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En el argot teatral, se denomina peine al artilugio formado por las distintas varas donde se cuelgan los focos, telones, patas, pantallas... Una especie de gran parrilla de dimensiones análogas al conjunto del escenario, en el caso del Bretón de Logroño. Al profano, semejante ... voz apenas le dirá nada. Y tampoco tal vez a los iniciados en esta disciplina, los aficionados logroñeses que por ejemplo se dan cita con motivo de cada función en el teatro logroñés. Pero bastaría con avisarles a unos y a otros de la importancia que semejante artefacto tiene para facilitar la puesta en pie de los espectáculos más ambiciosos, los que exigen una serie de requisitos técnicos hasta ahora vetados en el centenario coliseo de Logroño, para que cayeran en la trascendencia de la buena nueva que se aproxima: el acuerdo entre el Ayuntamiento y la propiedad del edificio ubicado en el número 8 de avenida de Portugal, que comparte la planta baja con el Salón de Columnas. De modo que el Bretón pueda disponer ya del peine que perfeccionará sus actuales prestaciones. Y en consecuencia mejorará su programación.
En paralelo a la operación urbanística que permitirá dotar al Teatro Bretón de unas instalaciones más adecuadas para albergar espectáculos con mayores exigencias técnicas, el venerable edificio de la calle homónima protagoniza otra ampliación: la que nacerá de la ganancia de superficie fruto del acuerdo sellado en su momento entre la alcaldesa Cuca Gamarra y el entonces ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. Por ese acuerdo, la Administración del Estado cedió al Ayuntamiento logroñés el edificio vecino: las dependencias construidas en su momento para otra ampliación, la del Palacio de Justicia que hace esquina con Víctor Pradera. Esa operación dotará de una nueva identidad al teatro. No sólo permitirá mejorar las actuales instalaciones, sino que dispondrá de un escenario más pequeño, alternativo a la gran sala tradicional: un espacio proclive a pequeños espectáculos, con un aforo más reducido, apto para programas como 'El Bretón con la Escuela', de fomento del público infantil, o funciones protagonizadas por apuestas más minoritarios, para el público en general. El acuerdo con el Gobierno central figura entre las medidas incluidas en el Presupuesto del Estado del 2019 hecho público la pasada semana. Ahí se consigna una partida para la redacción del proyecto de ampliación, que incluye mejoras largamente añoradas: por ejemplo, dotar al edificio en su conjunto de una más adecuada accesibilidad. Un «ambicioso» proyecto, en palabras de la alcaldesa, Cuca Gamarra, cuando lo presentó en mayo del 2017. Un nuevo espacio para la cultura: se llamará Sala Bretón de los Herreros.
La Junta de Gobierno del Ayuntamiento, propietario del conjunto del edificio teatral, tiene previsto aprobar en su próxima reunión el acuerdo alcanzado con la promotora, que obliga a una modificación puntual del Plan General Municipal «para establecer nuevo uso dotacional público en el fondo, manteniendo en el resto el uso residencial con una nueva volumetría», según el documento al que ha tenido acceso este periódico. En resumen, que la curiosa configuración de la propiedad del edificio compartida entre la promotora privada (dueña del conjunto del inmueble, casi en su entera totalidad) y el Ayuntamiento, dueño por su parte de la planta baja donde se ubica el Salón de Columnas, obligaba a una operación urbanística no menos peculiar: para aumentar la edificabilidad de la casa con una altura más, que de este modo uniformizaría la alineación con los edificios vecinos que sí disponen de esa planta adicional, se cede en compensación un espacio al Ayuntamiento para ampliar el escenario. Esos metros cuadrados de fondo que se añadirán a la planta baja y permitirán mejorar no sólo los accesos de carga y descarga para los espectáculos, sino que además favorecerán una añeja aspiración de las gentes del teatro logroñés: unas mejores posibilidades técnicas que permitan un peine más amplio.
Construido Construido por el arquitecto Félix Navarro, el Teatro Bretón se inauguró el 19 de septiembre de 1880, con un aforo cercano a las mil butacas.
Arrasado por el fuego en 1979, tras largos años cerrado fue remodelado a partir de 1986. En mayo de 1990 reabrió sus puertas. Es de propiedad municipal.
No sólo eso. También otra vieja reivindicación largamente acariciada será posible: como ese espacio que se ganará hacia avenida de Portugal llevará en esa misma dirección el escenario, hacia un fondo de mayores dimensiones, la embocadura del teatro aumentará al mismo tiempo su altura. Y también se podrá ampliar el foso de la orquesta, con las consecuencias imaginables: espectáculos hasta ahora imposibles de presenciar en la ciudad porque su Teatro carece del espacio necesario para los músicos podrán deleitar a los aficionados logroñeses. Por ejemplo, algunos musicales. O espectáculos en general de gran formato, como los grandes ballets.
La operación lleva aparejada, según el documento cuya aprobación inminente aguarda en el Ayuntamiento, el uso residencial del inmueble una vez resuelta la compensación de edificabilidad con la propietaria. Respetando su señorial fachada, un hermoso ejemplo de la arquitectura finisecular obra de Fermín Álamo, adaptada a las exigencias del siglo XXI. Según el concejal Pedro Sáez Rojo, consultado por Diario LA RIOJA, se trata en resumen de «una gran operación para el Ayuntamiento».
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