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Diversos grupos de turistas en la calle Laurel y alrededores. Irene Jadraque
«Si llueve, mejor; así estamos más anchos»

Turistas por La Laurel en Semana Santa

«Si llueve, mejor; así estamos más anchos»

Las zonas de pinchos son paradas obligatorias para los turistas que visitan Logroño tanto en Semana Santa como el resto del año

Iñaki García

Logroño

Domingo, 31 de marzo 2024, 08:18

Falta poco para que en el reloj den las dos de la tarde y en la calle San Agustín ya empieza a verse movimiento. Por Bretón de los Herreros, mientras, se escucha cada poco tiempo el ruido que hacen las ruedas de las maletas. Turistas que van llegando a Logroño mientras otros ya están instalados, como una pareja que va mirando el móvil. «El Espolón está a tres minutos», le dice él a ella, justo al pasar por la entrada a La Laurel. El olor a champiñones, patatas bravas, embuchados y otros muchos manjares hace que sus planes cambien y deciden bajar a la emblemática zona de pinchos para disfrutar de su gastronomía.

Allí se encuentran con otros muchos turistas. «No os va a costar encontrarlos», comenta un grupo de logroñeses al periodista y a la fotógrafa. «Sobre todo, hay muchos vascos», añaden. No les falta razón. Ni en lo uno ni en lo otro, puesto que a las puertas del Museo de La Rioja están José Mari, Raquel y sus dos hijos. Son de Vitoria, pero tienen familia en La Rioja. «Entre Logroño y Nájera», señala ella, quien define a la capital riojana como una ciudad «pequeña, acogedora y cercana».

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Ellos ya conocen la zona y ven La Laurel como parada obligatoria, pero no la única en su recorrido. «Queremos ir a las cuevas de Nájera, al Barranco Perdido, a las pozas de Arnedillo y visitar Arnedo», enumeran. «Y también tenemos intención de montar a caballo en Navarrete», añaden. Muchos planes sin olvidar «el champi del Soriano», su pincho favorito de la ciudad.

«Logroño es una ciudad pequeña, acogedora y cercana». Así define la capital riojana una pareja de Vitoria

El cielo amenaza lluvia, pero eso no ha impedido que Marta y Éric se acerquen a Logroño desde Madrid. «Si llueve y hay gente que no sale de su ciudad, casi que mejor porque así estaremos más anchos», admite él justo después de pararse a mirar uno de los muchos carteles de los bares de La Laurel mientras piensan a qué hincarle el diente. «Hemos venido por el tema de la gastronomía; queríamos visitar alguna bodega, ya conocíamos la calle Laurel y teníamos ganas de volver para disfrutar de los pinchos y las tapas», expone Marta, quien no duda en señalar lo mejor de esta tierra. «La comida y la gente», sentencia.

Irene Jadraque

No muy lejos de ellos, un grupo de chicas jóvenes comen en la calle en torno a una mesa. Se les diferencia y no hay que pensar mucho para saber que van de despedida, como otros muchos grupos que pueblan las zonas de pinchos de la ciudad durante los fines de semana. También en Semana Santa. La que se casa es Ane y todavía no tiene muy claro cuáles son los planes que han pensado sus amigas para ella. «Vamos a ir a una bodega y a hacer otras cosas que no le podemos decir», comenta una de sus acompañantes. Tanto ella como el resto no dudan a la hora de explicar por qué han elegido Logroño para esta celebración. «Aparte de por comer y beber, por el ambiente que hay que es muy parecido al de nuestra zona», explican las chicas, llegadas desde Urbieta, «un pueblo muy cerca de Donosti».

Desde México

Tenían razón las primeras mujeres. La cercanía hace que muchos de los visitantes provengan del País Vasco, pero los hay que vienen de lejos. De mucho más lejos. No en vano, después de hablar con las de la despedida, el periodista y la fotógrafa encuentran a una chica haciendo una foto al mural de María de la OLejárraga. «¿Sois turistas?», le preguntan. «Sí, pero yo no quiero salir en el periódico, aunque tenemos dos amigas que son de México y seguro que quieren», les responde. Dicho y hecho. Mariola y su hija, del mismo nombre, no tienen problemas en contar por qué están en Logroño. «Vinimos a Madrid a visitar a la familia y, como queríamos conocer La Rioja, cogimos el coche y nos acercamos», exponen.

«El ambiente aquí es muy diferente al de nuestro país. Allí no se está tanto en la calle», cuentan dos mexicanas

No en vano, según cuentan, en México el vino de Rioja tiene «mucha fama» entre la gente. «Igual que la calle Laurel», apostillan. Ellas aún no la conocen, pero tienen ganas de ver qué se encuentran. «Pinchos, copas de vino... Venimos a fluir porque el ambiente es totalmente diferente al de nuestro país: allí no se está tanto en la calle», destacan.

Las dos Mariolas se adentran en las callejuelas de pinchos. Se topan con grupos de amigos y con familias como la que forman Marc y Ana junto a dos pequeños, Gerard y Blanca. A ellos tampoco la lluvia les ha echado atrás sus planes, que circulan a bordo de las ruedas de su autocaravana. «Venimos desde un pueblo a las afueras de Barcelona y estamos haciendo una ruta por el norte», cuentan. «Queríamos hacer parada en Logroño porque ya habíamos estado otras veces y es una ciudad que nos gusta mucho, así como su gastronomía», admiten.

Dos días van a estar en Logroño y también quieren visitar una bodega y disfrutar de los monumentos de un enclave que consideran idóneo para visitar en Semana Santa. «Para nosotros estas fechas son perfectas; es cuando más tiempo tenemos», analizan.

Ellos son un ejemplo de la variedad de visitantes que han elegido La Rioja para estas vacaciones. Más allá de las procesiones, la gastronomía y el vino son dos de las razones que más les atraen de esta tierra. Por eso la mayoría tienen en las zonas de pinchos una visita marcada en rojo. ¿Dónde hay turistas? Allí seguro que sí.

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