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El mal está ahí fuera y no siempre tan alejado de casa como tendemos a pensar o desear. Con una treintena de asesinatos en la comunidad desde el inicio del siglo XXI, la reciente crónica negra regional es desoladora, con, al menos, cinco atroces ... crímenes en los últimos 21 meses, cinco episodios que han conmocionado a la sociedad riojana, incapaz de digerir tanta muestra de maldad.
El primer capítulo se escribió el 26 de enero del pasado año, en una habitación del hotel Los Bracos de la capital riojana. El aparente intento de suicidio de una mujer se transformó de repente en un trágico suceso con una víctima inocente, Carolina Corral, de 5 años de edad, muerta presuntamente a manos de su madre, Adriana Ugueto, que espera en el centro penitenciario de Logroño la celebración de un juicio con jurado, aún sin fecha, en el que tanto las acusaciones particular y popular como la Fiscalía solicitarán para ella prisión permanente revisable. La madre de la procesada y abuela de la pequeña, Olga Febles, que se había registrado junto a ellas en el establecimiento hotelero, apareció ahogada un día después, el 28 de enero, en el Ebro.
El actual 2021 registra otro presunto crimen cuyo esclarecimiento no parece, de momento, cercano. La desaparición, el 29 de julio pasado, de Javier Ovejas, de 31 años, natural de Cornago y afincado en Entrena, dio un vuelco una semana después, cuando, el 6 de agosto, la Guardia Civil detuvo en el municipio a un vecino con un amplio historial delictivo, ante cuya vivienda apareció estacionado el vehículo de la presunta víctima, sobre cuyo paradero no hay pista alguna.
Agotados los plazos de 72 horas de detención preventiva y 48 de prórroga, el detenido fue puesto a disposición del titular del Juzgado de Instrucción 3 de Logroño, que decretó su ingreso en prisión provisional sin fianza el 11 de agosto.
Pasado casi un mes de aquel suceso, el 18 de febrero de 2020, el horror volvía a alterar la tranquilidad logroñesa con el asesinato a golpes y cuchilladas del profesor jubilado Pedro José Sáenz en su hogar del número 9 de la calle Pepe Blanco. Más de un año después, a finales de marzo de este año, agentes de la brigada de la Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de La Rioja, detenían a una mujer de 38 años y nacionalidad rumana, a la que el juez instructor dejó en libertad con cargos como presunta inductora de un crimen, cuyo autor material habría sido su pareja sentimental, un hombre que abandonó España tres días después del asesinato.
Nájera tampoco escapó a la pesadilla de la violencia incomprensible con la muerte a martillazos, el 2 de junio del año pasado, de una mujer de 74 años en su vivienda del número 4 de la calle San Lázaro, un crimen del que en fechas próximas será juzgado por un tribunal con jurado su hijo J.R.G, de 47 años, quien se enfrenta también a la prisión permanente.
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Apenas consumidas cinco semanas de 2021, la región recibía otro mazazo emocional con el brutal asesinato, el 6 de febrero, de Isam Haddour, un joven de 34 años y vecino de Oyón, cuyo crimen incluso sorprendió a los investigadores policiales por su ensañamiento y «violencia gratuita», a quien sus agresores (los detenidos fueron seis) dieron una paliza letal en el parque del Ebro, para poco después regresar a rematarle y robar sus pertenencias.
Anteanoche La Rioja retornó en Lardero a la peor de sus pesadillas.
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