Carlos Cubero posa en su bar de la calle San Juan. Juan Marín

«Oí los gritos de la mujer, vi al hombre con el perro mordiéndole el cuello, y no me lo pensé»

Carlos Cubero, policía Local de Haro y dueño del 'Peregrino' de la San Juan, fue quien ayudó a la pareja atacada el lunes por dos bull terrier

Javier Campos

Logroño

Miércoles, 6 de octubre 2021

Dicen quienes le conocen que lo suyo es auténtica vocación. Él lo confirma, sin darse importancia, pues siempre ha tenido claro que un policía lo es durante las 24 horas de los 365 días del año. Y la tarde-noche del pasado lunes, aun estando ... fuera de servicio, no iba a ser diferente. Y no lo fue... afortunadamente.

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Así se lo reconocen en la calle San Juan, donde vecinos y amigos no dudan en acercarse a él para felicitarle por la 'última'. Carlos Cubero, extremeño afincado en La Rioja desde 1981, policía local de Haro desde 1993 y dueño del bar 'El Peregrino San Juan' desde 2014, fue quien ayudó a la pareja atacada por dos bull terrier de la que toda la ciudad habla.

«Oí los gritos de la mujer, vi al hombre con el perro mordiéndole el cuello, y no me lo pensé», cuenta Carlos, policía de profesión y héroe de vocación. «Soy un tío muy normal al que le gusta mucho su trabajo e, independientemente de que lleve uniforme o no o de donde esté, soy policía en todo momento», precisa.

De ello dio muestras cuando, poco antes de las nueve del pasado lunes, se encontraba pidiendo un café en el 'García' y al escuchar más jaleo de la cuenta en la calle salió y se encontró con un escenario tan dantesco como dramático. Las crónicas han contado que cuando llegó una patrulla policial a la zona hallaron a una pareja con heridas graves después de haber sido atacada por dos perros considerados potencialmente peligrosos que, tras la ayuda de varias personas, pudieron ponerse a salvo. Carlos vio el comienzo del ataque y no dudó en echar a correr los escasos 15-20 metros que le separaban para, a golpes con el pie, tratar de separar al animal de su 'presa'.

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«No soltaba al hombre pese a mis patadas y, cuando lo hizo, traté de buscar algo con lo que apartarlo del todo. El caso es que regresó esquivando a la gente que a esa hora estaba de vinos y pinchos para volver a abalanzarse contra el hombre, ensangrentado y en brazos de su mujer, prendiéndole una pierna a ella. Volví a golpear y, tras un patadón, soltó definitivamente», cuenta.

Los testigos le califican de héroe mientras él, que aún cojea por el dolor que se causó en el pie, aclara que los héroes «son otros, y generalmente no se les reconoce». Caso de otro vecino –que ha preferido mantenerse en el anonimato– que ayudó a Carlos agarrando al animal del rabo –el otro perro lo sostenía el propietario mientras no paraba de pedir auxilio–. «Todo el mérito es suyo», dice.

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«Fue un accidente... El chaval (por el dueño) intentó por todos los medios sujetar a los perros, pero eran dos... estaba asustado, como todos los presentes», concluye el agente y hostelero mientras parte del vecindario se interesa por su estado tras vivir en primera persona una «película de terror» aunque en la vida real.

Se da la circunstancia de que Carlos Cubero, junto a un compañero de la Policía Local de Haro, recibirá en unos días la Medalla al Mérito Policial por salvar la vida a una bebé de 18 de meses durante el confinamiento –que se ahogaba por atragantamiento–.

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A sus 54 años de edad, este extremeño-riojano asegura haber vivido varias para contarlas. Algunas, como ésta, también fueron noticia. Como cuando en junio del pasado 2020 intervino, recién operado de la vesícula y de baja, en una reyerta con arma blanca en la calle Portales logrando reducir a quien portaba un cuchillo con el que había cortado a otra persona. Carlos dice, con el aplomo que acostumbra, que volvería a hacerlo. Una y mil veces. Las que hiciese falta.

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