La lucha contra el miedo de vivir con cáncer de mama
día mundial ·
Cuatro mujeres riojanas desgranan el duro camino de altibajos que afrontaron para superar la enfermedaddía mundial ·
Cuatro mujeres riojanas desgranan el duro camino de altibajos que afrontaron para superar la enfermedadCada año, entre 230 y 240 mujeres riojanas son diagnosticadas de cáncer de mama, una enfermedad grave, que cae como un duro mazazo y que provoca un vuelco en la vida de quienes la sufren, pero que puede tener un mejor pronóstico con una ... detección precoz. Las cifras son alentadoras: la supervivencia de estas mujeres se ha elevado al 85% tras los cinco primeros años de su tratamiento, pero todavía queda mucho por hacer. «El 85% no es el 100% y, en el caso del cáncer metastásico, que salta de la mama a otros órganos, hay mucho que avanzar, porque solo tiene una supervivencia del 25%», explica Elena Eguizábal, presidenta de la AECC en La Rioja.
Publicidad
De ahí que hoy, con motivo de los actos que se celebrarán por el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, se reivindique que «el rosa es mucho más que un color», ya que detrás del movimiento rosa hay mucha investigación, respaldo y sensibilización. «Este año se pone el foco en retomar aquel espíritu, impulsarlo y actualizarlo, para que dentro de unos años el cáncer metastásico tenga el mismo recorrido que el de mama y que su tasa de supervivencia no sea del 25%, sino mucho mayor», asegura Eguizábal mientras apunta que se logrará «con una mayor investigación, y para ello, pedimos la colaboración ciudadana».
Noticia Relacionada
Detrás del rosa también están las pacientes y sus familiares, que se enfrentan a un duro camino de altibajos. Laura Bezares, Carmen Pascual, Verónica Santibáñez y Davalillo Román son solo algunas de las usuarias de la sede que la Asociación Española contra el Cáncer tiene en La Rioja, desde donde reciben un apoyo incondicional. Solo durante el pasado año, la AECC atendió a 369 mujeres diagnosticadas de esta enfermedad, de las que 49 precisaron atención social y 227 asistencia psicológica individual. También concedieron seis ayudas económicas y prestaron pelucas, sillas de ruedas y prótesis, además de talleres y sesiones de fisioterapia. Todas ellas coinciden en que el cáncer de mama que tanto les ha marcado también les ha enseñado a afrontar el miedo y las adversidades gracias a una actitud positiva y a las personas «vitamina» que tienen a su alrededor. «Es duro, pasas por muchas fases, pero lo más importante es rodearse de gente que sume», reconocen.
230 a 240 mujeres son diagnosticadas cada año de cáncer de mama en La Rioja.
En este sentido, durante esta mañana se visibilizará la labor que presta la Unidad de Mama del Hospital San Pedro, que en 2021 atendió a 24.442 mujeres, de las que 16.572 se sometieron a una mamografía a través del Programa de Detección Precoz. Más tarde, a las 12.00, tendrá lugar la lectura del manifiesto en la plaza del Ayuntamiento de Logroño.
Laura Bezares | Paciente de cáncer de mama
La vida de Laura Bezares dio un vuelco de 180 grados a los dos días de cumplir 37 años. «Tras hacerme una biopsia, recibí una llamada del hospital en la que me dijeron que me presentara cuanto antes porque la doctora quería hablar conmigo». Pronto llegó el brutal diagnóstico: le notificaron que tenía células cancerosas, sin apenas información al respecto. «Sentí mucha rabia y miedo, porque para nada me esperaba esto». Un estado de desasosiego en el que permaneció hasta que comenzó el tratamiento. «Fue un mes lleno de incertidumbre, porque no me daba miedo que se me cayese el pelo, sino cómo iba a reaccionar mi cuerpo o cómo lo iba a llevar mi familia». La parte más delicada vino después. «Fue muy duro contárselo a mi madre, porque no solamente era yo, ya que a mi hermana también le habían diagnosticado cáncer, pero con una semana de diferencia». También le resultó muy difícil hablar con sus hijas. «Quería que me viesen como un ejemplo de superación y que supiesen que la vida te pone pequeñas piedras que hay que ir superándolas, porque no todo es de color». Pero pronto empezó su punto de inflexión. «El cáncer fue como un tsunami, llegó y lo puso todo patas arriba, pero me volví más fuerte tras el primer día de tratamiento. Aprendí a controlar el miedo y a sacar algo positivo de todo esto». Logró superar la montaña rusa de emociones con su actitud positiva y con el respaldo de su gente de su alrededor. «Siempre digo que hay que rodearse de gente vitamina». Ahora le queda superar el cáncer.
Publicidad
Verónica Santibáñez | Con tratamiento hormonal
Verónica, tras superar una obesidad mórbida, descubrió que tenía un bulto muy grande en el pecho. «La gente me decía que era una histérica y que no me preocupase, que sería un bulto de grasa, pero al mes de la mamografía me dijeron que tenía cáncer». Entró en quirófano y le extirparon 21 ganglios, de los que uno dio positivo en metástasis. «Fue un sopapo en toda la cara, había perdido 80 kilos y estaba empezando a vivir y a disfrutar mi vida de otra manera». Recuerda la mezcla de tristeza y miedo que le invadió tras el diagnóstico. «Fue muy duro. Ese día, aparte de llorar y abrazar a mi marido, que ha sido un apoyo impresionante, me fui a dormir y, cada vez que me despertaba, pensaba que todo había sido una pesadilla, pero era real, tenía cáncer. Desde entonces nunca más he dormido del tirón». En febrero de 2021, comenzó el tratamiento, con el SARS-CoV-2 de por medio. «Empecé con 16 sesiones de quimio, con las que se me cayó el pelo y estuve muy cansada y luego vino la radioterapia, que terminé en septiembre». Reconoce que la parte más delicada fue contárselo a sus hijos. «Lo primero que me preguntó mi hija fue si me iba a morir. Le dije que no tenía ninguna intención, al menos no de cáncer». Ahora recibe tratamiento hormonal y revisiones cada seis meses, pero no se encuentra bien. «Te dicen que has superado el cáncer, pero me duelen mucho los huesos, tengo pérdidas de memoria y me encuentro muy cansada». Pero afronta la adversidad. «Me niego a estar muerta en vida. Acepto mi vida tal y como es».
Carmen Pascual | Superó el cáncer en 2017
A los pocos días de someterse a una revisión rutinaria, Carmen Pascual fue diagnosticada de cáncer de mama. «Tras la biopsia me hicieron una cirugía y me dieron siete meses de quimio, a las que respondí bien, pero después tuvieron que volver a operarme para limpiar la zona afectada y analizar los bordes por si había alguna célula maligna. Fue un calvario». Pudo conservar el pecho, pero tras el tratamiento se sucedieron las adversidades. «Cuando terminé fue como si se me hubiese caído encima una montaña, no me podía levantar de la cama y no tenía ganas de vivir, no sabía cómo gestionar todo lo que me había pasado». Consiguió recuperarse, pero tuvo que enfrentarse a la imposibilidad de incorporarse a su anterior puesto laboral. «Cuando intenté retomar mi vida me encontré sin trabajo a los 50 años y llena de achaques. Desde entonces, me han salido trabajos esporádicos, pero nadie quiere contratar a alguien de 55 años y menos con toda la historia que tengo detrás». Porque terminar el tratamiento no significa estar curada del todo. «Tengo miles de secuelas físicas, pero no puedo estar quejándome, tengo que salir adelante y asumir que es con lo que tengo que vivir». «Es un proceso que no termina con la medicación, el tratamiento y el pañuelo rosa, porque se pierden muchas cosas por el camino, aunque también se ganan otras, pero falta reinserción». «El cáncer nunca deja de ser cáncer, aunque sea el más curable, es algo con lo que se tiene que convivir, por eso solo me planteo vivir día a día».
Publicidad
Davalillo Román | Superó el cáncer en agosto
Tras un año y medio con un bulto «controladísimo» en el pecho, Davalillo Román tuvo que pasar en febrero por el quirófano. «Era un tumor benigno, porque era fibroso, pero empezó a crecer y me dijeron que, por tamaño, me lo tenían que quitar». Al mes de la cirugía, le notificaron que le habían encontrado células cancerosas y que, por tanto, tenía que volver a operarle. «Fue una locura, porque contaba con que era un tumor benigno y, de repente, nadie sabe el motivo, pero la cirujana me dijo que me preparase porque en menos de una semana tenía que entrar en quirófano», recuerda. «Fue un mazazo, porque sentí mucho miedo, pero lo peor fue decírselo a mis hijos y a mis padres». Los pequeños lo entendieron «perfectamente», pero fue muy angustioso. «Pasé mucho miedo y dolor porque no sabía qué iba a ser de mí ni qué tratamiento me iban a dar».
Noticia Relacionada
El cáncer le provocó un vuelco en su vida. «Me tocaba renovar el contrato, pero no sabía cuánto tiempo iba a estar de baja, así que se lo comenté a mis jefes. El trabajo dejó de ser mi prioridad, claro que lo necesito para comer, pero ahora lo más importante es pasar el tiempo con mis padres, mi marido y mis hijos». En su caso, «todo fue exageradamente rápido, porque en cuestión de poco más de un mes me operaron dos veces y me dieron radioterapia muy fuerte, porque el tumor que tenía no se expande, sino que le gusta volver al mismo sitio». En agosto acabó con las sesiones de 'radio', pero todavía tiene secuelas y se encuentra pendiente de ver qué dice la próxima analítica y escáner.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.