Ana e Irene, de Casa de Comidas Irene, posan en su establecimiento de Viniegra de Abajo. D.M.A.

Que sí (y que no) al parque natural

Alto Najerilla ·

Hostelería, casas rurales y otros comerciantes esperan que la declaración suponga un impulso para la deshabitada zona de La Rioja

Diego Marín A.

Logroño

Viernes, 11 de noviembre 2022, 01:00

Una abubilla cruza la carretera en un vuelo en diagonal. Las ánades abren surcos sobre el embalse de Mansilla como el brabán labra la tierra. El cielo azul, limpio, solo lo ocupan las rapaces. La carretera serpentea a los pies de las montañas, los Pancrudos, ... Urbaña, Urbión, majestuosas, imponentes, vestidas de frondosos bosques en los que el exuberante naranja del otoño empieza a ganar terreno al verde. En las lomas pastan las ovejas, mientras vacas y burros aparecen mágicamente a pie del desierto asfalto, por donde apenas circulan el autobús de Ibercaja que da servicio a los pueblos y personal de Carreteras.

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A partir de Anguiano el Alto Najerilla es más sombrío y más frío, también más abrupto, más tosco y, a la vez, su naturaleza más virgen. Aún se pueden leer pintadas en contra del parque natural en las señales. En Mansilla de la Sierra, incluso, cuelgan todavía pancartas de las casas como si fueran perpetuas sábanas que secar al sol y al aire. Algunos mensajes son paradójicos, como el que a la entrada del pueblo, junto a una caravana, formula la siguiente ecuación: «Parque más lobos: ruina familias, desierto humano». Y es que el pueblo parece estar más habitado por perros que por personas. Hasta cuatro vigilan fieros las casas y atados ladran al forastero. No parece que se pueda estar más deshabitado.

Otra pancarta, más elaborada, en la calle Constitución, argumenta: «No al parque natural. Si fuese tan bueno estaría ya en Nájera. Queremos buenos servicios básicos». Aunque con una reivindicación lógica, yerra en que Nájera no está en el Alto Najerilla. El proyecto del parque natural del Alto Najerilla, cuyo texto ha sido aprobado esta semana por el Consejo de Gobierno de La Rioja a fin de ser remitido al Parlamento regional para que se convierta en ley, alberga 45.111 hectáreas que incluyen Brieva de Cameros, Ventrosa de la Sierra, Viniegra de Abajo, Viniegra de Arriba, Mansilla, Villavelayo y Canales.

Arriba, pancarta contra el parque natural a la entrada de Mansilla. Abajo, pintada en la LR-113 y, a la derecha, travesía de la LR-133 en Viniegra de Abajo. D. M. A.

Un hombre observa el embalse que, debido a la sequía, empieza a mostrar las ruinas del viejo Mansilla sumergido bajo las aguas. Porta una ajada gorra de agricultor. Seguramente el tractor aparcado junto a una cabina de teléfonos sea suyo. ¿Podría darnos su opinión sobre la declaración del parque natural?: «¿Yo? No». Seco, tajante. No hay más personas a la vista en Mansilla. Rocío Menéndez regenta la casa rural La Monaguilla, es ganadera y considera el parque natural una oportunidad. «Va a ser un atractivo turístico, invertirán más en caminos y senderos, todo lo que es importante para el turismo, así que creo que va a ayudar, que la zona va a estar más cuidada, todo lo que sea avanzar, publicidad, siempre va a ser bueno. Solo espero que no perjudique a la ganadería porque este tema se ha politizado muchísimo», expone.

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En Viniegra de Abajo, las casas indianas hacen de este uno de los pueblos más bonitos, si no el que más, de La Rioja. La belleza es tal que hasta intimida. Irene Sobrón regenta una casa rural y un restaurante en la localidad y también se muestra a favor del parque natural. «Va a venir un dinero de Europa que va a beneficiar a la zona. Me gustaría que favoreciera a fijar población», desea Irene. Sus negocios son pequeños y depende mucho de la climatología, su clientela son, sobre todo, turistas atraídos por la naturaleza.

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En Casa de Comidas Irene toma café la farmacéutica, Cristina Morencos, quien confiesa no conocer los entresijos de la declaración, pero le parece estupendo. «Esto es una zona ganadera y el ganadero merece estar protegido, pero hace falta algo que dé impulso, que atraiga empleo y frene la despoblación, hay gente que quiere venir pero no puede porque ni hay viviendas disponibles», explica Cristina. Pablo Fontecha, miembro del Colectivo Siete Villas, lo ve positivo, aunque considera el tema delicado, con muchas opiniones enfrentadas. «Puesto en una balanza, es más positivo que negativo, puede aportar más que quitar. No sé si el parque natural es la solución pero algo que intentar», cree Fontecha.

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