José Luis Merino es el alcalde de Pinillos, una de las poblaciones sin un solo menor de 25 años. JUSTO RODRÍGUEZ

Una región de pueblos envejecidos

Ocho de cada diez localidades riojanas tienen ya más jubilados que jóvenes

Domingo, 26 de febrero 2023

Una veintena de oasis en medio de un árido desierto demográfico. Ocho de cada diez municipios riojanos, 139, ya presentan en sus registros censales un mayor número de jubilados que de niños y jóvenes, lo que pone en riesgo extremo el relevo generacional necesario.

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Columpios ... sin usuarios, viejas escuelas cerradas a cal y canto o reconvertidas en almacenes municipales o, en el mejor de los casos, en viviendas o centros de reunión de mayores. Las risas infantiles se apagaron hace mucho tiempo en gran parte del entorno rural de La Rioja, donde el silencio solo se rompe algún fin de semana, en las fiestas patronales o en verano. Paz y calidad de vida, sí; pero también soledad y tristeza.

La pirámide poblacional riojana persiste en su preocupante transformación. La comunidad pierde habitantes por una natalidad que desciende en picado y una esperanza de vida cada vez más holgada, una ecuación que solo puede desembocar en núcleos envejecidos y falta de savia joven, además de la concentración poblacional cada vez más intensa en unos pocos municipios.

En el conjunto de La Rioja, el porcentaje de jóvenes menores de 25 años se ha reducido en la última década el 3,23% –de los 78.957 en 2012, el 24,39% de la población total, a los 76.399 (23,88%) actuales– y, a su vez, el envejecimiento demográfico ha cuadruplicado su velocidad: los 60.270 mayores de 65 de hace diez (14,23% del censo) son hoy 68.851 (21,52%), con un incremento del 14,23%, según los datos recopilados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pero si la radiografía de la autonomía ofrece demasiadas sombras, el diagnóstico se agrava aún más cuando se focaliza el escáner en cada área local. Solo 27 de los municipios, el 15,5%, disponen en la actualidad de la savia joven necesaria para considerar afianzado su futuro demográfico, ya que su población menor de 25 años no solo ronda o supera el 25% de su censo total, sino que su tasa queda muy por encima de la del colectivo en edad de jubilación.

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Los oasis demográficos

Se trata de los núcleos urbanos más poblados o con una situación estratégica. Así ocurre con Logroño, donde el 24,06% de sus censados son jóvenes de entre 0 y 24 años frente al 21,67% de mayores, pero también muchos de los municipios del entorno metropolitano. Entre ellos, sobresalen Villamediana, con el 30,03% de menores de 25 y solo el 9,56% de personas en edad de jubilación; y Lardero, con el 27,96 y el 13,33%, respectivamente. Lo mismo ocurre en otros ayuntamientos cercanos a la gran ciudad: Arrúbal, Albelda, Alberite, Fuenmayor y parte de la mancomunidad del Moncalvillo: Navarrete, Entrena, Medrano, Sojuela...

El músculo juvenil también se ha afianzado en todas las cabeceras de comarca, excepto Cervera: Calahorra, con el 25,42% de su población menor de 25 años, Arnedo (25,07%), Alfaro (23,53%), Haro (24,58%), Nájera (24,01%) y Santo Domingo (24,90%). Y, como no, en aquellas localidades de La Rioja Baja con importantes colonias de inmigrantes, como Aldeanueva (26,60%), Autol 27,55%) , Pradejón (26,27%) o Rincón de Soto (26,31).

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«Hay que recuperar la idea de que el medio rural está lleno de oportunidades. Allí ya no se vive en blanco y negro»

Nuria Bazo | Directora general de Reto Demográfico

«Los servicios que se ofrecen ayudan, pero no son determinantes a la hora de que alguien se quede u opte por ir a vivir»

Sergio Andrés Cabello | Doctor en Sociología y profesor de la UR

El grupo de los 'elegidos' lo cierra un puñado de pequeños pueblos, como Anguciana, con 109 menores de 25 entre sus 446 vecinos (24,44%); Briñas, con 43 (22,63%); Galilea, con 89 (23,00%); Uruñuela, con 250 (25,41%) o Torrecilla sobre Alesanco, con 17 de sus 48 vecinos en edad infanto-juvenil (35,42%), la tasa más alta en la comunidad) e incluso uno serrano, como Hornillos de Cameros, con solo 23 censados, pero siete menores de 25 años (30,43%) y solo 3 pensionistas.

Con ocho municipios con los porcentajes de ambos grupos etarios en equilibrio, el resto de la geografía regional ha quedado a la intemperie y sometida a los rigores de un cruel invierno demográfico, una amenaza que se extiende por el 79,9% del mapa municipal riojano y que abarca nada menos que 139 ayuntamientos.

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De hecho, ya hay once municipios –Bergasillas Bajera, Cellorigo, Ledesma, Manzanares, Muro, Navajún, Pinillos, Rabanera, Torre en Cameros, Villarroya y Zarzosa– en los que no hay ni niños ni adolescentes ni vecinos de entre 18 y 24 años. Y en otros 27 la cifra de menores de 25 cesados no llega ni a 5, con algunos ejemplos especialmente espinosos al no representar su población ni siquiera el 3% de su censo total, como ocurre en Ajamil, con 68 habitantes y solo 2 jóvenes y 28 pensionistas; en Cordovín, con solo 4 menores y 68 mayores entre sus 153 vecinos; en Villavelayo y Viniegra de Arriba, con una población cercana a los 40 habitantes y un solo joven en cada una; y, sobre todo, en Lumbreras, con 144 habitantes y un único menor de 25 años, el 0,69% del total.

Sobre el inquietante porvenir demográfico de muchos de los enclaves riojanos deja también muy pocas dudas otra de las estadísticas que elabora el INE, el de la edad media de la población, que atestigua que el problema es un mal del conjunto del país.

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La Rioja ha envejecido, cierto, y su edad media era de 44,24 años en 2021, último dato disponible, un tasa que supera en casi un punto a la media nacional (43,30), pero que, no obstante, es solo la octava más alta de España, por detrás de Asturias (48,35), Castilla y León (47,43), Galicia (47,25), Cantabria (45,58), País Vasco (45,28), Aragón (44,55) y Extremadura (44,44).

Del análisis de dichos registros se desprende que hay 109 municipios riojanos, el 62,6% del total, en los que la edad media es superior a 50 años, que en 21 de ellos esa tasa se ha extendido hasta los 60 y que incluso en cinco ha superado los 65 años: Manzanares, con 65,43; Villarroya (65,80), Pinillos (67,05), Robres (67,85) y Valdemadera, el pueblo más envejecido de la comunidad, con una media de edad de 69,80 años. Con 44,17 años en Logroño o 42,59 en Calahorra, los dos municipios más rejuvenecidos, los únicos de La Rioja por debajo de los 40 años, son Lardero, con 38,99; y Villamediana de Iregua, con 37,17 años.

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Sin soluciones mágicas

Trazado el diagnóstico, el tratamiento no es sencillo. «Los procesos de despoblación no son nuevos, nos vienen desde los años sesenta del siglo anterior, pero incluso desde el XIX», resalta Nuria Bazo, directora general de Desarrollo Rural y Reto Demográfico, quien añade que, «además, en el marco de globalización en el que nos encontramos, el medio rural está cambiando y el urbano, también, se está reinventando». Tras destacar que «esto no se puede revertir en unos años, porque es una realidad estructural y estamos hablando de revertir todo un modelo de concentración territorial que viene de décadas», Bazo aboga por «recuperar la idea de que el medio rural está lleno de oportunidades, como lo fue en el pasado, porque sigue teniendo los recursos ambientales, culturales y sociales. En los pueblos ya no se vive en blanco y negro, no es una imagen en sepia». Así las cosas, «con la necesidad de una revolución cultural», la directora general defiende que «esta está ocurriendo y ya hay en marcha 42 iniciativas de nuevos proyectos piloto y emblemáticos en el medio rural de La Rioja».

«El proceso es complejo y hay que analizar esas tendencias, pero es una situación muy estructural ante la que hay que buscar un equilibrio cualitativo, pero claro el escenario es muy duro, especialmente en pueblos pequeños y en zonas de montaña donde la población joven es muy limitada», aclara, por su parte, Sergio Andrés Cabello, doctor en Sociología y profesor de la Universidad de La Rioja (UR).

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El experto defiende que «los servicios en los municipios son importantes y ayudan», pero también explica que «no son un factor determinante a la hora de que alguien se quede u opte por ir a vivir ahí». Por ello, se muestra partidario de hablar «más que de despoblación, de equilibrio o articulación territorial, y en ese caso», alerta, «no hay soluciones mágicas». Por ello, aconseja «ser realistas, conscientes de que es un proceso a medio y largo plazo y observar los municipios que están en ese camino de riesgo para que puedan seguir siendo articuladores del territorio».

José Luis Merino

«Los pueblos van de capa caída. Esto es una fuente que se seca»

Vídeo.

La carretera que conduce a Pinillos no va a ninguna otra parte, pasado el pueblo se convierte en una pista forestal que llega a El Horquín (1.584 metros). Ha empezado a nevar y anochece. Todo está cubierto ya de un manto blanco. No se ve ni a un perro ni a un gato callejero. Nada. Y de la nada aparece José Luis Merino, alcalde de Pinillos desde hace 24 años, y que ahora suma 67. En este pueblo del Camero Nuevo el problema no es que no haya jóvenes, ningún menor de 25 años, la tragedia es que apenas cuenta con habitantes. Solo cuenta con 21 censados y en jornadas como la del pasado jueves el alcalde parece el único habitante.

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«¿Cómo va a vivir aquí una familia joven? ¡Aquí no se puede vivir! Los pueblos de la sierra están muy fastidiados», considera el propio alcalde, que cree que hace al menos 24 años que no nace o se inscribe un joven en el municipio. «Alguno viene porque su familia tiene casa, pero no vive. En los pueblos no hay gente joven, pero es que no puede haber, no tienen alicientes como puede haber en Logroño. Y aclimatarse a la vida de aquí es algo muy duro, no hay las comodidades de la ciudad», expone José Luis Merino.

No obstante, el alcalde desearía que hubiera más gente en Pinillos, y sobre todo jóvenes de forma permanente, como se ven en verano, pero es pesimista (o realista). «Los pueblos van de capa caída. Yo aquí he conocido hasta treinta jóvenes viviendo, pero esto es una fuente que se seca gota a gota», recuerda el alcalde, quien arregló el frontón como un pequeño reclamo y, de hecho, los fines de semana tiene su uso. «Aquí puede haber gente veinte días en verano, pero con eso no hacemos nada. Lo malo es que un día como hoy, que nieva, aquí estamos dos o tres. No hay trabajo ni vivienda. Aquí solo te puedes dedicar a la ganadería», expone Merino, quien también subraya la equivocada idealización del mundo rural: «La vida en la sierra es muy dura. A alguno le parece que aquí están los bollos y las longanizas colgadas y de eso, 'nastis'». Informa Diego Marín.

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