Tres de cada diez plazas para visitantes en La Rioja son de viviendas de uso turístico

Ante la novedad, las estadísticas oficiales no van más que seis años atrás. El concepto de vivienda de uso turístico era algo extraño no hace demasiado tiempo, sin embargo, el debate creado en torno a este tipo de negocios está ahora de constante actualidad, creciendo al mismo ritmo que su popularidad. Los primeros datos reflejan que La Rioja contaba con 480 establecimientos registrados como viviendas de uso turístico hace seis años. En 2023, esa cifra prácticamente se ha triplicado, hasta las 1.417, un importante impulso después del lógico estancamiento pandémico. Además, la región registra 128 casas rurales, 82 hoteles, 81 apartamentos, 76 pensiones, 35 hostales, 32 albergues turísticos, 9 de peregrinos y 8 campings.

En cuanto a plazas, las viviendas ofertan actualmente 8.786, el mayor grueso de la oferta regional, un 31% del total, por encima de los campings (8.067) y hoteles (5.114). Y es que mientras que el resto de negocios se mantienen estables en su capacidad para acoger visitantes, las viviendas de uso túristico y los apartamentos han duplicado sus plazas en un lustro.

Junto a esta realidad han nacido controversias sobre modelos turísticos, zonas de alta concentración, aumentos de precios, desplazamiento de vecinos por visitantes... Susana Díaz, presidenta de la Asociación de Viviendas de Uso Turístico en La Rioja (Arvutur), opina que «en ciertas zonas puede existir una problemática, pero si la hay es con el turismo en general, no con nuestro modelo. No sabemos muy bien por qué viene impulsado este debate».

La pasada semana, el Ayuntamiento de Logroño, ciudad en la que se concentran 687 de estos establecimientos, mostró su intención en Pleno de profundizar en la regulación de los pisos y apartamentos turísticos, que desde 2021 están limitados a plantas bajas, entreplantas, primeros y edificios al completo. La presidenta de Arvutur no se muestra contraria a estas intenciones, reconociendo que «es evidente que ha habido un 'boom' porque es un tipo de negocio nuevo que hay que regular para no saturar, pero no de viviendas, sino a nivel de todo el turismo para que tenga una buena convivencia con la ciudad».

En la capital riojana, la mayor parte de pisos turísticos se concentran en el Casco Antiguo, del mismo modo que lo hacen nuevos apartamentos con bloques al completo, entre las quejas de los vecinos de la zona. Israel Rodríguez, del colectivo Todo al Rojo, señala que este modelo «condiciona la vida cotidiana y los servicios que se ofrecen en el Casco Antiguo, que están dirigidos al turista y no al habitante».

Además, el auge de estos pisos profundiza en la problemática de la oferta de la vivienda, especialmente en el acceso al alquiler, cada vez más escaso y encarecido. «Apartamentos y pisos turísticos copan el mercado y condicionan el precio. Nos preguntamos por qué esas viviendas no son dedicadas a alquiler de larga estancia, algo que enriquezca verdaderamente el Casco Antiguo. Es importante regular esta cuestión y no dejarlo de la mano del mercado, así como ofrecer ayudas a propietarios para reformas y alquiler», señalan desde Todo al Rojo. Por su parte, Susana Díaz, presidenta de Arvutur, aporta que «en algunas zonas de Logroño donde apenas hay viviendas turísticas tampoco hay casi alquileres, no somos la causa de este problema».

El debate sigue ampliándose y un nuevo foco de confrontación se abre ahora en las comunidades de propietarios. Juzgados de todo el país están dirimiendo disputas entre vecinos y particulares o sociedades pretendientes a instalar pisos turísticos. Hace dos meses se convirtió en viral una sentencia del Tribunal Supremo que daba la razón a dos comunidades en su prohibición a que sus edificios acogiesen viviendas de uso turístico, enmarcándolas como actividad económica. Sin embargo, esta resolución tenía sus matices, y es que para ello, los estatutos de la comunidad debían recoger expresamente la posibilidad de prohibición.

La Ley de Propiedad Horizontal (LPH) es algo más ambigua y de esa falta de concreción llegan las interpretaciones: «El acuerdo por el que se limite o condicione el ejercicio de la actividad (...) requerirá el voto favorable de las tres quintas partes del total de los propietarios que, a su vez, representen las tres quintas partes de las cuotas de participación». La comunidad puede, según la legislación y con esa mayoría de 3/5, limitar la instalación de pisos turísticos, pero no se habla expresamente de prohibición y ahí surge el debate.

En Logroño, una comunidad de propietarios se encuentra inmersa en un proceso judicial en la Audiencia Provincial para tratar de frenar la implantación de pisos turísticos en su bloque. El abogado Guillermo Larrondo Lizarraga, que la representa, señala que «unos se acogen a que limitar no es sinónimo de prohibir, mientras que otros opinan que el sentido es el mismo y que el legislador al modificar en 2019 la mayoría necesaria en la LPH lo hacía con esa intención, y así lo entendemos en nuestro caso». La sentencia en primera instancia, explica el abogado, reconoce criterios contradictorios en distintas audiencias provinciales, que han fallado tanto en el sentido de equiparar limitación con prohibición (Málaga o Cantabria) como en el opuesto (Vizcaya o Madrid). La Audiencia Provincial riojana aún no ha dictado sentencia, mientras algunos casos esperan a ser resueltos en el Supremo, que puede marcar la pauta al crear jurisprudencia.

Además, la Dirección General de Seguridad Jurídica y Fe Pública (antes llamada de Registros y Notariado)está aceptando la inscripción de acuerdos de prohibición de arrendamientos turísticos con esa mayoría de 3/5 que establece la LPH, sin ser necesaria unanimidad. Así lo están haciendo varias comunidades de propietarios en Logroño, que recientemente han modificado sus estatutos para impedir la instalación de estos negocios.

«En el Casco Antiguo ha surgido interés entre vecinos sobre esta posibilidad», expone Israel Rodríguez, de Todo al Rojo, mientras que Susana Díaz, de Arvutur, concluye que «un piso turístico no da más problemas que un alquiler tradicional ni más inconvenientes que un mal inquilino, la mayor parte es gente que tiene una convivencia normal».