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Hay reglas sencillas para el uso de la penicilina, usarla sólo para los microbios que sean vulnerables a ella, aplicar la dosis indicada y que el tratamiento dure lo suficiente para eliminar la infección, siguiendo estas reglas todos quedarán satisfechos, de lo contrario, el resultado ... será decepcionante». La frase la pronunció Alexander Flemming en 1945 al recoger el Nobel de Medicina por sacar 'oro' del moho y «nos ha costado más de 60 años entenderla», quien así se expresa es José Manuel Azcona, investigador del Área de Microbiología Molecular del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR), embarcado junto a la administración, la Universidad de La Rioja (UR), científicos, expertos profesionales del Hospital San Pedro y el servicio de Epidemiología en una cruzada para hacer frente a la resistencia a los antibióticos, una amenaza global que, según las estimaciones que efectúa la Organización Mundial de la Salud (OMS), se cobra en España unas 2.500 vidas al año. Para el 2050, calculan que las muertes por los efectos de las bacterias multirresistentes podrían alcanzar las 40.000 en todo el país, si no se ponen las medidas adecuadas.
En enero del 2017 una mujer fallecía en EEUU por una bacteria resistente a los antibióticos. La paciente, que se infectó en un hospital de la India donde fue atendida por una fractura de pierna, había sido tratada sin éxito con 26 fármacos diferentes. El caso, que desgraciadamente no es aislado, provocó que la opinión pública se llevara las manos a la cabeza e intensificó los temores de una pérdida de eficacia de los antibióticos, lo que haría muy peligrosas infecciones que hoy en día son benignas.
España está a la cabeza de la Unión Europea en consumo de antibióticos y eso pese a que en el último año lo ha reducido el 4,3%. En La Rioja el escenario es algo más favorable. El hecho de que las habitaciones del Hospital San Pedro sean individuales juega a favor porque se evita, en primera instancia, que se propaguen las infecciones nosocomiales, es decir, aquellas que se adquieren durante la asistencia sanitaria, y, por tanto, no hace necesario el uso extendido de antibióticos para atajar esa infección. No ocurre así en otras comunidades.
En septiembre del 2016, en Murcia, una veintena de pacientes se vio afectada por el brote de la bacteria 'Acinetobacter' detectado en el hospital Virgen de la Arrixaca; y el pasado mes de marzo, la alarma se disparaba en el Hospital de Valdecilla, en Santander. Una bacteria resistente a los antibióticos atacó a 16 pacientes.
En La Rioja, aunque es más complicado que se extiendan estos brotes, no es imposible. Pese a esta ventaja, en nuestra comunidad no bajan la guardia ante una amenaza global y contra la que España ha diseñado el Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos (PRAN).
Las cifras dan idea de la envergadura de un problema que representa la mayor preocupación hoy en día de la medicina. Sólo en La Rioja, según la información facilitada por la Consejería de Salud del Gobierno regional, se consumieron el año pasado 228.108 envases de antibióticos, el 6,82% menos que un año antes, cuando los riojanos adquirieron 244.809.
De los diez antibióticos más consumidos en esta comunidad, todos, salvo la Fosfomicina, un medicamento relacionado con las infecciones urinarias, han reducido su consumo. A la cabeza de la lista se sitúa la Amoxicilina e inhibidores de la betalactamasa, indicado para las infecciones de la vías respiratorias, cuyo uso se ha reducido el 9,32% en un año y casi 10.000 envases en dos. Le sigue la Amoxilicina con 47.000 envases y una caída del 2,32%, y la azitromicina de la que se consumieron 35.989 en el 2017, el 14,35% menos que un año antes.
La Rioja, hace 30 años que se afana en poner coto a la resistencia a los antibióticos, de ahí que el PRAN, que presenta seis líneas de trabajo: vigilancia, control, prevención, investigación, formación y comunicación, ha venido a ordenar algo que ya se estaba haciendo, sin perder de vista que «es un problema a nivel mundial y nosotros no somos más que una gota en el océano», explica la consejera de Salud, María Martín.
«¿Cuál es la situación en La Rioja? Con reservas, porque en el ámbito autonómico puede ir cambiando». Así lo explica el director del área de Salud, José Miguel Acitores, para quien existe alguna condición favorable y que diferencia esta de otras comunidades, como es el ya mencionado hecho de que las habitaciones del Hospital San Pedro son individuales. «Muchas de las infecciones que ocurren a nivel nosocomial son por bacterias resistentes que residen en hospitales, y tener habitaciones individuales es una garantía».
En la actualidad se ha puesto el foco sobre estas patologías. De hecho, el pasado 6 de julio la Comisión Europea adoptó una decisión vinculante que obliga a reportar todas las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria y la resistencia a los antibióticos. También existe un estudio de prevalencia de las infecciones nosocomiales en España (Epine) que recoge el germen y a qué es resistente.
La necesidad de abordar este alarmante problema desde varios frentes y de forma multidisciplinar para no dejar ningún cabo suelo tiene su origen en el «innegable» uso excesivo de antibióticos y «en medicina lo que no hace bien hace mal, es lo malo que tienen al final los fármacos». La resistencia es un proceso que se preveía porque «son 50 años utilizando un producto, 50 años de presión sobre esa bacteria y, al final, la bacteria quiere sobrevivir y se adapta». Por tanto, «la consecuencia del mal uso de los antibióticos es que aunque ahora hay enfermedades que están siendo tratadas con mucha eficacia con una serie de antibióticos puede que en un futuro sean resistentes y no exista una alternativa terapéutica», apunta Acitores.
Por tanto, contra la gripe, reposo y líquidos y, salvo que se complique con otitis, sinusitis u otras infecciones, nunca antibióticos, una costumbre muy arraigada entre los ciudadanos.
María Martín Consejera de Salud
José Miguel Acitores Director Área de Salud
José Antonio Oteo Jefe Área Enfermedades Infecciosas
José Manuel Azcona Investigador Microbiología CIBIR
Carmen Torres Bioquímica UR
Eva Martínez Jefa de Epidemiología
Todo suma y a la ventaja de las habitaciones individuales hay que añadir importantes avances en la prescripción a través de un modelo único para Atención Primaria y Atención Especializada, «que detecta cualquier repetición en el uso de productos». En paralelo, en Primaria, el nivel asistencial en el que más antibióticos se usa, «los profesionales pueden saber en todo momento cuál es el medicamento de elección y sus resistencias».
Otro de los avances es el diagnóstico rápido en detección de bacterias que pueden estar causando problemas en el ámbito del hospital, el proyecto flebitis-zero, que ha reducido la incidencia de esta patología del 18,7 al 7,9%, y el código sepsis y la infección quirúrgica 'cero', que van en la misma línea.
La resistencia existe desde que comenzaron a emplearse los antibióticos porque «es una respuesta evolutiva normal de las bacterias a la presión por su uso», explica Carmen Torres, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de La Rioja (UR). El problema es el aumento registrado en el porcentaje de resistencias. Tal es así que ha alarmado a las sociedades científicas que han puesto la lupa en esta cuestión para buscar soluciones porque está claro que «ya hay que tomar medidas».
José Antonio Oteo, jefe del grupo Área de Enfermedades Infecciosas, José Antonio Oteo, es otra de las piezas claves en la región en la lucha contra este fenómeno. Una singladura en la que lleva años remando, aunque llama a no ser catastrofista. «Si un día tenemos una bacteria que nos dice que es resistente no quiere decir que no podamos hacer nada y que el individuo se vaya a morir, siempre va a depender del proceso de base del paciente», señala.
El abanico para luchar contra las bacterias es más amplio y no siempre tiene que ser con antibióticos. Por ejemplo, explica Oteo, la mejor forma de combatir la colitis pseudomembranosa, provocada por la bacteria 'clostridium difficile' que a veces se produce en los hospitales por el propio uso de antibiótico es el trasplante de heces.
Cree que no hay que demonizar el uso de antibióticos porque si un paciente llega con fiebre, que es un signo de posible infección y además presenta otras manifestaciones clínicas, para saber si ese proceso es susceptible de ser tratado o no con antibióticos, es sometido a una serie de pruebas complementarias, como recogida de muestras que son enviadas al servicio de microbiología. Antes de obtener los resultados, «muchas veces, sobre todo en los casos urgentes en los que es mejor instaurar un tratamiento que no hacer nada, se usa antibiótico aunque sabemos que simplemente por usarlos se van a desarrollar resistencias», apunta Oteo. No obstante, esta espera tiene los días contados con las nuevas técnicas de diagnóstico más rápidas.
José Manuel Azcona, investigador del Área de Microbiología Molecular del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR), asegura que, como microbiólogo, está viviendo una época «apasionante» porque los últimos cinco años están llegando nuevas técnicas diagnósticas y «si antes tardábamos 24 o 48 horas en dar con el nombre de la bacteria, ahora tardamos una o dos horas». Este avance permite «decirle al médico, por ejemplo, que el causante de la infección es una bacteria, no un virus, de manera que se utilicen antibióticos cuando hay que usarlos». Esta es otra de las vías para reducir el consumo, a la que se suma el trabajo desarrollado en antidioramas, que es la información que se obtiene de la bacteria para saber qué antibiótico es el correcto y atacar lo antes posible el origen de la infección.
Para la jefa del servicio de Epidemiología y Prevención Sanitaria de La Rioja, Eva Martínez, en esta guerra también es esencial implicar al ciudadano. «Que sean conscientes del uso racional de los medicamentos. Es otra línea de trabajo y es fundamental», explica.
En La Rioja la vigilancia de las infecciones se hace desde hace años, aunque en el 2013 la comisión de Salud Pública decidió que las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria debían ser enfermedades de declaración obligatoria, es decir, «lo que hasta hora se estaba haciendo en cada hospital de manera independiente, ahora va a ser una recogida de datos homogénea, estandarizada y sistemática que va a permitir ver en qué situación estamos, compararnos y apoyar las estrategias de prevención de consumo de antibióticos», concluye.
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