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LA RIOJA
Sábado, 31 de diciembre 2022, 12:15
A un riojano le tocó la complicada tarea de mantener el timón de la Iglesia tras la muerte de Juan Pablo II y antes de la llegada de Benedicto XVI. Apenas fueron 17 días, pero que el camarlengo Eduardo Martínez Somalo los vivió como una ... empresa vital, como algo para lo que se había preparado durante décadas en el Vaticano.
El bañejo, fallecido en agosto del pasado 2021, se encargó en esos momentos del gobierno provisional de la institución durate la 'sede vacante'. Apenas dos años después de guiar a Joseph Ratzinger hacia la silla de San Pedro, Martínez Somalo renunciaba al cargo de camarlengo, aunque su nombre continuaba siendo muy importante en el complejo mundo vaticano.
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Corría abril del 2007 cuando el riojano se apartaba de la primera línea y Benedicto XVI le despedía con una carta en la que destacaba la «diligencia», «competencia», «amor», gastados al servicio de la Santa Sede, además de señalar aquellas actitudes de solemne sobriedad y dignidad mostradas en su momento por el camarlengo, con la muerte de Juan Pablo II, cuando se convirtió en la máxima autoridad «pro tempore» de la Iglesia. En esa misiva, Ratzinger lo mostraba un «sincero aprecio».
Como recordaba Jonás Sainz el pasado año, en el cargo de «Papa en funciones», a Martínez Somalo le correspondió evitar el vacío de poder y velar por que se cumpliera la voluntad del Pontífice difunto hasta en el mínimo detalle.
Curiosamente, solo cuatro cargos de la Iglesia se mantuvieron en sus puestos durante esos días posteriores al fallecimiento de Juan Pablo II (como rige la normativa canónica). Todos los jefes de los dicasterios (nombre que reciben los distintos ministerios del Estado vaticano), tanto el secretario de Estado, entonces Angelo Sodano, como los prefectos de las distintas congregaciones, cesaron en el ejercicio de sus cargos. Todos salvo el camarlengo, Eduardo Martínez Somalo, y el penitenciario mayor, el cardenal norteamericano James Francis Stafford. También permanecieron en sus puestos el vicario de Roma, el italiano Camilo Ruini, y el decano del colegio cardenalicio, el entonces «todopoderoso» guardián de la ortodoxia Joseph Ratzinger, a quien correspondió informar a los cardenales del fallecimiento del Pontífice y llamarlos a Roma para el cónclave. A la postre fue el alemán quien resultó elegido y Martínez Somalo, el encargado de dar junto a él los primeros pasos de un papado que terminó, oficialmente, el 28 de febrero de 2013, cuando renunció al pontificado, aunque hoy se cierra con su fallecimiento.
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