Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio'. Así reza el lema elegido para este 8 de marzo por ONU Mujeres, la organización de las Naciones Unidas dedicada a promover la igualdad de género, que este año, en el Día de la Mujer, ... otorga un lugar central a la innovación, más exactamente, a encontrar formas de utilizarla para eliminar obstáculos y acelerar los progresos hacia la igualdad real entre hombres y mujeres.
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La tecnología ofrece oportunidades únicas, hasta ahora desconocidas, para alcanzar el equilibrio de género. Y La Rioja puede presumir de ser ejemplo de ello en España al acercarse, poco a poco, a la plena igualdad real en la participación de mujeres y hombres en el sistema de I+D+i. Más allá de los datos estadísticos, el lector encontrará en las páginas que siguen a esta información, los testimonios de diversas investigadoras y técnicas de empresas e instituciones riojanas que han logrado romper un 'techo de cristal', otro más de los muchos que tiene que demoler el sexo femenino. Aunque, claro está, la situación es diferente según los sectores que se estudien, pues el empuje del colectivo investigador y técnico del sector público y de la enseñanza superior nada tiene que ver con las modestas cifras que aún presenta el sector privado.
Para analizar la situación de la mujer y la ciencia en La Rioja recurrimos a dos fuentes: por un lado, al Observatorio Español de I+D+i (ICONO) de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT), que permite comparar los principales indicadores y estrategias de La Rioja con los de otras comunidades autónomas y, por otro, a los datos que compila el Área de Desarrollo Económico e Innovación del Gobierno regional en su informe correspondiente al 2017, último año del que hay datos publicados.
Con carácter general y, en términos absolutos, 1.404 personas se dedican a actividades de I+D en La Rioja (el 9,18 por mil de la población activa), de las que 806 lo hacen a jornada completa (el 5,99 por mil de la población total ocupada). Este último dato supone un retroceso del 12,4% respecto al año anterior (2016), disminución que se traslada a los sectores de la enseñanza superior y de las empresas, frente al crecimiento que registran las administraciones públicas.
Centrándonos en el ámbito de la mujer, la estadística confirma que la participación del colectivo femenino en el conjunto del personal investigador a jornada completa en La Rioja se mantiene estable en el 46% (371 efectivos) por segundo año consecutivo, la ratio más alta de España junto a la de Baleares y siete puntos superior a la media nacional situada en el 39%. Desde el 2013, ejercicio en el que arranca la serie histórica sobre la que trabaja ICONO, La Rioja sigue contando con equilibrio de género en el conjunto de su personal investigador. Ello obedece a la importante representación de expertas en los sectores de la administración pública (60%) y universidades (47%), que compensa el sobrio dato que presentan las investigadoras dentro del tejido empresarial (33%).
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Deteniendo el análisis en la enseñanza superior, las mujeres continúan infrarrepresentadas en las áreas técnicas. En el caso de la universidad pública (UR) sólo suponen el 29,8% del personal docente e investigador en el departamento de Matemáticas, el 23,5% en el de Ingeniería Mecánica y el 10,7% en el de Eléctrica. Por contra, superan a los hombres en los de Filologías Hispánicas y Clásicas (52%), Ciencias de la Educación (62,5%), Agricultura y Alimentación (64,6%) y Filologías Modernas (68,4%). Asimismo, las cifras sobre tesis doctorales defendidas entre 1993 y el pasado 14 de febrero evidencian igualmente que la segregación de género se centra en el ámbito de las Técnicas (13,6%) e Ingeniería y Arquitectura (20,6%), al tiempo que la sobrerrepresentación femenina se localiza en las Ciencias de la Salud (80%).
En el caso de la universidad privada (UNIR), sólo uno de cada cuatro cargos de sus órganos de gobierno está ocupado por una mujer y, así como las féminas constituyen el 46,2% del personal docente e investigador, rozan el 66% en las áreas de gestión y administración. En cuanto a los estudios de grado, por ejemplo, el colectivo femenino copa los de Ciencias Sociales (68,7%) mientras que registra una austera presencia en los de Ciencias, con el 17,4% del alumnado. Sin embargo, en los postgrados, hombres y mujeres alcanzan el pleno equilibrio en los de Ciencias, con 3.477 y 3.323 estudiantes, respectivamente.
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La segunda 'pata' de la I+D+i en La Rioja descansa en la red de centros y organismos de investigación, que tiene como principal cometido coordinar las actuaciones realizadas por los Centros Públicos de Investigación (CPI) y los centros tecnológicos empresariales (organismos privados sin ánimo de lucro), con el objetivo de facilitar el proceso de incorporación de la innovación y la tecnología a las empresas y optimizar los recursos económicos, humanos y técnicos disponibles. La Rioja dispone de cuatro CPI: el Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (CIBIR), el Instituto de las Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV), el Instituto de Estudios Riojanos (IER) y el Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española (CILENGUA). El CIBIR inició su labor en el 2008 y, con datos al 1 de enero del año pasado, contaba con trece unidades de investigación agrupadas en seis áreas, y cuatro plataformas tecnológicas. De sus 69 investigadores (contratados y colaboradores), 47 (el 68,1%) son mujeres, una ratio ligeramente superior a la que registra el ICVV (57,4%). Por su parte, la presencia femenina es absoluta en el CILENGUA: sus cinco trabajadores son mujeres, dos de ellas técnicas.
La red riojana de innovación se completa con los centros tecnológicos del calzado (CTCR), del champiñón (CTICH) y de la empresa alimentaria (CTIC-CITA). En el CTCR, ubicado en Arnedo, el colectivo femenino gana por 'goleada'. En total trabajan 25 personas, de las que quince son mujeres, tres de ellas investigadoras y ocho técnicas. Este perfil también es mayoritario en el CTICH. Ubicado en Calahorra, el centro está dirigido por Marga Pérez y cuenta con trece empleados de los que ocho son mujeres. Más en detalle, cuatro de sus seis investigadores son mujeres y, al contrario de lo que suele ocurrir con el personal administrativo en otras entidades, donde por lo general hay mayoría femenina, en el CTICH dan la vuelta a esta tendencia y tres de los cuatro miembros que conforman su equipo auxiliar son hombres. Por su parte, el Centro Tecnológico Empresarial Alimentario -fruto de la fusión hace cinco años del CTIC (industria cárnica) y del CITA (industria alimentaria)- cuenta en sus sedes de Alesón y de Calahorra con 37 empleados, catorce más con los que arrancaba la integración en el 2014. De ellos, 27 trabajan en el área técnica, dominada en su mayoría por mujeres, 16, de las que nueve se dedican a la investigación.
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Los centros tecnológicos son el elemento interfaz entre la universidad y la empresa, y resultan claves en el proceso de transferencia de la tecnología que se desarrolla en los centros de enseñanza superior de La Rioja para aplicarla a la realidad del tejido empresarial, constituido fundamentalmente por pymes, con el fin de que gane competitividad. Para que el tamaño no sea un inconveniente -las grandes firmas pueden permitirse servicios de I+D+i propios-, la Agencia de Desarrollo Económico de La Rioja (ADER) tiene activada una línea de ayudas para que las pymes puedan contratar el asesoramiento externo necesario. Además, las empresas se asocian en clústeres para alcanzar la masa crítica suficiente que por sí solas no logran, con el fin de mejorar las cifras de personal investigador.
Pero en el caso de las mujeres, no sólo hay menos investigadoras en el sector privado que en las estructuras universitarias y públicas. Lo más preocupante es que, además, se ha producido un retroceso en los últimos años. Según ICONO, el porcentaje de investigadoras femeninas en las empresas riojanas (33%) ha retrocedido casi a los niveles del 2013 (32%). Una ratio cinco puntos inferior a la alcanzada en el 2015, cuando tocó techo, pero que, aun así, destaca como una de las más elevadas del país dado que ninguna autonomía ha alcanzado el equilibrio de género en los equipos investigadores del sector privado.
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Y no es porque las empresas no deseen contratar mujeres investigadores. El problema radica en la escasa presencia de mujeres en los grados técnicos universitarios, lo que explica las acciones que se vienen impulsando para estimular vocaciones profesionales en esas ramas desde la etapas más tempranas del sistema educativo.
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