Hileras de coches, en vísperas de Nochevieja ante el punto fijo de realización de pruebas diagnósticas PCR, en el parking del CIBIR. SONIA TERCERO

Ómicron llena de dudas el año nuevo

La Rioja llegaba al final de 2020 con 586 muertos, menos ingresados que hoy y una baja incidencia que desembocó en una tercera ola devastadora | La región encara 2022 con la mayor explosión de casos de la pandemia y con 14 ingresados más que hace un año

Domingo, 2 de enero 2022, 01:00

Así recibimos el año 2021...

Fueron las uvas más amargas. El brindis por dejar atrás un año de pesadilla se convirtió en el germen de una tercera ola devastadora para el sistema sanitario riojano en el arranque de un año para la esperanza.

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Con la población agotada tras meses de ... confinamientos, restricciones y dolor –586 muertos por COVID en la región, además de 2.352 hospitalizados, 220 de ellos en la UCI–, La Rioja afrontaba el año 2021 con la confianza de haber derrotado también a una segunda ola que, tras un verano de nueva normalidad tras el estallido de la primera letal embestida, volvió a golpear a la comunidad con otras 209 víctimas mortales, 134 de ellas residentes en centros de mayores.

Atrás habían quedado nuevos días oscuros que elevaron los picos de incidencia acumulada, en la segunda semana de noviembre, hasta los 803,67 casos por 100.000 habitantes en la tasa de 14 días, y hasta los 413,83 en la semanal, y una escalada insoportable en la presión asistencial que situó los picos, en el ecuador del mes, en 177 hospitalizados, 37 de ellos en la Unidad de Críticos.

El segundo tsunami perdió fuerza y los riojanos recobraron la esperanza con vistas a un diciembre de macropuente y festividades navideñas y el deseo de finiquitar el peor año de sus vidas.

Controles a finales del pasado año en La Rioja, por el confinamiento perimetral, que solo se levantó durante algunos días clave de las Navidades. S. T.

Todavía con el segundo estado de alarma vigente –había sido decretado el 25 de octubre– y severas restricciones que fueron suavizadas entre el 30 de diciembre y el 2 de enero, La Rioja se encaminó hacia año nuevo en la mejor situación epidemiológica y sanitaria desde el verano.

Con solo 1.719 positivos detectados en todo el mes de diciembre, a una media de 400 muestras positivas semanales, las tasas habían culminado su descenso desde el pico a la llanura, para marcar el 30 de diciembre 254,74 casos por 100.000 habitantes la de 14 días y 131,31 la semanal.

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La cifra de muertes mensual, cuatro en la última semana, había descendido hasta las 35, casi un 61% menos que en noviembre (87) y los hospitales presentaban el mejor diagnóstico desde primeros de septiembre, con menos de medio centenar de pacientes ingresados por COVID en el área de planta y una docena en la UCI.

La gran esperanza, las primeras vacunas, se habían comenzado a inocular ya entre los residentes de los centros de mayores y los sanitarios de primera línea. El fin de la pesadilla parecía llamar a las puertas por fin. Pero en el umbral volvió a presentarse el mismo indeseable visitante, el SARS-CoV-2, que había ya comenzado a mudar a la variante B.1.1.7, conocida como británica y bautizada después como Alfa, que en los brazos de los excesos navideños volvió a romper en pedazos el sueño.

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Un mes después, la incidencia se desbocaba hasta los 1347,23, la comunidad sumaba 7.451 contagios y volvía al drama de la muerte, 65 fallecidos más en enero, y al dolor, con más de 225 hospitalizados, 64 en la UCI y el sistema sanitario bajo colapso.

Y así hemos dicho hola a 2022

Entre el miedo por el retorno al horror y otro brindis por la esperanza. La Rioja ha despedido otro año dramático, doce meses de viaje en una montaña rusa de sentimientos para, sin posibilidad de bajar, iniciar un nuevo recorrido que arranca desde lo más alto, un punto del que no es posible divisar aquella casilla de salida que suponía una vida sin la pandemia del maldito SARS-CoV-2.

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Durante 2021 volvió a verse de cerca. Se rozó con los dedos en varias ocasiones cuando el brillante plan de vacunación regional permitió moderar su velocidad, pero la atracción pandémica no frenó y volvió a disparar a la región hacia la troposfera. Con los profesionales sanitarios extenuados y el conjunto de la población agotada y mareada, el último trayecto del año fue tan inesperado como letal. Faltaban solo dos meses para rematar el año y llegaba la nueva normalidad, la incidencia había caído en octubre a mínimos, la presión asistencial permanecía bajo control y el mes se había cerrado sin muertes tras casi 200 fallecidos hasta que a mediados de año la cobertura vacunal comenzó a fortalecerse con la puesta en marcha de la autocita.

Nada podía salir mal, el bicho se batía en retirada hacia su extinción. Vacunar, vacunar y vacunar era el nuevo dogma de fe. Llegaron los puentes, comenzaron a sonar los villancicos y aparecieron los turrones en las estanterías camino de unas Navidades como las de antes para sepultar por fin al SARS-CoV-2, entonces en la omnipresente versión Delta. Y ocurrió lo de siempre, se volvió a olvidar lo aprendido y, sin apenas armas tras el fin del segundo estado de alarma el 9 de mayo, se dejó la batalla en manos de la responsabilidad individual. La molesta mascarilla incomodaba menos en la barbilla o el bolsillo y el virus, ya disfrazado de Ómicron, volvió a convertirse en un tsunami descomunal.

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Pasaporte COVID, vacunación infantil, impulso a las terceras dosis, mascarilla en el exterior, cierre anticipado de la hostelería... La embestida, la más feroz en los 22 meses de pesadilla, era ya incontrolable y La Rioja, una vez más, fue la más golpeada en una marea que arrasó el norte peninsular para llegar a fin de año con casi 12.000 contagios detectados en el último mes, una incidencia acumulada a 14 días de 2.385,02 (diez veces más que en la Nochevieja de 2020), 14 muertes en diciembre (35 un año antes), con Primaria de nuevo en colapso y el temblor de lo que el inicio de 2022 pueda llevar a los hospitales, el día 30 con 54 ingresados por COVID, 14 más que un año atrás, 10 en la UCI (3 menos). Según los datos de ayer, el número de casos positivos en La Rioja, que a fecha 30 de diciembre era de 5.872, subía hasta los 6.321.

El horror parece llamar a la puerta, pero también la esperanza. Enero, devastador en 2021, vuelve a ser clave en 2022, si, como auguran algunos expertos, la temible Ómicron puede ser, irónicamente, la puerta de salida a este mal sueño al convertirse en la inesperada 'vacuna' sin pinchazo gracias a una infección masiva y veloz, pero sin las fatales consecuencias de antaño.

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