De minas a cielo abierto a fosa común de escombros
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La Rioja prepara un plan para restaurar las decenas de canteras abandonadas que salpican la región y que no cumplen el principio de quien contamina pagaAgujeros ·
La Rioja prepara un plan para restaurar las decenas de canteras abandonadas que salpican la región y que no cumplen el principio de quien contamina pagaEntre Tricio y Arenzana de Arriba, muy cerca del cementerio, un descomunal agujero se adueña del paisaje. Es una fosa común, pero de escombros. Frigoríficos, ruedas, enormes piezas de hormigón, sillas, mesas, muebles de cocina, un coche y hasta miles de nueces enmalladas que no ... encontraron comprador se precipitan talud abajo. Residuos llaman a más residuos y en los viñedos que circunvalan el enorme socavón, los surcos que dejan las ruedas de los basureros furtivos se adentran cada vez más en la tierra.
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Es la imagen de Uceda, una cantera abandonada en tierras caracoleras que hasta 2013 y durante años explotó grava. Estuvo activa durante décadas, pero siempre ilegalmente. En 2000 los promotores recibieron el primer aviso y once años después continuaban sin normalizar la situación. El de esta mina es solo un ejemplo del destino de decenas de canteras a cielo abierto de la región que, una vez abandonadas, eluden la ley y acumulan toneladas de escombros. Pese a que la legislación les obliga a asumir la restauración del entorno natural degradado, el principio de quien contamina paga no se cumple.
La región, como el resto del país, recoge los frutos de una legislación laxa, enfocada casi en exclusiva en la explotación industrial y de recursos naturales, en este caso los recursos mineros y las aguas minero-medicinales y termales, y sin ni siquiera un guiño al medioambiente.
La legislación de minas data de 1973. Entonces, las autorizaciones para explotar un terreno se obtenían con facilidad, básicamente porque no se exigía rehabilitar la zona. «Se pensaba en explotar y luego restaurar era otro cantar, ni siquiera se contemplaba», explica Rubén Esteban, director general de Calidad Ambiental y Recursos Hídricos.
Años después, ya en democracia, se introdujo una modificación en la Ley de Minas, se le dio un pequeño toque medioambiental y en 2000, las competencias en esta materia se transfirieron del Estado a las comunidades autónomas. Ha sido necesario esperar hasta hace dos años para abordar esta cuestión desde otro prisma, trasladando de las consejerías de Industria y Fomento a las de Medioambiente todos los aspectos que rodean a la minería.
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En este bienio, la principal tarea ha sido poner negro sobre blanco el caos estadístico existente y tratar de arrojar luz sobre el maremágnum de canteras y graveras que horadan la región. Cientos de horas de trabajo después, la fotografía minera de La Rioja va tomando cuerpo: 91 explotaciones en activo y de ellas cinco de aguas termales, es decir, de las catalogadas como sección B;61 de la sección A, que se corresponden con graveras; y 25, en la sección C, una especie de cajón de sastre en el que se incluyen otras materias primas de mayor valor añadido, como yesos, ofitas, piritas y areniscas, entre otras. 35 explotaciones mineras, pese a que están obligadas por ley, no tienen plan de restauración del espacio natural degradado por los trabajos y, salvo una, no tienen siquiera garantía para adecentar la zona, que es una cantidad que deben interponer ante la administración para que sea esta la que afronte la recuperación de la zona en el supuesto de que la empresa desaparezca por cualquier motivo.
En esa labor de diagnóstico, también se han hallado 18 explotaciones ilegales, algunas de ellas abandonadas, que «no tienen ni han tenido ni plan de labores, que es una serie de documentación que es obligatorio presentar todos los años, ni director facultativo, ni nada», subraya.
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El grueso de las explotaciones se encuentran en el Valle del Ebro, ahí están los grandes huecos que suelen ser graveros, mientras que en la sierra se explotan otro tipo de materiales. De hecho, varias canteras de las consideradas históricas y que tienen otra consideración se encuentran en este emplazamiento.
Desde la dirección general de Calidad Ambiental, lo que no quieren es que este panorama minero, con un montón de agujeros que se reparten por toda la geografía regional, se enquiste en el tiempo y sigan siendo gigantescos vertederos de residuos sin control, así que una vez hecho el diagnóstico, el objetivo es, asegura Esteban, «poner remedio».
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Con este fin, han elaborado un borrador de estrategia para la restauración de espacios degradados por actividades mineras, una hoja de ruta para devolver esplendor a estas zonas que en su día colonizaron las excavadoras.
El dueño del terreno lo es de la parte agrícola, a partir de ahí el propietario es el Estado. Se puede hacer la tramitación para ser el concesionario de la administración en el caso de querer explotar una mina.
El punto de partida, una vez que concluyan los trámites para que el borrador de estrategia sea un texto definitivo, será la cantera de Uceda ¿Por qué? Básicamente, porque es de la que más datos se disponen. Muchas empresas que se dedicaban a la explotación y que un día abandonaron los terrenos sin invertir un euro en su restauración han desaparecido, bien por procesos de quiebra o por sentencia judicial y otras porque después de 2012, en plena crisis inmobiliaria, como directamente abastecían a la construcción, al frenar en seco el sector, se hundieron abandonando los huecos mineros.
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En la de Uceda «ya tenemos claro quiénes son los propietarios de los terrenos y cómo está el expediente minero», resume Rubén Esteban. Se trata de una explotación ilegal que ocupa un hueco de 5,5 hectáreas en el término de Tricio. «El anterior Gobierno no sustanció el expediente de cierre cuando este hueco era más pequeño a sabiendas de que era ilegal y si el promotor hizo algo para legalizarlo no lo consiguió», señala.
Se ha elaborado un anteproyecto para renaturalizar esta cantera que está en pleno acuífero aluvial del Ebro con el peligro que eso entraña. Cualquier afección, según el tipo de residuos que se depositen, va directamente al acuífero y, por tanto, el daño medioambiental es mucho más elevado que si no estuviera en un acuífero. Por ejemplo, los frigoríficos que reposan sobre la loma de la cantera tienen líquidos de refrigeración que acaban en las aguas subterráneas, además de tener componentes que no se degradan y que hay que tratar de manera adecuada a través de un gestor. Lo mismo ocurre con las decenas de neumáticos abandonados en el lugar, plásticos, muebles y demás enseres.
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Restaurar esta mina, señala Esteban, «no es una misión fácil porque tiene unas dimensiones descomunales» y «solo el coste del vallado y limpieza de los residuos ya supera los 30.000 euros». Tampoco se trata de rellenar el hueco porque no solo no sería viable económicamente, sino que no tendría sentido. De manera natural han crecido algunos árboles, como chopos, que ya han adquirido cierta robustez. Aves, como los abejarucos, han conquistado los taludes, y los carrizos se levantan en las zonas más húmedas. La naturaleza ha ido recuperando lo que un día la minería le arrebató. Por tanto, el objetivo en Uceda es, explica el geólogo, «quitar los residuos impropios y después renaturalizar teniendo en cuenta la orografía que se ha quedado».
Para llegar hasta aquí falta un largo camino. Antes, será necesario hablar con los propietarios de los terrenos para que los devuelven a aquellos que, si no hay una devolución amistosa, lo puedan expropiar, que son los ayuntamientos. «Nosotros –matiza– actuamos como administración con competencia en minas de manera subsidiaria, porque realmente esto es un hueco minero abandonado donde al promotor ni está ni se le espera».
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La de Uceda será la primera mina a cielo abierto en la que trabajará la dirección general de Calidad Ambiental y Recursos hídricos, previsiblemente a mediados del próximo año, pero no será la única. Existen otros 35 grandes huecos mineros abandonados y sin plan de restauración sobre los que está previsto actuar.
La labor no es sencilla. Al contrario, «es complejísima porque los propietarios pueden ser de lo más variopinto, pueden ser Hacienda, una entidad bancaria, una entidad prestataria... nos estamos encontrando con una casuística de lo más variada», explica Esteban. Primero se sustanciará un expediente para ver si se puede solicitar a los antiguos administradores algún tipo de responsabilidad medioambiental por mala praxis. El problema es que casi todas estas explotaciones pertenecían a sociedades limitadas y, por tanto, la responsabilidad es limitada y si desaparece la sociedad no se puede ir contra el patrimonio, salvo que existiese un delito medioambiental flagrante.
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Una vez aclarada la propiedad, la restauración de la zona dependerá del material que se ha extraído y de las condiciones en las que lo dejó el promotor. Cuando son canteras, con sus bancos de explotación, se pone tierra vegetal y se plantan especies arbóreas en las bermas. Cuando son graveras un poco erráticas, sobre todo cuando se explotaban ilegalmente, lo que se intenta es renaturalizar teniendo en cuenta lo que hay.
¿Quién se hace cargo de la restauración? Tiene que ser la administración con competencia en minas la que ejecute la restauración con fondos propios para poder devolver estos terrenos a un estado ambiental aceptable y, sobre todo, para impedir la contaminación y que no se conviertan en vertederos ilegales. «Esas son nuestras preocupaciones máximas, luchar contra el vertido ilegal, porque el vertido llama a más vertidos y esto no tiene fin», resume. Y si además está en terrenos de acuífero aluvial de alta permeabilidad para las aguas, sobre todo con el Ebro al lado, otra de las prioridades es luchar contra la contaminación de las aguas subterráneas.
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Para sufragar estas actuaciones, la administración está pendiente de que se apruebe una partida para la reparación estos espacios de los fondos europeos de Recuperación y Resiliencia. «Las cuantías están por definir, pero todo lo que llegue será bienvenido y lo invertiremos en arreglar estos lugares.
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