Kuma, en el paseo local de arquitectura más actual

Cuando por fin la nueva sede de la tecnológica Bosonit en la calle Mayor progrese, la rampa en torno a su fachada y sus terrazas mostrarán a logroñeses y visitantes nuevas perspectivas de la ciudad y abrirá espacios diferentes de disfrute de la misma. Ilusión en tiempos grises. Y, cuando sea una realidad, quizá en 2025, quizá un poco más allá, el japonés Kengo Kuma (Yokohama, 1954), autor de entre otros muchos trabajos, del estadio olímpico de Tokio, se unirá, en el mapa de la capital, a una lista de laureados arquitectos de estos tiempos que se inauguró hace 40 años con Rafael Moneo.

El mismo Pritzker, por citar uno de los más prestigiosos reconocimientos de este navarro de Tudela, que tiene muchos, celebraba con el alcalde logroñés, Pablo Hermoso de Mendoza, hace nada el aniversario de la casa consistorial, una de sus primeras obras de referencia. «Para mí el ayuntamiento significó mucho en su día, y es una de las obras que considero más radicales de toda mi carrera, veo en él vivas las ideas que yo tenía ya entonces, pero que son válidas hoy», decía hace un año en una conversación con el primer edil. Pero la relación de Moneo es más amplia porque también suscribió varios bloques de viviendas de promoción pública en Ruavieja, en la entrada a Logroño por los puentes. Y se ocupó, antes de que el calendario mostrara el 2000, de planificar toda la zona de Excuevas-Cuarteles, la que resultó tras la demolición del cuartel de Artillería. Por aquel entonces ya estaba con la ampliación del Museo del Prado, sí. Las palazzinas que propuso en aquel entorno se han ido repitiendo después por otras zonas de la ciudad.

Pero cuenta con más firmas de tirón la capital riojana. Quizá dentro de nada el Ayuntamiento introduzca sus trabajos en las visitas turísticas que organice porque el último pleno de la Corporación, a petición del grupo municipal Ciudadanos, decidió por unanimidad ampliar los enfoques y mostrar a vecinos y visitantes, además de los hitos habituales, otros nuevos, desde el cementerio a los molinos, las huertas de Varea o las obras de afamados arquitectos modernos que también son Logroño.

Pasado el 2000, con aquellos alientos que llevaron a hincharse a la burbuja inmobiliaria, las ideas bullían, y los proyectos y los dineros... Y en la capital riojana se planteaban iniciativas que, con el tiempo, han dejado inmuebles como el que hizo Alejandro Zaera en La Fombera o todo el conjunto que ha llevado a cabo durante años Iñaki Ábalos en la estación del ferrocarril y el entorno del soterramiento.

Sí, aunque toda la urbanización entre las estaciones con su óculo gigante está recién estrenada y aún tenga flecos pendientes, se escogió en 2004. A estas alturas, Ábalos, donostiarra con veranos infantiles en Fonzaleche, cuenta con un currículum que aúna una trayectoria académica cuajada de universidades norteamericanas con una buena lista de galardones, exposiciones... El Colegio de Arquitectos riojanos ha avalado su obra del soterramiento para el próximo premio Mies van der Rohe que se falle. «Aúna infraestructuras, arquitectura industrial, diseño urbano, paisajismo y urbanismo sostenible de forma integral», subraya el COAR.

Y casi a la vez, Alejandro Zaera, madrileño fundador en Londres del estudio de arquitectura FOA (Foreign Office Architects) con Farshid Moussavi y conocido sobre todo por la terminal de pasajeros del Puerto de Yokohama, comenzó a trabajar en el centro tecnológico de La Fombera. inaugurado en el año 2008 después de una inversión de 23 millones de euros.

Sí, el japonés Toyo Ito también tiene un Pritzker, amén de otros muchos reconocimientos. Y su edificio en Pradoviejo, que se le adjudicó tras ganar un concurso en el que compitió con gente muy importante, incluido el portugués Álvaro Siza, llegó con polémica, no tanto por su diseño, que también, como por una propuesta de viviendas, de 40 metros, que no encajaban con la mentalidad local y que finalmente se ampliaron. De estar en Berlín, es un decir, no faltarían filas para visitar el inmueble.

Pero la ciudad ha ido viendo pasar a otros primeros espadas de la arquitectura. Aunque el mismo Álvaro Siza se recorrió la Villanueva varias veces y planteó su alternativa para sacarla adelante –aún no se ha desarrollado ningún proyecto en esa zona– por la nada desdeñable cantidad de 143.000 euros, todo apunta a que su labor seguirá en un cajón porque ni su bulevar en la avenida de Navarra, ni su aparcamiento en altura, ni su... cuajaron.

Los arquitectos locales también poseen perlas, algunas relacionadas con el mundo del vino. El Centro de la Cultura del Vino, de Jesús Marino Pascual, autor también del Museo Vivanco o de Bodegas Darien, merece mejor suerte que la de permanecer a cal y canto. Lo mismo que Darien, Campo Viejo, de Ignacio Quemada, posee un Premio Best of International de turismo del vino.

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