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Logroño sorteó este domingo una tragedia mayúscula. Un hombre falleció tras una explosión de origen desconocido que se produjo minutos antes de las 18 horas en un quinto piso del número 76 de la calle Pérez Galdós de Logroño. Por fortuna, el siniestro no provocó ... el derrumbe del edificio ni un incendio y tampoco hubo que lamentar heridos.
La fuerte detonación, que precipitó a la víctima al patio interior de la comunidad, obligó a desalojar durante tres horas y media a todos los vecinos del inmueble, el mismo tiempo en el que estuvo cortado al tráfico el tramo entre Vélez de Guevara y Rey Pastor. Finalmente, solo los residentes de dos viviendas tuvieron que ser realojados por el Ayuntamiento: los del 5D, piso colindante al siniestrado, por los daños sufridos (desapareció una de las paredes) y los del 3C, cuya propietaria se encontraba muy afectada, ya que había presenciado cómo el cuerpo de la víctima mortal caía al vacío.
El fallecido, de 40 años y nacido en Logroño, tenía alquilado el 5C. Vivía solo, según los vecinos, y «no mantenía mucha relación» con el resto de los residentes. La explosión provocó un socavón en la fachada que da al patio de luces, donde se localizó el cadáver, así como restos de ventanas y abundantes escombros.
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Según confirmó el Ayuntamiento, la Policía Local de Logroño recibió el aviso telefónico de «una gran explosión» en la calle Pérez Galdós a las 17.47 horas. Varias dotaciones se personaron en el edificio para ayudar a los vecinos a desalojar la finca y socorrer a posibles heridos. Finalmente los servicios sanitarios solo tuvieron que atender a una mujer por una crisis de ansiedad.
Al lugar del suceso asimismo acudieron dotaciones de la Policía Nacional y del TEDAX, especialistas del Cuerpo en explosivos. También de los bomberos que, además de recuperar el cadáver, trabajaron junto a los técnicos municipales en las labores para testar los posibles daños sufridos por la estructura, y miembros de los servicios sociales del equipo SUS.
Los vecinos afectados, entre tanto, aguardaban noticias y facilitaban sus datos personales a los investigadores justo en la acera de enfrente del inmueble siniestrado.
Entre ellos, Asunción, del 3C, quien todavía muy conmocionada explicaba que el estallido había sido «tremendo» provocando en su piso «el destrozo de cristales y persianas». El ruido fue «enorme» y luego la gente empezó a «chillar».
Sobre las 20.30 horas, y una vez que los servicios funerarios retiraron el cuerpo de la víctima, el concejal de Servicios Sociales, Iván Reinares, informó personalmente a los residentes de que el edificio no había sufrido daños estructurales (algunas puertas desencajadas, eso sí) y que podrían podrán volver a sus casas antes de caer la noche. Si alguien necesitaba acceder en esos momentos para «algo urgente», como por ejemplo coger medicinas, debía ir acompañado de un agente de la Policía Local.
Aunque la vivienda siniestrada utilizaba gas butano (agentes policiales sacaron varias botellas del inmueble a última hora de la tarde), el edificio cuenta con instalación de gas natural. Una vez que los técnicos del gas revisaron las conexiones y comprobaron que todo estaba correcto, las viviendas recuperaron el servicio, excepto la mano C –la del piso en el que se produjo la detonación–, cuya infraestructura quedó descolgada de la fachada. El ascensor también volvió a funcionar con total normalidad.
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