La presencia de la Iglesia riojana parece inmutable. El sonido de sus campanas, sus templos dominantes en la silueta de ciudades y pueblos, sus labores religiosas y asistenciales, sus ritos, sus tradiciones... Pero mantener esa enorme maquinaria en marcha supone un quebradero de cabeza para ... la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, que en las últimas décadas no solo ha perdido fieles, sino que también está sufriendo el estrago que provoca en gran parte del primer mundo la falta de vocaciones.
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Que cada vez hay menos religiosos en La Rioja es una obviedad. De la misma forma que no resulta sorprendente hablar de una perspectiva muy poco halagüeña por el envejecimiento de los que continúan ejerciendo. Pero bajar a los datos supone darse cuenta de la magnitud de esa carencia.
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Víctor Soto
Víctor Soto
En los últimos veinte años, la Diócesis ha perdido 69 sacerdotes. De los 252 censados en 2003 se ha pasado a 183 en activo en 2022. Es decir, uno de cada cuatro ha desaparecido. Y los que siguen tienen una media de edad que supera los 65 años, esa cifra que en otros oficios civiles marca la jubilación, pero que para el clero apenas significa nada.
Oficialmente, los curas en La Rioja son 215, según los datos de la Diócesis, pero un buen puñado de ellos no ejerce labores pastorales por cuestiones de edad o de enfermedad.
Además, sigue existiendo otro nutrido grupo de religiosos que profesan en La Rioja: los contemplativos. «El pulmón de la Iglesia», como se les ha llegado a llamar, estaba formado el año pasado por 169 monjas y monjes de clausura, un colectivo que también está envejeciendo y reduciéndose (en 2003 se superaban los 300), provocando el goteo de cierres en conventos y monasterios.
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183 sacerdotes
ejercen su labor pastoral en La Rioja, 69 menos que hace dos décadas. Además hay 32 curas que no desarrollan labor pastoral por cuestiones de salud o edad
169 monjas y monjes
desarrollaban su vida contemplativa en la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño en 2022.
7 sacerdotes
de origen extranjero (dos africanos y cinco americanos) se encuentran destinados en La Rioja.
A pesar de estas cifras, el delegado para el Clero Jesús María Peña no es pesimista: «No estamos tan mal para la población de La Rioja en comparación con muchos otros lugares». La Diócesis mantiene abiertas 257 parroquias y continúa con su labor evangélica y social en todos los municipios de La Rioja. No hay una institución que pueda presumir de una mayor presencia en el territorio que la Iglesia.
Y los fieles que acuden cada domingo a lo templos continúan suponiendo una cifra importante. La estadística de la Diócesis en 2022 cifra en 19.326 los riojanos que acuden a la cita con la palabra del Señor el último día de la semana.
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Que nunca volverá a existir la misma cifra de sacerdotes que hace medio siglo es otra verdad de perogrullo. Pero a la Iglesia le toca trabajar con unos tiempos «en los que se ha aparcado la práctica religiosa, no la fe, porque no se puede entrar en el corazón de cada persona», explica Peña. Y tratar de aportar soluciones.
La primera es la reorganización: mover piezas para completar un puzle con cada vez menos piezas. Así, en localidades de más de 10.000 habitantes donde antes podía haber hasta siete sacerdotes, ahora dos se apañan para llegar a cubrir todas las necesidades.
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La aparición de vocaciones locales sería lo más deseable para la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño. Pero estas fiestas mayores para el Seminario Conciliar se producen con cuentagotas. El último en dar el paso fue Fernando Sancha, el 1 de octubre de 2022. Hay que remontarse cuatro años, hasta el 7 de julio de 2018, para encontrar otra: la doble ordenación del autoleño Manuel Hernández y del logroñés Juan José Fuentes.
En total, en lo que llevamos de siglo XXI, una docena de sacerdotes se ha consagrado en La Rioja, una cifra claramente insuficiente para cubrir las bajas que se registran.
Hace unos años, pareció que la llegada de vocaciones de otras latitudes podía ser un parche a ese problema ya endémico, pero en La Rioja su presencia es muy escasa, con siete sacerdotes actualmente incardinados a la Diócesis (dos africanos y cinco americanos, de Colombia y México) que atienden en las parroquias de Leiva, Entrena, Igea o Cervera del Río Alhama.
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Así que toca mirar dentro y eso es lo que hizo la Diócesis hace un par de años con la creación de los 'equipos de misión', cuyo resultado está siendo «bastante positivo», según Jesús María Peña, por lo que se trabaja en continuar profundizando en ese camino.
El delegado para el Clero explica que estos grupos de seglares «se ocupan de que no falte la palabra de Dios en todos los lugares, debido a que la falta de sacerdotes nos impide llegar a celebrar la Eucaristía en todas las parroquias». Con sedes en Ezcaray, Briñas, Valle de Ocón, Huércanos y dos en los Cameros, la Diócesis ha encontrado en personas vinculadas a la Iglesia el compromiso para «distribuir la Comunión, previamente consagrada, y leer un comentario de la Palabra» a los fieles más alejados o donde no pueden acercarse los curas.
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Porque en La Rioja hay algunos ejemplos de sacerdotes con más de una decena de pueblos a su cargo, un trabajo casi imposible de cubrir. «Tenemos que apostar al 100%, de la mano de los sacerdotes, por esta fórmula de los 'equipos de misión'», abunda Jesús María Peña.
En ese sentido, el veterano sacerdote José María Sáenz Madroñero califica la actual situación de «providencial porque ha permitido recuperar ministerios como el diaconato o ministerios laicales».
También ha empujado a la Iglesia a crecer desde el voluntariado, desde aquellos que ayudan en las parroquias (más de 4.100 personas el pasado año) o los casi 450 que colaboraron en Cáritas. Y a dar un impulso en los colegios (donde han empezado a faltar miembros de comunidades históricamente muy vinculadas a la región, como Jesuitas y Maristas en Logroño, por ejemplo), parroquias, grupos de catequesis y de oración, cofradías... para encontrar no solo vocaciones, sino laicos que mantengan viva la llama de la fe católica.
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El envejecimiento no es una cuestión que afecte solo a la Iglesia. La Rioja lleva años padeciendo un problema de falta de natalidad acuciante. Si a eso se suma el hecho de que la sociedad cada vez es menos practicante, especialmente en lo que al culto católico se refiere, las cifras de la Diócesis de Calahora y La Calzada-Logroño no sorprenden.
En 2022 los sacerdotes riojanos bautizaron a 996 niños. En el lado opuesto de la pirámide de edad, los funerales (por tradición o por sentimiento religioso de las personas más añosas) se elevaron a 2.538, una proporción de dos y medio por cada bautismo.
Entre otros registros curiosos en cuanto a sacramentos, en La Rioja tomaron la primera comunión 1.428 chavales, mientras que 810 se confirmaron, además de celebrarse 239 matrimonios mediante el rito católico.
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