espacio encantada de conocer a Don Carnal, Irene estaba desconsolada porque sus amigas se avergonzaban de ella... Caretas fuera. El jurado eligió a Irene Borde, Abril Ceña y Elena Gil como las mejores, repartiéndose los 210 euros en premios después de pringarse la cara. Y entre la risa y el llanto, el asombro, con dos piezas de la carnavalesca La Flauta Mágica y de Tosca con las que la soprano Cristina Fernández Igea encandiló a los asistentes. Un agradecido paréntesis antes de 'enterrar' a la sardina entre dos globos terráqueos y de cerrar con una batalla de 'zurruñitos de monja'. Que aunque el Carnaval acabe, su espíritu no se extingue.

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