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Si para algo sirven los datos del informe PISA hechos públicos este lunes es para justificar el proyecto de cambio integral del modelo educativo de La Rioja. Esa ha sido la primera conclusión de Luis Cacho, consejero de Educación, en la rueda de ... prensa en la que ha valorado los resultados riojanos de la evaluación educativa más prestigiosa del mundo. Así, desde la «cautela por el escaso tiempo para el análisis», Cacho argumentó que «refuerzan el planteamiento de cambio de paradigma educativo de este gobierno para esta legislatura». En todo caso, tras recordar que la prueba «merece toda la credibilidad» apuntó que «los resultados son relativamente buenos, pero en leve descenso continuado».
En la interpretación pura de esos datos, Cacho señaló que «el rendimiento académico es relativamente bueno» y que La Rioja «continúa en el tercio superior dentro de nuestro país» sin que se aprecien «diferencias significativas entre los centros públicos y los privados», si bien en estos últimos las puntuaciones son «ligeramente» mejores». En La Rioja, 1.657 estudiantes de 15 años y matriculados en 23 centros públicos y privados se enfrentaron a una prueba que, más allá de la puntuación (497 en Matemáticas y 487 en Ciencias, ambos por encima de la media nacional), refleja los «desequilibrios» existentes en el sistema educativo.
Tres son las grandes rémoras del sistema actual: el considerable menor rendimiento de los estudiantes inmigrantes;, el «excesivo» porcentaje de alumnos repetidores (un 34% que logran una puntuación de 104 y 92 puntos de diferencia en ambas competencias, más de 3 años académicos de retraso; y el hecho de que dos de cada diez alumnos no alcancen el nivel mínimo de rendimiento establecido por PISA. Una triple realidad que contrasta con «los resultados brillantes en la competencia de nivel 6 [la más elevada] de Matemáticas, en donde logramos la mejor valoración de España».
«Nos tenemos que preocupar por el talento excelente, pero también por al amplio margen de alumnos en niveles de incompetencia», dijo Cacho antes de apuntar que, en relación al primero de esos desequilibrios, «existe una brecha muy importante en el rendimiento de los estudiantes inmigrantes», cifrando esa diferencia con los alumnos de origen español en 70 y 43 puntos: «70 puntos son más de dos cursos académicos de retraso», recordó. «Con una población inmigrante del 17%, es un componente social significativo que no podemos obviar ni abandonar», explicó.
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Una de las claves en ese proceso de reformulación del sistema educativo y de afrontar este último desequilibrio, apuntó, será la nueva normativa de escolarización y la puesta en marcha de una ventanilla única de escolarización que haga frente a ciertas prácticas de selección del alumnado: «Hay que conseguir una distribución más justa del alumnado y más eficiente educativamente. Este desequilibrio en los resultados es un reflejo de la composición de los alumnos de cada centro», defendió Cacho recordando que un tercio de los centros tienen más de un 20% de población inmigrante frente a otro tercio que tiene menos del 10%. «La ventana lógica es ese otro tercio. Centros con el 50 y el 60% de inmigrantes están fuera de toda admisión posible y centros con el 4 y el 5%, también».
Con esos argumentos sobre la mesa, dijo el consejero, son exigibles «nuevas estrategias para el éxito escolar, para la inclusión, la equidad, para que la sociedad riojana del futuro sea equilibrada, justa y que todas puedan contribuir y apoyar el crecimiento y estabilidad de la región. Con esos objetivos en el punto de mira (a largo plazo) Cacho ha defendido que «la prioridad debe ser el cambio del modelo curricular, integrando competencias no cognitivas y para el desarrollo de la personalidad creadora sin abandonar las cognitivas y los resultados académicos tradicionales». Así, el consejero ha sostenido que «el reto no está tanto en el rendimiento general como en lograr una mayor cohesión en los niveles inferiores de competencia y, fundamentalmente, en desarrollar el currículo de una forma nueva integrando competencias no cognitivas, no tanto basadas en conocimientos de aplicación directa sino en el desarrollo personal, en facetas de inteligencia emocional y social y competencias de la personalidad que permitan una transferencia más práctica».
Para ello, y a expensas de que se concrete en programas específicos, apuntó que es necesario aumentar la inversión de manera sostenida durante toda la legislatura, mejorar el desarrollo profesional docente, formar y acompañar a los equipos directivos de los centros, apoyar y compartir las buenas prácticas docentes y reducir la inestabilidad laboral del profesorado. A eso sumó una «mayor inclusión para una distribución más equilibrada del alumnado», una nueva normativa para la escuela rural que reduzca las desigualdades de oportunidades y el refuerzo de las plantillas docentes en todos sus perfiles.
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