Borrar
Kamal Majaiti, Ayda Essalhi y Kamal Ifraj, ayer en Logroño sosteniendo una bandera de Marruecos. IRENE JADRAQUE
«Mis primas no duermen por temor»
Miedo a réplicas

«Mis primas no duermen por temor»

Cinco marroquíes afincados en La Rioja describen la angustia y el terror que afrontan sus familiares por el terremoto

Jueves, 14 de septiembre 2023, 07:35

Hasna Laadimat se encontraba inmersa en la noche del pasado viernes en una videollamada con una de sus seis primas, residentes en el centro de Marrakech, cuando se desencadenó la tragedia. «Casi la mitad de mi familia está allí y siempre estamos en contacto. Esa misma noche estábamos hablando cuando, de repente, escuché gritos y la llamada se cortó», recuerda.

Laadimat, que llegó hace casi tres décadas a la región, se quedó aterrorizada, con una angustia terrible, al no saber qué era lo que sucedía al otro lado de la pantalla. «Empezamos a llamar a todos los números y nadie nos contestaba al teléfono. No sabíamos qué era lo que estaba pasando». Al poco, a través de las redes sociales, se percataron de la magnitud de esta tragedia, que ya se ha cobrado más de 2.900 vidas. «Fue un disgusto increíble, porque aunque preguntamos rápido qué había pasado, hasta las cuatro o las cinco de la madrugada no empezaron a mandarnos mensajes».

«Fue un horror, porque no podían ni hablar. Entre las lágrimas y el dolor no sabías si estaban bien, porque no se entendía lo que decían. Estaban histéricos», asegura Laadimat mientras apunta que dos de sus primas se quedaron sin hogar, sin nada... «Las dos estaban dentro de sus casas, despiertas. Justo cuando empezó a temblar un poco, salieron corriendo a la calle. Las dos resultaron heridas, porque iban en tirantes, en pijama, sin calzado...». «Nosotros lo hemos sufrido desde lejos, pero hay que estar allí..., porque mis primas han visto cómo sus vecinos y familiares han muerto. Es horroroso vivir esta situación». «Mi prima me dijo que este dolor que han vivido no se lo hubiesen imaginado jamás, que no sabía si lo iban a superar», lamenta.

«Dos de mis primas perdieron sus casas y están en la calle. Dicen que lo que tenga que pasar, que pase. Sienten terror»

Hasna Laadimat

Con familia en Marrakech

Lo han perdido todo. «Están en un parque, en la calle. Dicen que lo que tenga que pasar, que pase. Sienten mucho terror». Sobre todo, por la incertidumbre de que puedan volver a darse réplicas. Ante esta situación, durante el día, «se entretienen» como pueden: intentan ir a ver a sus familiares, amigos, o a casa de algún vecino «para preparar algo de comida, pero ya por la noche el miedo sale». «No duermen no por el terremoto, sino por el temor de que se pueda volver a dar, ya que los científicos dicen que se van a dar réplicas».

De ahí que ninguna de las dos piense «en el hogar o qué van a comer, porque están muy afectadas». El resto de sus primas, a pesar de las grietas y de las baldosas rotas de sus casas, tampoco duermen dentro. «Es muy duro, no me imaginaba que iba a sufrir tanto, pero es un dolor muy grande, porque mi pueblo, que pertenece a la región de Chichaoua, también se ha visto afectado». Por ello, desde su tienda Casa Granel, situada en Calahorra, recoge todos los alimentos, mantas, pañales o medicamentos posibles para hacerlos llegar a Marruecos.

Como ella, Kamal Ifraj, que llegó a la región hace más de tres décadas, se encontraba en plena videollamada con su cuñado, residente en Fez (ciudad situada al noreste de Marruecos), cuando se notaron los temblores. «Estábamos hablando por teléfono cuando empezó todo a temblar. Se pegó un susto tremendo que me asusté hasta yo, me colgó y salieron todos a la calle preocupados».

Fue en ese preciso instante cuando intentó contactar con toda su familia, abuelas y primas, para asegurarse de que estaban fuera de peligro. «No fue más que el movimiento, un susto», dice agradecido mientras apunta que también está «muy triste por toda esa gente que todavía está bajo las piedras». «Hay gente que ha perdido a toda su familia. Si hubiese ocurrido de día, igual hubiese habido más gente en la calle, pero de noche no te lo esperas. Es una pena para todos». Por ello, apela a que cualquier persona que pueda ayude a los damnificados, al menos con alimentos y tiendas de campaña. «Todos los que hemos podido hemos aportado», asegura mientras resalta que «no hay fronteras; se trata de ayudar. Ha tocado Marruecos, pero podría haber sido cualquier país».

En este sentido, Fátima El Khayali, que reside en La Rioja desde hace 22 años, destaca que hay personas «sin apenas recursos a las que les ha dado igual quedarse sin nada para ayudar a los que más lo necesitan, sin importar la gravedad a la que tenían que enfrentarse». En su caso, su familia, afincada en Beni Mellal –ciudad situada a dos horas de Marrakech–, «no notó tan grave el terremoto como otras zonas de alrededor que se han visto más afectadas, pero sí que se llevaron un susto». De hecho, la noche del seísmo, «nos llamaron mis abuelos asustados porque no sabían lo que ocurría, nunca habían vivido algo así. Salieron a la calle con incertidumbre y pasaron dos días fuera por miedo a que se repitiesen los temblores».

«Nos cuesta descansar»

No son los únicos que han afrontado con tristeza las devastadoras consecuencias del terremoto. «Nos cuesta descansar tanto a los que estamos aquí como a los que están en Marruecos. Sentimos miedo, incertidumbre, tristeza y frustración», asegura Kamal Majaiti, natural de La Rioja, al que la noticia del terremoto le sorprendió el sábado. «Cuando me iba a dormir, vi que tenía muchísimas notificaciones en el móvil. Me bastó con leer un 'tweet' para ver lo que ocurría, pero no me lo podía creer».

Pronto se dio cuenta de la brutal realidad. «Mi cabeza me llevó al Instituto Geográfico Nacional para confirmarlo. Tras ver que era verdad, se lo conté a mi mujer, que se quedó blanca y empezó a llorar». Fue un momento «difícil de gestionar, ya que mientras le tranquilizaba a ella, estaba llamando a sus padres, que viven en Beni Mellal, para confirmar que estaban sanos y salvos». Tras un rato de «angustia y desesperación», «su padre nos confirmó que estaban bien, incluidos sus tíos y primos, que viven a 280 kilómetros del epicentro y se dieron cuenta del movimiento sísmico porque saltaron las alarmas de los coches».

Nada más percatarse de la magnitud de esta tragedia, Ayda Essalhi, que llegó a La Rioja hace veinte años, empezó a sentir «muchísima tristeza, dolor e impotencia» por todos los fallecidos, así como por aquellos que «perdieron a sus familiares y que, dada la dificultad de las carreteras para llegar hasta ellos, porque viven en montañas, no pueden recibir ayudas ni salvar sus vidas». No tiene ningún familiar en Marruecos, pero no importa. «Para mí también son mi familia y parte de nosotros», de ahí que apele a la colaboración con sacos, mantas, pañales, etc.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja «Mis primas no duermen por temor»