Decibelios que se dispersan del centro de la ciudad a la periferia

Las mismas, aprobadas inicialmente el pasado marzo con la abstención del PP, se concretaron con una asistencia técnica en la que los datos de partida fueron las denuncias –amén de las quejas– registradas por ruidos –cruzadas con el número de actividades con limitador musical–, que una vez georreferenciados, mostraban un mapa aproximado de zonas para determinar las áreas donde realizar las mediciones necesarias. Y tales mediciones no hicieron sino confirmar las sospechas: que se incumplían los objetivos de calidad acústica en los tres periodos del día. Principalmente por la tarde y, especialmente, por la noche «en las zonas donde existen establecimientos de restauración y con horario especial».

Así, la propuesta estaba clara: dos zonas, dos, una que abarca la mayor parte del Centro Histórico con extensión a la zona de discotecas de Duquesa de la Victoria, Siervas de Jesús y Saturnino Ulargui –quedaría fuera avenida de Navarra–; y otra que comprende la calle Vitoria junto a un tramo de las calles Labradores y Fundición; y todo ello tras años de protestas vecinales en unas y otras áreas (donde, a la espera de actualizar las estadísticas de denuncias, se advierte de que no todo incumplimiento acaba en sanción, ni mucho menos).

Las alegaciones a las mismas no tardaron en llegar. Por un lado de la hostelería, pero también de vecinos a título particular, con hasta 461 firmas de apoyo solicitando la inclusión de calles como Herrerías, la travesía de Palacio y la plaza de Santa Ana (que a falta de oficializar la respuesta se considera que en ellas los problemas de ruido son por la presencia de personas que transitan o la existencia de grupos que realizan botellón o similar, lo que no condiciona la definición de ZPAE como tal, sino que es más propio de control policial).

Al respecto, las denuncias que se tienen en cuenta son las relacionadas con locales de ocio, con el ruido al exterior (ambiental), como por ejemplo terrazas, concentraciones de personas fuera de los establecimientos y ruidos producidos por las persianas y/o puertas de los locales o la música elevada. Y es ahí donde en el mapa constan otras sanciones en zonas donde se concentra actividad hostelera, más allá del centro de Logroño, con especial presencia de terrazas, y que lleva a los distintos vecindarios a levantar la mano.

Ya el pasado año, y elevado el asunto al Consejo Social, desde la Federación de Asociaciones de Vecinos se preguntó directamente por la zona de Siete Infantes de Lara, donde también hay quejas. A la misma, se suman otros lugares como el parque de San Adrián y la plaza Primero de Mayo, pasando por los distintos barrios desde Varea a El Arco, desde Los Lirios a El Campillo, o Cascajos, La Cava-Fardachón, El Cubo... tanto en la zona oeste, como en la este, con mayor concentración del problema según se avanza hacia el centro, pero con demanda de soluciones también en la periferia.

Y ello teniendo en cuenta que el estudio en cuestión, de finales de 2022, se hacía eco de las denuncias por ruidos durante 2006-2021 –mientras llegan, pues pedidos están, los datos de al menos el pasado ejercicio–.

«Nadie está en contra de la hostelería, faltaría más, pero aquí lo que se pide, llegados a este punto de desmadre, es aplicar las ordenanzas, que si no funcionan habrá que modificar», resume Julián Herráiz, desde la citada federación vecinal. Y es que el problema, a nadie se le escapa, tiene una doble vertiente y más tras la emergencia sanitaria provocada por el covid.

Así, por un lado está el ocio nocturno, al que ahora se suma el 'tardeo', actividades con un horario de cierre especial en el centro –y que lleva siendo durante años el caballo de batalla del Casco Antiguo, con el vecindario exigiendo un cambio de modelo que prime el carácter residencial de un barrio que solo aspira a ser uno más–; y por el otro, las terrazas, presentes por toda la ciudad –donde parece claro que, de entrada, parte del problema pasa por volver a los límites que había antes de la pandemia–.

Así lo estiman los distintos colectivos, pues muchas de las quejas vienen motivadas por las concentraciones en torno a las mismas (y el máximo de decibelios permitido es de 55 durante la noche y 65 el resto del día).

'Logroño Sin Ruidos' ya en 2012, amén de la aplicación de la ordenanza de ruidos, del cumplimiento real de los horarios «sin excepciones» y del control de la ocupación de la calle, añadía la necesidad de «mejorar la ordenanza de terrazas con restricciones claras». «Pero la ordenanza ahí sigue, y ya van...», protestan.