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El año pasado por estas fechas, el bar Sebas de la calle Albornoz (una de las tres que forman el rosario conocido como Laurel) preparaba un gran 2017, pródigo en celebraciones. A finales de enero, conmemoró sus primeros 50 años de vida, siempre de ... la mano de Sebastián, quien llegó de Hormilla con su familia para transformar un establecimiento nacido bajo la denominación de La Pepita en un bar que pronto se hizo famoso por sus tortillas de patatas. Luego de esa efeméride, la organización de El Rioja y los Cinco Sentidos le homenajeó como emblema del Logroño castizo. Ayer, Sebas falleció a los 88 años; el funeral en su memoria será hoy a las 16.30 horas en Hormilla.
Con su pérdida, la calle Laurel se queda un poco huérfana, aunque los habituales ya se habían ido acostumbrando a su ausencia desde que dejó el negocio en manos de su hijo, Juan, quien añadió al espíritu fundacional una elogiada carta de vinos. Fue él quien acompañó a su padre el año pasado a recibir el tributo de toda la hostelería riojana en el homenaje rendido en Riojafórum, donde se leyeron unas líneas que plasmaban su legendaria figura y su contribución a la forja de la calle Laurel de antaño, propicia para el chiquiteo en mayor medida que su versión actual. Donde Sebas alcanzó una estatura enorme, por su gracia, simpatía y sentido de la profesionalidad despachando las golosinas que elaboraba Juana en la cocina. Y por cantar de vez en cuando aquellas jotas que la clientela fiel todavía añora.
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