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Pintada en una de las calles del centro histórico de Logroño. SONIA TERCERO
La Rioja no pinta tan poco

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Vandalismo ·

La Fiscalía podrá endurecer las penas por los grafitis en bienes patrimoniales, pintadas en auge que junto al resto de actos vandálicos supusieron solo en Logroño una factura extra de 26.215,25 euros en 2021

Carmen Nevot

Logroño

Domingo, 25 de septiembre 2022, 02:00

El pasado agosto, dos supuestos grafiteros fueron denunciados por realizar pintadas en las verjas de al menos cinco establecimientos, en diversas fachadas y en mobiliario urbano en Logroño. Contenedores, persianas y paredes fueron pasto de un grupo de incívicos. Pocos muros duran inmaculados. Los vándalos aprovechan la sensación de impunidad de la madrugada para garabatear la ciudad, sabiendo, además, que de ser pillados la 'broma' les saldrá relativamente barata, al menos hasta ahora. Una sentencia del Supremo abre la puerta a que la Fiscalía pueda pedir penas de hasta tres años de cárcel para los grafiteros que dejen su estampa en un bien patrimonial. El alto tribunal argumenta que aunque se limpie de forma inmediata, los productos que se emplean pueden dañar el bien mancillado.

En concreto, en Logroño no hay una partida específica para la limpieza de los grafitis, está incluida en parte en el contrato con el servicio de limpieza de la ciudad, la UTE Logroño Limpio (8,3 millones), y en una factura 'extra' de vandalismo que solo el año pasado y exclusivamente en la capital nos costó un total de 26.215,25 euros.

Lo cierto es que las pintadas son un fenómeno en franca escalada en el que la Policía Local juega un papel fundamental. De hecho, por sus firmas tiene identificados a quince grafiteros habituales. En 2020, según la información facilitada por el Ayuntamiento de Logroño, se limpiaron 466 grafitis y en lo que va de año se han borrado 586 pintadas en marquesinas, muros, escaparates... «El problema es que en espacios privados nosotros no podemos intervenir a menos que lo soliciten», explica José Manuel Zúñiga, concejal del Medio Ambiente.

El edil es consciente de que se trata de un fenómeno en aumento, sobre todo a raíz de la pandemia que nos obligó a sucesivos confinamientos. «La gente ha salido como si quisiera romper todo». La solución a un problema que va más allá de la estética y toca de pleno en lo económico no es sencilla. A su juicio, pasa por la educación ambiental, por explicar «que lo que es de la ciudad es de todos y, por tanto, cualquier caso y acto de vandalismo lo pagamos todos los ciudadanos, incluso ellos, los que lo hacen». Y aunque a día de hoy no impacte directamente en sus bolsillos porque generalmente son jóvenes que no pagan impuestos, «el día de mañana los van a pagar», advierte.

Lo que valen las cosas

72 euros

72 euros

El precio de un aspersor es de 72 euros. El año pasado se repusieron 13 en el parque del Ebro y la factura por este tipo de vandalismo ascendió a 940 euros.

50 euros
Cabeza de caballo

50 euros

Reponer la cabeza de un caballo balancín de un parque infantil cuesta 50 euros.

158,65 euros
Columpio

158,65 euros

La factura por cambiar el asiento plano de un columpio asciende a 158,65 euros.

55,96 euros
Banco de granito

55,96 euros

eparar un banco de granito tiene un coste de 55,96 euros para las arcas del Ayuntamiento.

68,65 euros
Banco de piedra

68,65 euros

Cambiar la meseta de un banco de piedra como los del parque de los Enamorados cuesta 68,65 euros.

38,65 euros
Pedal biosaludable

38,65 euros

El coste por reponer un pedal en un parque biosaludable es de 38,65 euros.

La fórmula para evitar estos desaguisados también pasa, en opinión de Zúñiga, por «convencernos de que la ciudad es un apéndice de nuestra casa y tenemos que cuidarla igual». A pocos se les ocurre pintar las paredes de su piso o incluso tirar una colilla al suelo como sí hacen en la calle. Aunque esto último poco o nada tiene que ver con el vandalismo, da idea de la diferente forma de actuar dentro y fuera del hogar. «En casa tienes un cenicero, apagas allí el cigarro y no lo tiras al suelo. Es un poco de educación», insiste.

En la capital, aunque el fenómeno de los grafitis está extendido por toda la ciudad –pocos muros se libran de las pintadas– hay zonas más castigadas como el parque del Ebro y el casco antiguo. La limpieza de los garabatos va por zonas, salvo si es ofensivo. En ese caso, se actúa rápidamente, aunque por fortuna no es habitual.

Como en todo, en esta cuestión también hay clases y hay pintadas y pintadas. Es necesario diferenciar entre los garabatos sin ton ni son con los que sus autores quieren dejar constancia de su firma hasta en el rincón más recóndito de la ciudad y las obras de arte que, por ejemplo, 21 jóvenes creadores, de 18 a 25 años han plasmado en cincuenta cajas de registro de luz en Logroño, en el marco del proyecto 'Luces de la ciudad'. Se trata de una reciente intervención artística promovida por el Ayuntamiento, a través de la Unidad de Juventud.

Un contenedor, 1.200 euros

Más allá de los grafitis, el vandalismo no deja títere con cabeza y encima nos sale caro. Justo antes de San Mateo, la noche previa a su estreno, el monumental búho de 328.000 euros que corona la zona de juegos infantil de la plaza Primero de Mayo fue pasto de los vándalos. Ni veinticuatro horas duró intacto. Como Atila, un grupo de incívicos pasó por la zona dejando su huella. Días antes, los bárbaros pusieron el ojo en la obra 'Intersección', de Germane Barne, instalada en el cruce de Daniel Trevijano con la Gran Vía en el marco de 'Concéntrico'. Rompieron las plantas, se colgaron de las cuerdas y tiraron el cartel.

La lista de desperfectos es larga, aunque los grandes damnificados de los actos vandálicos son los contenedores de basura. Para hacerse una idea de la factura cada vez más extensa, la reposición de cada contenedor incendiado o destrozado cuesta de media unos 1.200 euros. El año pasado fue necesario sustituir 20 y en lo que va de 2022 hasta el pasado 31 de agosto, una docena.

La Policía Local de Logroño tiene identificados, por sus firmas, a quince grafiteros habituales

En 2021 se limpiaron 466 pintadas en la ciudad y en lo que va de este año se han borrado 586

A modo de ejemplo, la sustitución de una cabeza del caballito de un balancín cuesta 50 euros; sujetar una tabla de un banco de madera, 18,65, y sustituir una meseta de un banco de piedra en el parque de los Enamorados, 68,65 euros.

En ese goteo continuo de actos vandálicos sobre el mobiliario público entran los desperfectos en los parques biosaludables. Solo reponer un pedal de uno de estos elementos cuesta 38,65 euros y arreglar un banco de granito, 55,96.

Los bancos de madera son objetivos recurrentes del vandalismo. Así por ejemplo, el año pasado para reponer siete tablas que habían sido destrozadas en uno de estos bancos en el barrio de Yagüe fue necesario desembolsar 66,50 euros; y 158,65 euros para sustituir un asiento plano de un columpio.

Pero por encima de todos estos elementos urbanos, los gamberros se cebaron con los aspersores. Sustituir cada uno de los que son destrozados o sustraídos cuesta 72 euros. Así que reponer los trece que el año pasado se llevaron del parque del Ebro costó a las arcas municipales 940 euros.

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