Cuando aparece Manal como usuaria del centro de acogida de Logroño da la sensación de que se ha equivocado de lugar, de que este no es su sitio. A sus 19 años, esta marroquí procedente de Jaén ha vivido, por desgracia, lo que por fortuna ... no hemos sufrido la mayoría con el doble o más edad. «Cuando cumplí los 18 mi padre murió y mi padrastro no me quería en casa, así que me vine a Nájera con mi hermano, que sólo se pudo hacer cargo de mí un mes, y me tuve que buscar la vida», cuenta con una incómoda normalidad.
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En un locutorio de Logroño conoció a un trabajador de Cáritas que le puso en contacto con una trabajadora social y entró en el albergue municipal. «Me soltaron a la vida cuando no sabía nada», resume acertadamente como el pollo desplumado que se ve obligado a volar. Ahora está embarazada de cuatro meses y para ella se abre un mundo nuevo, el contador a cero, la vida por partida doble. Acude al centro de educación de personas adultas Plus Ultra porque quiere acabar la ESO, ha trabajado en hostelería, que reconoce que «es muy dura», pero su ilusión es poder ser agente de policía.
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«Cuando vine aquí yo era la más pequeña y tenía miedo, pero ahora me llevo bien con todos. Aunque tengo ataques de ansiedad, me relajan y hay una mujer que me cuida», confiesa Manal. Por si fuera poco lo vivido, añade que su madre, arrepentida, quiso volver a contactar con ella dos veces. La primera Manal volvió a Jaén. «No quise estar allí porque ya no soy la misma que se fue, aquí me dan mucho cariño y ya no aguanto cosas que antes aguantaba. Allí no me valoraban y me fui», recuerda tajante, sabedora de que otra realidad es posible. Después, su madre y un hermano vinieron a Logroño y al verla de la mano con su novio el reencuentro... no fue idílico.
«Mi novio también estuvo aquí y es un gran apoyo para mí. Los dos queremos trabajar e independizarnos», desea Manal. Claro que, con el bebé que espera, también necesitará ayuda porque ella carece de red familiar, como la mayoría de los que acceden a los recursos de los servicios sociales. Para estos casos existe el 'Proyecto Concilia', en el que se ayuda en el cuidado de los niños durante las jornadas laborales. También hay programas de alojamiento en viviendas tuteladas para promocionar la autonomía. Son pasos que Manal quiere dar con toda la vida por delante. «Quiero una vida normal, no pido mucho», desea dulcemente con una conmovedora mezcla de candidez y ambición.
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