Las trabas que se suman al cáncer
Discriminación ·
Cuatro riojanas desgranan los impedimentos que sufren para encontrar un empleo o contratar un seguro tras haber superado la enfermedadDiscriminación ·
Cuatro riojanas desgranan los impedimentos que sufren para encontrar un empleo o contratar un seguro tras haber superado la enfermedadGema Vigaray superó hace seis meses el cáncer de mama que le diagnosticaron en 2021, pero no sus secuelas, que le acompañarán el resto de su vida. A sus 48 años, sufre un cansancio extremo, dolores articulares y sofocos, que le obligaron a dejar atrás ... muchas cosas, como su trabajo como camarera. «Me veo totalmente limitada para desempeñar cualquier trabajo que requiera un esfuerzo físico, pero eso no lo valora el tribunal médico como una limitación», explica.
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A pesar de su malestar, se encuentra inmersa desde hace medio año en una angustiosa y compleja búsqueda de empleo, en la que se ha cruzado con varias vacantes y ha tomado parte en una entrevista para un puesto en hostelería, a la que llegó a través del INEM. Sus sensaciones eran buenas, hasta que solicitó el puesto que ofrecían a media jornada. «Les expliqué que era porque había tenido cáncer y me respondieron que no les interesaba, porque seguro que faltaba para asistir a las citas médicas y revisiones».
Verónica Santibáñez
Superó el cáncer de mama
Gema Vigaray
Superó el cáncer de mama
Su frustración no podía ser mayor. «Me sentí incomprendida, estigmatizada, ninguneada y triste. Es muy doloroso pensar que, con 48 años, no soy válida para trabajar en ningún área por haber padecido una enfermedad que nadie elige». Sobre todo, porque «tenemos derecho a un trabajo a medida de nuestras limitaciones, porque no es que no queramos trabajos duro o a jornadas completas, sino que el cuerpo no responde».
A Davalillo Román el cáncer le imposibilitó mantener su puesto de trabajo. «Me tocaba renovar el contrato, pero no sabía qué tratamiento iba a tener ni cuánto tiempo iba a estar de baja. Mis jefes me dijeron que no me preocupara, que ya hablaríamos tranquilos más adelante». Pero pronto todo cambió. «En cuanto me operaron me comunicaron que como no sabían el tiempo que iba a estar de baja, no me renovaban», critica.
Davalillo Román
Superó el cáncer de mama
Natalia Díaz
Meningioma occipital y cáncer de endometrio
De ahí el maremágnum de emociones. «Sentí mucha rabia al ver que me quedaba sin trabajo, pendiente de muchas pruebas, porque en esos momentos necesitas mucha ayuda y no que te quiten de en medio, que dejen de pagarte y que te digan que cuando estés bien y te recuperes, les llames». Sobre todo, porque «tengo hijos y tienen que comer, además de una hipoteca, y con el sueldo de mi marido no da para todo; menos mal que tengo una familia que nos apoya mucho». Porque haber tenido cáncer «no significa que vaya a estar mala toda la vida o que no soy apta para un trabajo, sino que voy a tener revisiones (primero cada tres meses, luego cada seis y después, una al año) y que tengo algunas limitaciones», asegura mientras expone que «a ver a qué empresa voy a pedir trabajo y decirles que he pasado un cáncer; me van a rechazar por pensar que el día de mañana voy a faltar».
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Irene Echazarreta
El calvario de Natalia Díaz se acrecentó hace ya doce años. Al poco de que la jubilaran con una incapacidad absoluta por un meningioma occipital que nunca le pudieron extirpar por completo, descubrió que un año antes había contratado «sin saberlo» un seguro de vida con el crédito hipotecario. Trató de reclamar la indemnización que le correspondía por la incapacidad, pero perdió la batalla judicial. «Me dijeron que había mentido en el cuestionario, que había puesto que no tenía cáncer, cuando yo no había rellenado nada; y que por el cáncer no tenía derecho a un seguro de vida». Intentó mantenerlo o conseguir otro, pero no lo consiguió. «No me dejaron renovarlo porque dijeron que soy de alto riesgo, y si solicitas otro, como te piden el historial médico, si ven que tienes cáncer no te lo dan». «No lo entiendo, es una injusticia más, porque en vez de ayudarte te ponen la zancadilla». Como ella, Verónica Santibáñez también se ha encontrado con muchas trabas. «Me han llamado para ofrecerme un seguro médico y, en cuanto les dices que eres paciente oncológico, da igual que estés en remisión, que te dicen que ya te llamarán en otra ocasión, que no te sirve su seguro», critica.
A Lucía –nombre ficticio– le diagnosticaron hace dos años un cáncer de mama triple agresivo, un golpe muy duro, que trató de combatir y superar, a pesar de los obstáculos que se cruzan por su camino. De hecho, intentó que le concediesen una hipoteca para una segunda vivienda, pero no lo logró, porque «debía disponer de un seguro de vida y no te lo hacen si has tenido cáncer». Sí que conserva, no obstante, un seguro que contrató con la hipoteca de su primera vivienda, pero no lo puede cancelar ni mejorar. «Me es imposible mejorar las condiciones o cambiarme de compañía, porque te exigen firmar una declaración responsable de tu estado de salud y, en cuanto dices que has atravesado un proceso oncológico, no te aseguran ni te modifican las condiciones». Pero sí que le suben las cuotas. «Ahora pago diez euros más al mes y, de seguir subiendo, no me podría permitir el lujo de dejarlo porque no me van a asegurar en otra compañía». Por eso, apunta que «deberían prescribir estas enfermedades con los años, porque encima que atraviesas una situación malísima, se suman todos estos obstáculos».
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