Hoy en día los mayores hacen tanto deporte como los jóvenes. Solo hay que darse una vuelta por cualquiera de los polideportivos municipales para comprobar la frenética actividad física de los usuarios de mayor edad. Se zambullen en la piscina, hacen sentadillas, bici... en definitiva, ... sudan la camiseta como cualquier veinteañero. Cada vez son más los que han cambiado las medicinas por el ejercicio y el sofá por el gimnasio. El declive terminará llegando, pero les cogerá con el chándal puesto. Diario LA RIOJA se citó esta semana en el polideportivo de Las Gaunas con una representación de esta nueva generación de abuelos. Concretamente con los tres usuarios de mayor edad del programa municipal Logroño Deporte.
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Tina es el ejemplo más claro de que la edad no es un límite para hacer deporte. Esta arnedana de nacimiento («llevo 50 años en Logroño»), que en marzo cumplirá 89, es un ejemplo a seguir. Está llena de alegría y optimismo, pero el ejercicio físico que viene practicando desde hace unos años hace el resto. Todos los martes y jueves cumple religiosamente con sus clases de gimnasia de mantenimiento en Las Gaunas y no se queda atrás. Menos algunos ejercicios de suelo, sigue el ritmo sin perder comba. Lo dicen sus compañeras y lo demuestra ella misma en un gesto espontáneo subiéndose a unas espalderas donde realiza un ejercicio de resistencia.
Es la usuaria de más edad de Logroño Deporte, y si ha sido capaz de ostentar este «honor», que desconocía hasta que se lo comunicaron desde las oficinas, es «porque toda la vida ha sido una persona muy activa y no quiero dejar de serlo». «En clase quiero ser una más, y me encuentro tan bien que se me olvida la edad que tengo, cuando termino me siento una campeona», afirma. Cocina, realiza las labores del hogar, pero ya no cose. «He sido toda la vida costurera, pero un día dije que ya no ponía ni un botón más...». A lo que no renuncia es a ir cada tarde al Casino, donde se queda hasta las diez.
Nadar es solo una de las actividades que le mantienen en forma y llena de energía a María del Carmen Jiménez. Tiene 87 años y un mensaje que quiere transmitir: «Cuanto menos te mueves, menos puedes... hay que hacer ejercicio» ¿Coincidencia? Ella como Tina también fue costurera, en su caso desde los 11 años. «Llega un momento que te das cuenta de que te has pasado la vida sentada, con la espalda horas y horas inclinada y, al final, la espalda está como está». También recibe clases de baile, pero puestos a elegir, se queda con las clases de gimnasia de agua en Las Gaunas. «Aquí no sudo». Ella disfruta cada minuto en el agua. «Sí, sé nadar, aprendí sola hace muchos años, pero aquí se hacen sobre todo ejercicios de gimnasia... pero eso sí, es una hora sin parar. Y lo cierto es que salgo como nueva». A ella esto le pone las pilas: «No puedo negar que me canso y, cuando llego a casa, te quedas un poco 'plof'. Pero me tomo un paracetamol, luego me siento en la butaca un rato y me quedo toda la tarde como una rosa». Se confiesa una mujer con mucha voluntad y tesón, pero sobre todo tiene alguien en quien mirarse: su marido. «Tiene 90 años, de joven ha andando mucho en bicicleta, y aun sale todos los días a caminar».
«Soy muy joven, solo tengo 84 años». Bromista por naturaleza, Manu Herce es muy popular en Las Gaunas por su simpatía, pero también por dedicarse en cuerpo y alma a hacer deporte, algo que le tiene ocupado toda la mañana. Llega muy pronto, a las ocho, y permanece dos horas en la sala de máquinas, luego le esperan tres cuartos de hora de taichi y, de ahí a la piscina, donde nada menos que una hora cada día. De hecho, zambullirse en el agua es lo que más le gusta. «Hago 125 largos sin parar... igual no está bien decirlo, pero aguanto mucho más que otros... la mayoría mete la cabeza mal, se cansan enseguida y me dejan la calle libre», se ríe. Cuando dejó su trabajo, primero en el campo en su Igea natal («he segado, trillado...») , y luego como transportista por toda Andalucía y luego por Guipúzcoa, tomó la decisión de que debía mantenerse ocupado. Unos años después está en condiciones de afirmar que cada día que pasa, se encuentra mejor. «¿Si seguiré viniendo a los cien? Si es para dar guerra, no», afirma.
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Una vida larga da para mucho, también para pasar por problemas, pero el deporte ayuda mucho. Es la reflexión que hace Encarna, de 77 años, y compañera de taichi de Manuel, que tras perder a su hijo hace cuatro años ha encontrado en la actividad física una tabla de salvación. «Los estiramientos me vienen muy bien, me relaja y desconecto», afirma esta mujer acostumbrada a tirar para adelante. «No queda otra, me quedé viuda hace 33 años con cuatro hijos». «No hay que cruzarse de brazos porque si no te hundes», es su consejo.
Junto a ella, esperando en una salita a que comiencen las clases de taichi de mayores de 68, se encuentra Adela. Según afirma, ella quiere seguir cumpliendo años pero con salud. Quien se jubile, opina, no puede dedicarse a descansar o ver la televisión. «La gimnasia te ayuda a estar activo, también relaja... a mí me viene bien para mover las articulaciones, a no estar tan rígida, pero sobre todo a controlar los dolores de espalda», su caballo de batalla. Jubilada desde el 2005, ha empezado este año por primera vez en Logroño Deporte. «Trabajé muchos años en la limpieza de Alcampo, pero en realidad llevo trabajando desde los ocho y, al final, todo se va acumulando».
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